Misioneros Oblatos de los cc.ss de Jesús y María
Génesis 1,1-2,2; Salmo 103; Génesis 22, 1-18; Salmo 15;Éxodo 14, 15-15, 1; Isaías 54, 5-14; Salmo 29; Isaías 55, 1-11; Baruc 3, 9-15. 32-4, 4; Salmo 18, 8. 9. 10, 11; Ezequiel 36, 16-28; Salmo 50; Romanos 6, 3-11; Lucas 24, 1-12
Sábado 07 de Abril de 2007
Sábado Santo
«Dios saca su victoria de una serie de derrotas: JESUS RESUCITÓ». P. Matovelle.
En esta noche santa, santa por la resurrección del Señor, celebramos en comunidad el misterio más grande de los creyentes JESUS RESUCITADO.
El frío de la muerte, ha concluido; la apesadumbrada noche ha terminado, la aparente derrota se ha transformado en victoria: el Hijo de Dios ha vencido a la muerte.
Esta Vigilia Pascual, es la celebración Madre de la Iglesia Universal, en ella celebramos la vida de Jesucristo, es decir la vida del mundo enseñoreándose por entre las calles de la muerte.
La resurrección de Jesucristo que celebramos hoy, no es un acontecimiento subjetivo dado en la mente de los discípulos, ni tampoco es una simple aparición, ni mucho menos se trata de un fantasma que deambula por el ambiente nostálgico de Jerusalén, cargando sobre si el peso de la muerte.
La Resurrección de Jesucristo es un acontecimiento histórico y por tanto real que habla de vida y esperanza, la resurrección de Jesucristo representada en el Cirio Pascual habla de Luz en medio de la oscuridad del sepulcro, habla de claridad en medio de los cadáveres de la historia, habla de vida al interior de vientres que han propugnado el ocaso del don más maravilloso de Dios: «LA EXISTENCIA.»
La Resurrección del Señor representada en el agua, habla de purificación y también de vida nueva, revela al mundo el agua de Dios en medio del desierto del sinsentido de la vida.
Hermanos y hermanas, la Resurrección del Señores el renacer a ambientes de esperanza en donde se generen ilusiones, es el renacer a nuevas familias, a nuevos hogares en donde se respire el hálito de Dios.
No hemos de dar cambios abruptos en nuestra vida producto de esta ceremonia, se trata y sería suficiente empezar al menos a caminar en un proceso de conversión que nos acerque más a Jesucristo.
Reconozcamos a Cristo Resucitado en el abrazo lleno de amor y ternura que prodiga una madre a sus hijos, reconozcamos al Resucitado en el beso del perdón y del amor que regala un Papá a sus hijos, Reconozcamos al resucitado en los hijos grandes y pequeños que cumpliendo el deber con esmero y responsabilidad se encumbran hacia las cumbres más altas de la vida: SU REALIZACION PERSONAL sin desconocer a Jesucristo.
María Santísima, protégenos siempre y haz que esta resurrección sea motivo de alegría duradera para el mundo y para quienes vivimos en él.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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