Escuchemos el anuncio de Juan, la invitación a la conversión.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, reciban mi saludo cordial que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que esta segunda semana de Adviento sea para nosotros un tiempo para llenarnos de buenos propósitos de cambio y de buenas obras.
El anuncio de la llegada del Reino está acompañado por la invitación a la conversión. Para recibir a Jesús, para entender su enseñanza y el proyecto que ahora tiene Dios de salvación para nosotros, debemos hacer un cambio de mentalidad que comienza con la apertura al Espíritu. Mente y cuerpo deben involucrarse para el cambio, abrirse al Evangelio, y así entender que Jesús no ha venido a quitar normas sino a llevarlas a la plenitud. Toda conversión que trae consigo el regreso a Dios parte de la convicción de ser amados por Él y del deseo de amar como Él a los demás.
Juan Bautista hoy nos invita entonces a la conversión y lo hace porque él se sabe la voz del desierto que nos grita para que desde ahora le preparemos el camino al Señor, para que allanemos los senderos.
Es necesario que nos convirtamos porque se ha acercado el Reino de los cielos. Ya está aquí y debemos entrar por eso es importante convertirse.
Juan Bautista, precursor del Señor, personaje importante en este tiempo de Adviento, es presentado como un hombre austero y coherente. Es el inicio del cumplimiento de las profecías, de las promesas del Señor. Juan es un profeta, predicador que con su fuerte voz hacer resonar, en los corazones de quienes le escuchan, la invitación a que despierten, se conviertan. El reino está pero para que llegue debemos poner recto el camino, prepararlo, quitar todo aquello que me desvía. El principal signo de un corazón deseoso del cambio y abierto a Dios es el pedir perdón por los pecados y dejarse bautizar.
Todo buen propósito debe terminar en coherencia, por las obras se mostrará lo que hay en el corazón. Por las obras los conocerán dirá el mismo Jesús. El Bautismo de Juan llegará a su plenitud cuando nos acerquemos a Jesús, creamos en Él y nos dejemos bautizar con Espíritu Santo y fuego, es decir cuando nuestra vida sea totalmente renovada en Cristo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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