CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
HOMILÍA OCTUBRE 2 DE 2022 – XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Habacuc, 1,2-3;2,2-4 Sal 94 2da Carta a Timoteo 1, 6-8.13-14 Lucas 17,5-10
Hermanos y hermanas:
La palabra del Señor, nos invita a reflexionar hoy sobre dos asuntos, el primero tiene que ver con una promesa de parte de Dios para Habacuc, promesa hecha también para nosotros y que se plantea así: «perecerá aquel que no tiene un alma recta y vivirá el inocente que confía en mí».
La palabra PERECER, no necesariamente habla de MUERTE FÍSICA, sino, de la lejanía del ser humano de la presencia de Dios, quienes han engendrado la guerra y el terror ya han empezado a perecer, aquellos que han negado la vida a seres inocentes, juntamente con ellos han empezado a perecer, aquellos que velan por sus propios intereses han empezado a perecer, aquellos que siembran a su paso violencia, discordias y peleas huelen a muerte aún estando vivos.
Han empezado a perecer aquellos que saben amar y que poco saben perdonar
Perecerán aquellos que no tienen hambre de infinito, hambre y sed de Dios; no así «los que tienen un alma recta, esos vivirán» dice el Señor, vivirá aquel que confía en Dios, confiar en el Señor es estar siempre cerca de Él, en las situaciones adversas y en aquellas que denotan alegría, confían en el Señor los hermanos enfermos que unen su sufrimiento al de Cristo, confían en el Señor aquellos que esperan un mundo nuevo, en donde el Reino de Dios ya se haya instaurado, confía en Dios aquél joven que ha descubierto que su máximo valor es Dios, confía en Dios aquél que en medio de la tragedia, siempre encuentra en Dios una luz y su esperanza. Confían en Dios y siempre vivirán aquellos hombres y mujeres que en medio del lodo del pecado, se han levantado para empezar a vivir las bienaventuranzas.
Hermanos y hermanas nos encontramos frente a una gran promesa: «perecerá aquel que no tiene un alma recta y vivirá el inocente que confía en mí», confiemos en el Señor y viviremos.
De esta confianza, de esta fe, de esta esperanza en el Señor nos habla hoy el Santo Evangelio – que constituye el segundo punto de nuestra reflexión cuando dice: «si tuvierais fe como un granito de mostaza, le diríais a ese árbol de morera, arráncate de raíz y plántate en el mar, y les obedecería», bueno sería durante el curso de esta Santa Eucaristía observar en el gran bosque de nuestra existencia, cuáles árboles hay que extraer de raíz, cuáles hay que arrancar, para después sembrar en nuestra tierra fértil la semilla de la vida.
Arranquemos de nuestra vida el gran árbol de nuestro orgullo para sembrar la pequeña planta de la humildad, extirpemos de nuestro corazón el árbol inmenso del resentimiento, para sembrar en su lugar la semilla serena del perdón, saquemos de raíz el árbol de la guerra para que la simiente sea la paz; talemos el árbol de la desconfianza en Dios y plantemos la semilla de la fe, que nos llena de amor y de esperanza, arranquemos el inmenso árbol de la división y sembremos la gran semilla de la unión.
Pidamos en esta Santa Eucaristía al jardinero divino, que siga regando con el agua de su bendición el árbol de los Misioneros Oblatos en su aniversario de fundación.
Que nuestro Venerable Padre Fundador de Oblatos Julio María Matovelle, nos impulse en compañía de María Santísima, a continuar nuestro camino cristiano por las sendas de la fe.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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