CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

HOMILÍA PARA EL 29 DE ABRIL DE 2007

Misioneros Oblatos de los cc.ss de Jesús y María
Hechos de los apóstoles 13, 14. 43-52; Salmo 99; Apocalipsis 7, 9. 14b-17; Juan 10, 27-30
Domingo 29 de Abril de 2007
4º Domingo de Pascua

Queridos hermanas y hermanos:

En este cuarto domingo del tiempo de pascua se respira el aroma de Jesucristo resucitado, se palpa en el ambiente alegría y posiblemente el corazón de los creyentes como el de los discípulos de Emaús está ardiendo por el fuego del resucitado.

A través del santo evangelio de hoy según San Juan en el capitulo 10, 27-30, se nota cuanto nos ama Jesús resucitado, que es capaz de llamarnos SUS OVEJAS; dice: «Mis ovejas obedecen cuando yo las llamo» no dice, las ovejas o muchas ovejas, dice: MIS OVEJAS.

Como ovejas somos suyos, le pertenecemos, somos su posesión como cuando uno dice esto es mío, el Señor nos dice ustedes son míos. No les parece que es algo realmente grandioso saber que él nos dice mis ovejas, mis amigos, mis hermanos? Que más grande que saber que somos suyos; pues porque somos suyos nos ama entrañablemente, nos perdona con todo el corazón, nos levanta con su mano prodigiosa y nos redime con el misterio de su cruz.

» OBEDECEN CUANDO YO LAS LLAMO»

Gran virtud esta: La obediencia, propio de María nuestra madre, pero esencialmente constitutiva en la vida de Jesús, Jesús fue y es la oveja obediente de su padre, obediente al plan divino de la salvación, obediente hasta el extremo de la cruz. La obediencia es la característica de toda oveja de Jesús, como también lo es en la vida de los hijos con sus padres y a su vez de éstos con Dios.

Obediencia es lo que nos hace falta para hacer la voluntad de Dios y cumplir sus mandatos, obediencia es la que nos falta para honrar a nuestros padres, para respetar la vida desde el vientre de la madre hasta cuando la vida como el día se eclipsa. Obediencia es la que nos falta para propiciar consensos en un mundo inundado de conflictos, sin esta virtud no podemos ser ovejas del Señor, sin obediencia no podemos responder a su llamado. 

Dice Jesús: » YO LAS CONOZCO»

Este verbo no implica solamente una acción del intelecto; el conocer es descubrir quien es la otra persona, entrar en su corazón, amarla, saber de sus grandes cualidades y defectos; conocer es saber de los sueños del otro, de sus ilusiones, es conocer sus penas y alegrías para saber que el otro hace parte de mi.

«ELLAS ME SIGUEN», estoy seguro que la gran mayoría de ustedes siguen el Señor, sigámoslo con el corazón, la mente y con todo nuestro ser. 

Seguir a Jesús el buen pastor significa configurarnos con él, amarlo, reconocerlo, sentirnos bien con él y en su redil, es depositar nuestra vida, nuestra confianza, nuestra fe en Él. 

«NADIE LAS ARREBATARÁ DE MIS MANOS»

Ésta es una de las tantas promesas de Jesús y Él siempre las cumple y las lleva a plenitud; en ocasiones somos nosotros quienes las rechazamos. 

Estamos en su redil y nadie nos arrebatará de las manos del buen pastor; estamos en su redil y tendremos vida eterna y nunca nos vamos a perder, estar en el redil del Señor es sentirnos protegidos, amados, perdonados, vivificados y resucitados por el buen pastor. 

Evaluemos entonces si somos sus ovejas y evaluemos también a que redil pertenecemos.

Soy oveja del Señor cuando maltrato los míos y siembro la división al interior de mi redil que se llama familia. 

Soy oveja del Señor y pertenezco a su redil cuando los vicios son más importantes que una esposa, un esposo unos hijos. 

Yo soy oveja del Señor cuando todas mis fuerzas las empleo en adquirir bienes y dinero, tal vez perdiendo el amor de una familia. 

Soy oveja del Señor cuando mis rebeldía de niño, adolescente, joven y adulto no se hacen esperar, instaurando así el redil de la discordia y del irrespeto. 

Soy oveja del Señor cuando soy oveja mansa hacia fuera y con los de mi casa me comporto como el lobo feroz. 

Yo soy oveja del Señor cuando fácilmente deshecho la o las posibilidades de estudiar por darle gusto a quienes pertenecen al redil de la desidia y la pereza. 

Soy oveja del Señor cuando en la cotidianidad con mis palabras y actitudes instauro ambientes de guerra y no de paz. 

Hermanos y hermanas esta reflexión nos ha de hacer pensar en nuestra identidad de pastores y ovejas a la vez. 

Que María ilumine nuestras vidas para seguir siempre y con decisión a Jesús el buen pastor. 

P. Ernesto León D. o.cc.ss

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