CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA JULIO 3 DE 2017

PARA ESTA SEMANA JULIO 3 DE 2017

“Juntos andemos Señor”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Un buen inicio de mes, mes de la Virgen del Carmen, un mes de la mano de María y que bajo su protección tengamos una semana colmada de bendiciones y sobre todo de muchas alegrías. Dios nos acompañe día a día y aleje de nosotros la tentación de no seguir adelante o abandonar los proyectos de bien.

Para esta semana Jesús nos pide radicalidad en el amor. Pide nuestro querer y nuestro amor, no el amor que nos sobre, el que no se usa, no el que no se gasta. Nos pide el amor con el que amamos a padres y a hijos. Nos pide la medida más grande del amor y todo para que Él teniendo nuestro amor, nosotros amemos desde Él y esto hará que tengamos un amor que no se cansa ni se agota; amaremos con un amor que no es mezquino ni egoísta, que no es celoso ni soberbio. Amaremos con el amor de Dios que es paciente, comprensivo, misericordioso y servicial. Un amor creativo, creador, que da la vida.

Dice Jesús “el que no me ame más…” y también: “el que no coge su cruz y me sigue…” En la experiencia de Dios, las exigencias las pone el mismo Señor: tomar la cruz y seguirlo. Asumir la propia vida con todo lo que somos, lo que hacemos, con nuestra capacidad de amar y también con el propio pecado. La cruz hay que cogerla. La cruz no son los demás, es la capacidad que yo mismo tengo de redimir desde el amor a los demás. La cruz es la paciencia, la tolerancia, la misericordia que brota de mi corazón lleno de amor, del amor de Dios.

El amor hay que gastarlo, la vida debe ponerse en el camino del Señor, del mismo lado. Conocer a Jesús, amarlo y seguirlo. Esto significa que no hay otro camino, que no hay opciones diferentes a las del amor, que no hay paralelos. Juntos andemos Señor, vamos a trabajar porque tenemos un mismo proyecto: la mies, el Reino.

Es un saber perderse para ganarse, un saber morir para vivir. Es el “más” que nos pide Jesús y que supera cualquier otra realidad, cualquier otro amor. Ese “más” que nos va haciendo capaces de gastarnos por la causa de Dios, por la salvación de los demás. Ese “más” que nos lleva a la identidad con Jesús para que amemos como Él nos amó. Y así sanemos, perdonemos, lavemos los pies a los demás. Gastemos la vida para tenerla eternamente.

La fe nos habla de una identidad entre Jesús y el Padre, entre nosotros y Jesús. Eso hace que cambie nuestra mirada hacia los demás, que cambien las relaciones con los otros. Es un proceso en el que nos dejamos asimilar por Cristo, dejamos que Él viva en cada uno y que su amor se manifieste también en cada uno de nuestros actos. En todos Dios habita, pero el creyente que entiende y que por lo tanto vive esto no solo identifica a Cristo vivo en los demás, sino que también él se sabe presencia sagrada, presencia de Dios para los otros. El creyente es acogedor; recibe a Jesús en su casa; Jesús que se presenta en cada persona y por lo tanto en cada realidad que necesita ser amada, escuchada.

Cada día más del Señor, cada día más en su corazón, cada día amando más, tomando la cruz y caminando, acogiendo y perdonado; cada día más dejando de vivir para que sea Cristo quien viva en cada uno.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.