Misioneros Oblatos de los cc.ss de Jesús y María
2Samuel 12, 7-10. 13; Salmo 31; Gálatas 2, 16. 19-21; Lucas 7, 36-8, 3
Domingo 17 de Junio de 2007
11º domingo de tiempo ordinario
A Propósito de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús que la celebramos el viernes pasado y que en nuestra parroquia cobra una fuerza especial el presente domingo, creemos importante iluminar con la Palabra del Señor esta festividad, entre otras razones porque la Parroquia está animada por la Comunidad de Misioneros Oblatos que tiene como patrono especial al Sagrado Corazón de Jesús.
El Sagrado Corazón de Jesús, es la manifestación del amor de Dios entre nosotros, contemplar el corazón abierto de Jesús derramando sangre, es contemplar el misterio del amor ofrecido a los hombres, un amor que se vuelve perdón y un perdón que se vuelve misericordia.
En la primera lectura del segundo libro de Samuel, se nota el amor y el perdón inmensos por parte de Dios a David, un amor que mueve el corazón de David para decirle a Dios: «PEQUE CONTRA TI», y la respuesta de Dios al ver que el pecador ha tomado conciencia de su falta, es vida, a sabiendas que producto del pecado le sobrevendría la muerte. En esta lectura se prefigura ya el amor misericordioso de Dios, es decir la advocación del Sagrado Corazón de Jesús.
Nosotros como David hemos pecado, y hoy con el corazón digámosle al Señor: PECAMOS CONTRA TI, y su recompensa será vida, vida nueva.
Por su parte la carta a los Gálatas, expresa el amor inmenso por parte de Pablo hacia Jesús, un amor en todo caso diminuto frente al amor que le tiene Jesús a Pablo y a todos nosotros; el que Pablo ame a Jesús le hace decir estas bellas palabras: el que ahora vive no soy yo, sino que es Cristo quien vive en mi, estas palabras salen de corazones que aman, de corazones que perdonan.
Si esto fue capaz de expresar San Pablo, imagínense ustedes que podrá expresar el Sagrado Corazón de Jesús, seguramente dirá: yo los amo tanto, que soy capaz de entregar nuevamente mi vida por ustedes; yo los amo tanto que sus vidas son mías, yo los amo tanto, que todos los días prodigo bendiciones sin cesar para sus vidas, y yo los amo tanto que soy capaz de perdonarles, mencionando una invitación, «váyanse, pero en adelante no pequen más».
Realmente no sabemos cuánto Jesús nos ama y por eso dudamos de él, no sabemos cuánto nos ama y por eso nos olvidamos de él, no sabemos cuanto nos ama y por eso nos alejamos de él, no sabemos cuánto nos ama y por eso no creemos en él.
¿Acaso el saber que dio la vida por nosotros no es razón suficiente para amarlo, para esperar en él y para confiar absolutamente en él?
En el Santo Evangelio, el amor de Dios se expresa en el perdón, y la respuesta del pecador es bañarle con lágrimas los pies de Jesús, esta escena nos recuerda nuestro bautismo, mientras que nuestra agua limpia, el agua de Cristo renueva; el pecador besa sin cesar a Jesús, no es el beso de la traición, sino el beso de la reconciliación; finalmente el pecador perfumó los pies de Jesús, nos recuerda una práctica del A.T., nos referimos a la unción de los reyes, en este caso el pecador está haciendo de Jesús el Rey de su vida, su amor y su todo.
Sintámonos entonces agradecidos con él porque además de amarnos, nos perdona.
Hermanos y hermanas, este es el contenido de la advocación del Sagrado Corazón de Jesús. AMOR, PERDON Y MISERICORDIA.
Saber lo anterior, ha de impulsarnos a amar más a Jesús y con él a nuestros prójimos, de manera especial a aquellos que viven con nosotros.
Que el Corazón Inmaculado de María, nos enseñe a amar a su Hijo Jesús.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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