HONESTIDAD
Cualidad de honesto. Honesto (Dellat. honestus) adj. Decente o decoroso. Recatado, pudoroso. Razonable, justo.
– Fuente: Diccionario de la Real Academia Española
La tranquilidad es una las mayores conquistas en la vida
La mejor forma de conseguirla es aceptar siempre la verdad y actuar conforme a ella. Es un camino recto que, con gran rapidez, nos conduce a los mayores logros. La mentira es un camino lleno de curvas, piedras y baches. Además, lo que se consigue a través de ella, no dura. Es como un juguete defectuoso que a los pocos días deja de funcionar. El mayor peligro de los deshonestos es que, a fuerza de mentir, llegan a confundirse tanto que ya ni ellos mismos saben cuál es la verdad. Si dijimos algo que no era cierto o nos apropiamos de lo que no nos pertenecía, las otras personas lo sabrán y tendrán mucha precaución al acercarse a nosotros. Ello nos cierra las oportunidades. Pero en cualquier momento podemos hacer que la verdad brille como un reluciente objeto de plata.
Viviendo el valor
Todos estamos capacitados para reconocer qué acciones son buenas y distinguirlas de las malas: nos lo dice nuestro pensamiento y nuestro corazón.
Esa capacidad se conoce como “conciencia moral”. La honestidad consiste en vivir y expresar esa conciencia en cada momento, no mantener nada oculto, dar importancia a la verdad, ser transparentes para nuestros semejantes, no escondernos nada a nosotros, ni a las demás personas.
En otro sentido, la honestidad significa no querer apropiarnos de algo que no hemos
conseguido o que le pertenece a otro.
Al compartir ese valor estamos creando un ambiente de confianza y progreso.
Para la vida diaria
La verdad abre todas las puertas: exprésala con tu familia, con tus compañeros y amigos. Invita a quienes te rodean a que siempre lo hagan.
Recuerda las promesas que has hecho últimamente. Si hay alguna pendiente, cúmplela. No olvides que una promesa es un compromiso.
Si cometiste un error acéptalo ante los demás: “Di una respuesta equivocada”.
No te apropies de nada por medios indebidos.
Si te prestaron algo hace mucho, devuélvelo ahora mismo.
Por el camino de la honestidad
Reconoce lo que sientes.
¿Te molesta algo en la escuela o en la casa?
¿Te trata alguien de manera que no te gusta?
Exprésalo ahora mismo. Quien dice la verdad conquista el respeto de los demás.
Todos aprenderán de tu valentía para hacerlo.
Sabiduría popular
La verdad no peca, pero incomoda.
Aunque revelar la verdad puede ocasionar molestias, nunca es incorrecto hacerlo.
Dormir con la conciencia tranquila…
Cuando actuamos con honestidad, podemos descansar libres de preocupaciones.
«Espero tener siempre suficiente firmeza y virtud para conservar el mejor de todos los títulos: el carácter del hombre honrado.»
– George Washington
«Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad.»
– Lucio Anneo Séneca
«El hombre debe inspirar su propia conducta en la honestidad, la sinceridad y el valor.»
– Indro Montanelli
«El hombre honesto no teme la luz ni la oscuridad”
– Thomas Fulle
«Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón.»
– Miguel de Cervantes Saavedra
«Preocúpate por ser un hombre honesto y en el mundo habrá un pícaro menos.»
– Thomas Carlyle
«La honestidad es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho.»
– Marco Tulio Cicerón
«¡Ay señor! Ser honesto, tal como va el mundo es ser un hombre escogido entre diez mil.»
– William Shakespeare
«Proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso por este mundo.»
– René Gerónimo Favaloro
«Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.»
– Gabriel García Márquez
«Fingimos lo que somos, seamos lo que fingimos.»
– Pedro Calderón De La Barca
«No hay cosa honesta que no sea útil.»
– Séneca
«A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra.»
– Manuel Belgrano
«La honestidad es la mejor política.»
– Benjamin Franklin
«La historia y las críticas literarias están tan llenas de jactancia y deshonestidad como la historia en general.»
– Raymond Thornton Chandler
«¿Qué pasa si la honestidad no tiene miedo a la prisión?»
– Carlo Dossi
«Honestidad: la mejor de todas las artes perdidas.»
– Mark Twain
«El que no se atreve a ofender no puede ser honesto.»
– Thomas Paine
«La honestidad es tan rara como un hombre que no se engaña a sí mismo.»
– Stephen Vincent Benet
«Las honestas palabras dan indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.»
– Miguel De Cervantes Saavedra
«Sé un hombre honesto y habrá en el mundo un pícaro menos.»
– Thomas Carlyle
«Siempre sé una primera versión de ti.»
– Audrey Hepburn
«El secretismo, la censura, la falta de honestidad y el bloqueo de la comunicación amenazan todas las necesidades básicas.»
– Abraham Maslow
Puertas abiertas (Fragmento)
«En las casas limpias de puertas abiertas,
no caben las cosas obscuras,
tampoco caben las cosas secretas,
ni hay rincones lóbregos,
ni caben tristezas
y hasta el ángulo más apartado
las miradas penetran contentas.
¡Qué todas las almas tuvieran
las puertas abiertas!
¡Qué buena sería la vida!
las gentes, ¡qué buenas!»
– Fausta Ferrera
Cuento
El plato negro
Por los caminos de la India dos vendedores iban de pueblo en pueblo ofreciendo trastes, artículos para limpiar la casa y brillantes adornos. Echaban suertes con una moneda para ver quién podía
anunciarse primero. Cuando éste acababa, el otro promovía sus artículos. Así lo hicieron en una vieja aldea. Cuando el primer vendedor pregonaba “¡Trastes, ollas, joyas para las señoritas!” una pequeña y su abuela se detuvieron. A la niña le fascinó un brazalete.
—¿Cuánto cuesta? Preguntó, triste, la abuela, ya que eran muy pobres.
—Más de lo que pueden pagar —respondió el vendedor.
—En la casa conservamos un viejo plato negro de metal ¿puede tomarlo a cambio?
Caminaron rumbo al hogar. La humilde morada no tenía muebles y el piso era de tierra. Cuando le mostraron el plato, el vendedor lo examinó. Al frotar el reverso notó que era de plata pero el tiempo lo había ennegrecido.
—Este cacharro no vale nada. Se los cambio por una escobeta —propuso.
—Gracias, señor, preferimos conservarlo —informó la abuela.
El vendedor se retiró pensando en volver al día siguiente para convencerlas.
Llegó el turno del segundo vendedor para recorrer el pueblo. La niña y su abuela salieron a su encuentro. De nuevo, la pequeña pidió un brazalete. Los tres se dirigieron a la choza para ver el plato.
De inmediato el hombre reconoció su valor.
—Señora, este traste es de plata. Los objetos que traigo no bastan para pagarlo.
—No lo sabíamos. ¡Todo falta en esta casa! ¿Podría darnos el brazalete y alguna otra cosa útil? —preguntó la abuela.
El vendedor les entregó toda su mercancía.
A la salida del pueblo le mostró el plato a su colega y le contó lo que había ocurrido. Éste se enfureció por haber perdido la oportunidad de estafarlas. Pero lo pensó un rato y luego decidió:
—Si unimos tu honestidad y la hermosa mercancía que me queda haremos el mejor negocio. ¿Podemos trabajar juntos?
—Claro que sí —respondió el hombre honrado.
Desde entonces fueron los comerciantes más exitosos de la región.
—A partir de una leyenda budista.
Cuento
Ping, el jardinero
Vivió en China, hace unos dos mil años, un niño llamado Ping.
Su pasatiempo favorito era el cultivo de las plantas. Gracias a sus cuidados en el jardín de su casa habían crecido cientos de flores hermosas. La gente que pasaba por la calle se detenía a admirarlas y él, a veces, les regalaba un ramillete. El emperador de China también amaba las flores, pues pensaba que expresan las cualidades de quien las cultiva. Como ya era muy viejo, estaba buscando a una persona honesta que pudiera sucederlo en el trono.
Se le ocurrió hacer un concurso. Convocó a todos los niños del reino y les informó que recibirían una semilla. El que volviera al cabo de un año con la flor más hermosa heredaría el trono. Al llegar a su casa Ping la plantó en una maceta y la colocó en el mejor lugar del jardín, donde recibía la luz del sol y el rocío de una fuente cercana. Pero la semilla nunca germinó.
Transcurrió el año del concurso y cientos de niños se presentaron en el palacio con sus plantas. En la fila destacaba un brillante colorido: rojo, morado, rosa… Ping lloró al ver que su maceta sólo tenía tierra.
En el gran patio los niños se formaron para exhibir sus logros.
El viejo emperador, que caminaba con dificultad, veía una flor y otra. Apreciaba su textura y matices o inhalaba su perfume sin hacer comentarios. Cuando llegó frente a Ping, éste se asustó mucho, temiendo un regaño.
—¿Acaso no plantaste la semilla que te di? —le preguntó el emperador.
—La planté y por más cuidado que puse nunca brotó nada de ella —explicó el pequeño.
El emperador siguió examinando las flores de los demás niños. Al cabo de un rato informó que había tomado una decisión.
—Queridos niños. No comprendo de dónde salieron todas las flores que he visto esta mañana. Las semillas que les entregué estaban hervidas y no podían germinar. Ping es la única persona honesta entre todos ustedes, pues tuvo el valor de traer la maceta sin planta alguna. He decidido heredarle mi reino. Sólo un hombre honrado puede gobernar esta gran nación.
—Cuento popular chino.
Cuento:
La falacia
En un ranchito vivía un señor, su esposa y sus tres hijos. Un día el papá bajó una caja de ciruelas, mandó a su hijo mayor a venderlas al pueblo cercano a su ranchito.
El muchacho iba por la vereda cuando se encontró con un viejito de canas y barbas blancas (era un mago disfrazado de anciano) quien le preguntó al muchacho: —¿Qué llevas en esa caja hijo? —, y el muchacho, pensando que le iba a pedir una ciruela, le respondió: —llevo piedras—, el anciano le contestó: —pues piedras venderás hijo—. El muchacho siguió su camino hasta llegar al pueblo. Fue grande su sorpresa cuando destapó la caja, eran puras piedras, las tiró y regresó a su casa. Cuando llegó su papá le preguntó: — ¿y el dinero de la venta?—, el muchacho respondió: —me tropecé y cayeron todas las ciruelas al barranco—.
El padre muy enojado pidió otra caja, y esta vez mandó a su hijo mediano a venderlas. Yendo el joven por la vereda se encontró con el mismo viejito, que le preguntó: —¿Qué llevas en la caja hijo? —, y el muchacho, pensando que le iba a pedir un poco le contestó: —llevo carbón—, y el viejito le contestó —pues carbón venderás hijo—. El muchacho siguió su camino hasta llegar al pueblo, cuando destapó su caja, las ciruelas se habían convertido en carbón. Al llegar a su casa le mintió a su padre, diciendo que por un descuido le habían robado toda la fruta.
El padre se puso triste porque no podía creer lo que le habían dicho sus hijos.
El hijo menor al darse cuenta de lo que había sucedido, fue por una caja de ciruelas, unas maduras y otras verdes, y posteriormente le pidió permiso a su padre para ir a venderlas. En el camino, se encontró con el viejito, y éste le preguntó: —¿Qué llevas en esa caja hijo?—, el muchacho respondió: —llevo ciruelas—, el viejecillo sonriendo, el dijo: —pues ciruelas venderás hijo—.
El joven siguió su camino hasta llegar al pueblo, y al destapar la caja se sorprendió al ver las ciruelas maduras y de mayor tamaño, mismas que pudo vender a buen precio. Al llegar a su casa, su padre se asombró del dinero obtenido por la venta, sus hermanos también sorprendidos, le preguntaron.
—¿viste a un viejito por la vereda? —, él contestó: —sí, y me preguntó qué llevaba en la caja, sólo contesté que ciruelas. Sus hermanos simplemente se miraron y comprendieron que debían haber sido honestos desde el principio. A partir de ese día siempre hablaron con la verdad.
Armando Mukulk Canales, Escuela Benito Juárez, Quintana Roo
Actividades
Actividad 1
Efectos sociales de la honestidad
La maestra seleccionará una serie de imágenes que puedan ser recortadas de periódico o revistas en torno al tema “Efectos sociales de la honestidad”.
Cada alumno elegirá la imagen que más llame la atención, la observará en silencio, reflexionando durante 5 minutos. Cuando la maestra lo indique, cada alumno mostrará la foto al grupo y dirá lo que ha descubierto en ella, osea, el mensaje o problema que representa. Podrá decir también las reacciones que ha sentido en su interior al ver la imagen; además puede describir otras situaciones que conoce que se relacionan con la imagen.
Cada idea expresada se escribe en el pizarrón para luego sacar una conclusión general. El mensaje o problema que descubrí en la imagen que escogí es:_______________________________
La conclusión que sacamos en el grupo sobre el tema es:____________________________
Para todos los días de esta semana escoge con tu maestra una actividad en la que practiques la honestidad en la escuela (por ejemplo: hago mis tareas de la escuela y de la casa, no digo mentiras, soy sincero (a) con mis amigos (as), etc.)
Mi desafío de esta semana: _________________________________________
Actividad 2
Un detective privado.
CASO A RESOLVER: Carlos no hizo la tarea. Al día siguiente tuvo un serio problema con la maestra. Carlos le dijo que el no tenia la culpa de no haber hecho la tarea. Tu labor como detective es descubrir quien de los sospechosos es responsable de que Carlos no haya hecho su tarea.
Posibles culpables:
Alberto, el hermano menor de Carlos, porque lo obligo a jugar con él, y a Carlos no le quedo mas remedio que irse a jugar.
Mariana, la hermana mayor de Carlos, porque estuvo escuchando música en su cuarto y lo distrajo.
El papá de Carlos, porque cuando llego de trabajar quiso cenar con toda la familia, así que Carlos no tuvo mas remedio que sentarse en la mesa.
La mamá de Carlos, porque le dijo que levantara sus juguetes, y por levantarlos no puedo hacer su tarea.
Spike, el perro de Carlos porque, estuvo ladrando y hacía mucho ruido.
El lápiz negro de Carlos, porque no tenía punta.
Flops, el gato de Carlos, porque tenía hambre y a Carlos no le quedo otro remedio que servirle su leche.
La televisión de Carlos, porque estaba prendida y había un programa interesante.
La maestra de Carlos, porque se le ocurrió dejar mucha tarea.
El cuaderno rayado de Carlos, porque se queso en el colegio.
La despensa de Carlos, porque estaba llena de galletas.
Conclusiones del tema:
¿Quién podrá ser el culpable?
Alberto
Mariana
El papá
La mamá
El perro Spike
El lápiz negro
El gato Flops
La televisión
La maestra
El cuaderno rayado
Las galletas
Otro sospechoso
El mismo Carlos
Conclusiones y notas sobre el caso:
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Conclusión del caso:
El verdadero culpable de que Carlos no haya hecho su tarea es:
___________________________________________________
DE HOY EN ADELANTE…
Reconoceré de manera sincera cuando me he equivocado, sin tratar de justificarme o culpar a otros.
Actividad 3
Cuento: La falacia
En un ranchito vivía un señor, su esposa y sus tres hijos. Un día el papá bajó una caja de ciruelas, mandó a su hijo mayor a venderlas al pueblo cercano a su ranchito.
El muchacho iba por la vereda cuando se encontró con un viejito de canas y barbas blancas (era un mago disfrazado de anciano) quien le preguntó al muchacho: —¿Qué llevas en esa caja hijo? —, y el muchacho, pensando que le iba a pedir una ciruela, le respondió: —llevo piedras—, el anciano le contestó: —pues piedras venderás hijo—. El muchacho siguió su camino hasta llegar al pueblo.
Fue grande su sorpresa cuando destapó la caja, eran puras piedras, las tiró y regresó a su casa. Cuando llegó su papá le preguntó: — ¿y el dinero de la venta?—, el muchacho respondió: —me tropecé y cayeron todas las ciruelas al barranco —.
El padre muy enojado pidió otra caja, y esta vez mandó a su hijo mediano a venderlas.
Yendo el joven por la vereda se encontró con el mismo viejito, que le preguntó: —¿qué llevas en la caja hijo? —, y el muchacho, pensando que le iba a pedir un poco le contestó: —llevo carbón—, y el viejito le contestó —pues carbón venderás hijo —. El muchacho siguió su camino hasta llegar al pueblo, cuando destapó su caja, las ciruelas se habían convertido en carbón. Al llegar a su casa le mintió a su padre, diciendo que por un descuido le habían robado toda la fruta.
El padre se puso triste porque no podía creer lo que le habían dicho sus hijos.
El hijo menor al darse cuenta de lo que había sucedido, fue por una caja de ciruelas, unas maduras y otras verdes, y posteriormente le pidió permiso a su padre para ir a venderlas. En el camino, se encontró con el viejito, y éste le preguntó: —¿Qué llevas en esa caja hijo?—, el muchacho respondió: —llevo ciruelas—, el viejecillo sonriendo, el dijo: —pues ciruelas venderás hijo—.
El joven siguió su camino hasta llegar al pueblo, y al destapar la caja se sorprendió al ver las ciruelas maduras y de mayor tamaño, mismas que pudo vender a buen precio. Al llegar a su casa, su padre se asombró del dinero obtenido por la venta, sus hermanos también sorprendidos, le preguntaron.
—¿viste a un viejito por la vereda? —, él contestó: —sí, y me preguntó qué llevaba en la caja, sólo contesté que ciruelas. Sus hermanos simplemente se miraron y comprendieron que debían haber sido honestos desde el principio. A partir de ese día siempre hablaron con la verdad.
Armando Mukulk Canales, Escuela Benito Juárez, Quintana Roo
Reflexiona:
¿Por qué crees que el anciano preguntaba con tanta insistencia a los hermanos qué llevaban en la caja?
¿Cómo crees que se sentía el papá cuando llegaron los hermanos mayores con las manos vacías?
¿Crees que el viejecito mago les dio una buena lección?
¿Crees que sea necesario ser deshonesto para tener éxito?
Persona:
¿Por qué es importante no engañarse a sí mismo?
¿Sabes cuáles son tus principales fallas?
Familia:
¿En que situaciones te cuesta trabajo decir la verdad?
¿Sabes aceptar tus errores frente a los demás?
Escuela:
¿Cuál es la mejor forma de ganar amigos?
¿Crees que quien dice la verdad conquista el respeto de los otros?
Comunidad:
¿Cómo puedes hacer para ganarte la confianza de los demás?
Fuente: www.valores.com.mx