CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA MAYO 1 DE 2017

PARA ESTA SEMANA MAYO 1 DE 2017

“Era verdad, ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón”.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas de Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que resucitado nos conforta y nos anima a regresar a la fe y a la esperanza. Él ha resucitado y nos invita a asumir el proyecto para el cual nos había llamado, elegido: el proyecto del Reino.

En este tercer domingo de Pascua nos encontramos con un texto realmente inspirador (Lc. 24, 13-35) Los discípulos que van a Emaús, ese primer día de la semana, que es también un día lleno de incertidumbres y de noticias contrastantes, se encuentran de cara con Jesús. Él les explica la Escrituras, camina con ellos y parte para ellos el Pan. Y ellos regresan a contar, quieren decir a los demás discípulos que es verdad, que se les ha aparecido, que ellos lo han reconocido después de un largo caminar a su lado y después de que Él ha partido para ellos el pan.

El Señor ese primer día de la semana, el día de la resurrección, ha llenado con su presencia resucitada lugares, ha confortado personas, se ha hecho visible y ahora es la comunidad la que reconoce como una verdad la presencia del Resucitado en medio de sus vidas porque también se le ha aparecido a Simón. La palabra de Pedro cuenta como certeza en la fe, es vínculo de unidad. En la experiencia que ha tenido Pedro y en el hecho de las apariciones, la comunidad va tomando forma, se llena de fuerza y se animan mutuamente en la fe. Jerusalén vuelve a ser el lugar de la alegría y de la presencia de Dios. Allí está Jesús; en Jerusalén Jesús les habla y les conforta en la fe. Jerusalén ya no es el lugar de la muerte, sino que ahora lo es de la vida, ya no es lugar del fracaso del proyecto de Dios, sino que ahora es el lugar de la confianza, de la alegría y de la paz.

Jesús todo lo culminó en Jerusalén ahora los discípulos todo lo deben continuar desde allí.

Y comienzan a encontrarse, a agruparse y a entender lo que el Señor les había hablado. Desde la resurrección la pasión se entiende, la muerte se vence y la vida renace a una esperanza que alegra cada cosa que implica entrega y renuncia. Pedro, su palabra y su testimonio son importantes para los discípulos. Él ha ido al sepulcro y lo ha visto vacío, él ha escuchado los testimonios de las diferentes apariciones; él ha sido testigo de varias apariciones; él lo ha visto El Señor ha comido con ellos. Y la resurrección entonces se convierte en la razón de vida; hay que encontrarse, hay que dejarse llevar por el Señor y esperar pacientemente la llegada del Espíritu prometido. Es hora de sentirse comunidad y de recordar y de hacer del resucitado un testigo del amor de Dios que de nuevo nos invita a congregarnos sin miedo para anunciar el Reino.

Este tercer domingo de Pascua los invito a que abramos los ojos, que seamos capaces de ver el acontecer de Dios más allá de nuestros deseos y anhelos; que nos dejemos servir de nuevo a la mesa de la Eucaristía y que volvamos a la comunidad. Escuchar la Palabra, caminar con Jesús, sentarse a la mesa, comer el alimento y llenarse de fuerzas dejando los miedos y las desesperanzas; volver a confiar en las promesas de Dios y trabajar por el Reino, es lo que debemos hacer. No sigamos caminando hacia el lugar de las penas y de los desconciertos. Creámosle a Dios y no seamos necios ni torpes para creer porque es verdad: “Ha resucitado el Señor”.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.