(Martes y Viernes)
Primer misterio: La oración de Jesús en el huerto de los olivos.
«Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no sea como yo quiero, sino como quieras Tú». Viene entonces donde los discípulos y les encuentra dormidos y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?. Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto pero la carne es débil». Y alejándose de nuevo por segunda vez, oró así: «Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad». Volvió otra vez y les encontró dormidos, pues sus ojos estaban cerrados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: «ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantáos!, ¡vámonos!. Ya está aquí el que me entrega». (Mt. 26, 39-46)
Segundo misterio: La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo.
«Le preguntó Pilato: «¿Qué es la verdad?» y, dicho esto volvió a salir donde los judíos y les dijo: «ningún delito encuentro yo en él. Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?». Ellos volvieron a gritar diciendo: «A ése no; a Barrabás», Barrabás era un saqueador. Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle.» (Jn. 18, 38-40; 19,1)
Tercer misterio: Jesús es coronado de espinas.
«Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron de un manto de púrpura; y, acercándose a él, le decían: «Salve, Rey de los judíos» y le daban bofetadas.» (Jn. 19, 2-3)
Cuarto misterio: Jesús sube al calvario llevando la cruz.
«Y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota.»(Jn. 19, 16b-17)
Quinto misterio: Jesús es crucificado en la cruz.
«Llegados al lugar llamado Calvario le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, Perdónales, porque no saben lo que hacen».» (Lc. 23, 33-34b)
Luego el lector dirá:
L. Por las vocaciones religiosas y sacerdotales de nuestra Comunidad;
T. Dios te salve Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosostros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. iOh clemente!, ¡Oh Piadosa!, ¡Oh dulce siempre Virgen María!
L. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
T. Para que seamos dignos de alcanzar las Promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Fuente: Manual de Piedad Misioneros Oblatos