CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA EL FIN DE SEMANA: NOVIEMBRE 26 DE 2015

Tiempo para salir al encuentro.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Bendiciones y que Dios sea nuestra fortaleza y la razón de entregarnos con amor a los demás y de manera especial a los que nos son más cercanos. Oraciones por la visita del Papa a África y por la conversión de todos los que de alguna manera generan o generamos violencia.

Desde ahora los invito para que comencemos a disponer la vida, pero sobre todo el corazón, para la llegada del Señor.

Independientemente de lo que suceda por fuera de nosotros, para bien o para mal, sabemos que tenemos un compromiso con Dios; sabemos que durante la vida somos administradores de su gracia y su riqueza. Siendo así, la vida es la oportunidad más grande que tenemos para mostrar nuestro ser de Dios, nuestra grandeza; la oportunidad que tenemos para dar el amor que nos viene de Dios y dejar huellas en las personas que amamos y nos aman. La vida es una oportunidad que el Señor quiere que nosotros aprovechemos para instaurar el Reino de Dios que es de amor, de justicia y de paz.

Comenzaremos el Adviento que nos dispone y a la vez nos prepara, para que la llegada del Señor, su regreso, nos encuentre dispuestos y sobre todo, haciendo las cosas que debemos hacer.

Haciéndolas bien y sobre todo llenándolas de amor.

Comenzamos un tiempo que nos prepara y nos dispone para el regreso del Señor. Un tiempo de oración, tiempo para estar en vela. No es tiempo de dormir sobre lo logrado o lo que hace falta.

El tiempo es de vigilante espera para poder estar, cuando Él nos llame, atentos.

No es tiempo de seguir viviendo un cristianismo tan lleno de miedos, es hora de salir al encuentro del Salvador; en Jesús está todo y aunque el mundo se acabe, las cosas se derrumben, frente a Él, debemos permanecer de píe, con la esperanza a plenitud que será la que nos llevará soportar las adversidades que la vida nos presenta. El mundo necesita del Evangelio, de buenas noticias, de personas valientes y comprometidas. De gente amorosa y misericordiosa. Cuando todo se acabe, cuando llegue el final es el tiempo que tiene Dios para que comencemos.

Hay que volver a la fe, a los recursos divinos. Ha llegado el tiempo para muchos de recurrir al lugar donde almacenamos las ganas de luchar, de entregarnos, de ser buenos. Es hora, ya es tiempo: hay que levantar la cabeza, hay que caminar, hay que consumir las energías, porque se acerca el liberador. Y que nos encuentre atentos, vigilantes, amorosos. Nos encuentre siendo nosotros mismos en la dimensión divina que poseemos.

Tenemos que cuidar la esperanza porque es la única que no deja que la alegría se pierda aun en medio de la adversidad, porque es la que ilumina y fortalece a la fe. La esperanza es la que no defrauda y es la que se hace presencia, junto con la fe, en los momentos de ausencia, en los momentos que sentimos que la vida se nos muere.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd