PARA EL FIN DE SEMANA: MAYO 5 DE 2016.
La Ascensión del Señor.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Vamos entrando en la etapa final del tiempo de Pascua. Solo nos restan unos días para que venciendo muchas realidades de muerte que nos quedan en la vida nos dispongamos, no solo a vivir como personas resucitadas en Cristo, sino también como personas llenas de su Espíritu. Es decir capaces, con la fuerza de Dios, de dar lo mejor y de llegar hasta el final en este proyecto de amor que el Padre tiene con la humanidad.
El próximo domingo estaremos celebrando la solemnidad de la Ascensión del Señor; su regreso al Padre y se abre así un tiempo, días de espera, para prepararse a recibir el don del Padre, el Espíritu Santo que vendrá a iluminar, fortalecer, dar testimonio y llevar a plenitud la verdad plena del plan de salvación. Ahora Dios nos enviará el Espíritu para que en cada uno se haga vida y sobre todo anuncio y testimonio. El Espíritu en cada persona hará su morada para que desde cada uno Dios siga siendo Palabra, defensa, templanza, alegría, paz, perdón y amor. Estos días que nos quedan antes de Pentecostés son para disponernos, para reunirnos, para fortalecernos y dejar lo miedos y las dudas y así recibir al que viniendo a nosotros quiere continuar con nosotros salvando a la humanidad.
El Señor regresa al Padre y la comunidad comienza a prepararse para el bautismo con el Espíritu Santo. Unos días para volver a descubrir que en la debilidad Dios nos hace fuertes y que las cosas del Reino están por hacerse. Dios no los dejará ni nos dejará solos en este proyecto; Él es el primer interesado en que los humanos recuperemos la paz, la alegría, la generosidad y el amor para que en su presencia todo vuelva a ser eternidad. Dios con nosotros en Jesús ahora será Dios en nosotros con su Espíritu Santo que además de iluminarnos y llenarnos de poder, nos mantendrá en comunión trinitaria haciendo su morada en cada uno.
En el nombre de Jesús tenemos que predicar la necesidad de volver a Dios, es decir, de convertirse y también la necesidad del perdón de los pecados porque la manera que tenemos de vivir está llevando no solo al mundo a la destrucción sino también acabando con las relaciones de paz y amor con las que los seres humanos debemos vivir y de relacionarnos. Y esto es urgente predicarlo y testimoniarlo: Hay que volver a Dios y a una vida de gracia.
En estos días vamos pedirle a Jesús que nos siga acompañando en este proyecto en el que nosotros que somos luz y sal y debemos dar testimonio que desde Dios, que en Jesús, todo puede cambiar, todo puede ser lleno de amor y juntos gozarnos de un mundo justo, en paz y pleno de amor.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.