CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
Ezequiel 37,12-14, Salmo 130, Romanos 8,8-11; Juan 11,1-45
V DOMINGO DE CUARESMA
“SEÑOR SI HUBIERAS ESTADO AQUÍ, MI HERMANO NO HABRÍA MUERTO”, fue la expresión de Marta a Jesús tras la muerte de su hermano Lázaro, expresión que denota fe, confianza y esperanza fervientes en aquel que es el Hijo de Dios.
El “estar de Jesús” en nuestro medio, en nuestro contexto, en nuestras familias, en las instituciones, en quienes dirigen nuestros pueblos, depende de los hombres y mujeres de buena voluntad que desean que Jesús reine en el mundo entero; el “estar de Jesús” en los sitios antes mencionados depende de los corazones de hombres y mujeres que desean con vivacidad contar siempre con la presencia de Dios en sus planes y proyectos, una presencia que transforma situaciones caóticas, una presencia que es vida en medio de la muerte.
“Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto”
Fue la frase lastimera pero llena de fe pronunciada por Marta y más tarde por María, su hermana; hoy nosotros no le decimos al Señor “si hubieras estado aquí…..”, también hoy le decimos “Gracias Señor por estar aquí con nosotros” y lo decimos con convicción porque sabemos que efectivamente el está en nuestra Eucaristía y no una Eucaristía a la cual asistimos como simples espectadores, sino una Eucaristía que es celebrada con gozo y alegría, cantando, respondiendo, sintiendo que ese Jesús que resucitó a Lázaro hace dos mil años, nos está también a nosotros ahora resucitando.
Hoy no le decimos a Jesús “si hubieras estado aquí…..”, hoy le decimos porque estás aquí, tenemos vida
Porque estás aquí podemos alabarte, porque estás aquí nos congregamos domingo tras domingo en torno al altar de la vida que eres Tú, porque estás aquí te pedimos por nuestros familiares y amigos que están enfermos, como también por los que se encuentran en otros países, porque estás aquí nuestro corazón desborda de alegría en medio de los posibles sufrimientos, porque estás aquí tenemos fuerza para seguir luchando por la vida, porque estás aquí Señor queremos perdonar a aquellos que nos han ofendido, porque estás aquí Señor te pedimos que nos resucites como a Lázaro.
Porque estás aquí Señor no queremos seguir muertos en vida, ni mucho menos sumergidos cuatro días en el sepulcro de las peleas y rivalidades, en el sepulcro de los odios y rencores; Señor Jesús tu que eres la resurrección haz que escuchemos en nuestra mente y en nuestro corazón “Lázaro ven fuera”, es decir sal del sepulcro que huele mal y respira el aire de la vida, el aroma de Dios.
Así como Jesús lloró ante la tumba de Lázaro, mostrando su condición humana sin dejar de ser Dios, haciendo ver su carne y sus sentimientos, también ha llorado muchas veces por nuestras actitudes y palabras ofensivas contra nuestros hermanos.
Cuando nosotros como hijos hemos hecho llorar a nuestros padres, el mismo Jesús ha llorado; también cuando hemos pecado una y otra vez, allí ha llorado Jesús; cuando unos a otros se han propinado la muerte, en ese instante ha llorado Jesús; cuando en nuestro tiempo el secuestro, la corrupción, la injusticia, los asesinatos no han cesado, las lágrimas de Jesús se han multiplicado.
Hermanos y hermanas los invito para que sequemos las lágrimas de Jesús con comportamientos que hablen de nuestra conversión y con actitudes que hablen de la presencia de Dios en nosotros.
María santísima, enséñanos a comprender que no podemos seguir crucificando a tu hijo amado y danos el valor que necesitamos para salir de los sepulcros fabricados por nosotros mismos.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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