PARA ESTA SEMANA FEBRERO 25 DE 2018
“Y se transfiguró delante de ellos”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos para esta semana. Dios nos colme de bendiciones y permita que vivamos siempre fieles en la fe, que no perdamos la alegría y que su presencia nos llene de fuerzas para dar lo mejor de cada uno, lo que todos tenemos de Él en el corazón y que a su vez es lo más lindo y sublime que podemos dar a los demás.
Este segundo domingo de Cuaresma vemos que Jesús se transfigura delante de tres de sus discípulos (Mc.9, 2-10)
Ellos tienen la oportunidad de ver a Jesús en su majestuosidad, ellos pueden escuchar la voz del Padre Dios, ellos ven a Moisés y Elías hablando con Jesús. Todo es emocionante, todo deja suspendido el pensamiento, todo corrobora que se ha puesto la fe, la vida, el futuro, en las manos de Dios, en Jesús. Ellos ya lo saben: no están siguiendo a un hombre cualquiera, Jesús es realmente el Hijo de Dios.
Para los apóstoles, para los discípulos, era fundamental este momento, la transfiguración da un aire de paz y de seguridad a estos apóstoles y en ellos a toda la comunidad. La Transfiguración será un referente en los momentos difíciles, de duda. Ellos saben que Jesús es Dios, que a Jesús debemos escucharle y que, en los momentos de tiniebla, de oscuridad Jesús es la luz y la alegría que nuestro corazón necesita para seguir adelante en cualquier proyecto de amor.
El monte es el lugar de la transfiguración, de la manifestación, de la cercanía de Dios.
Al monte también deberíamos subir de vez en cuando para dejarnos encontrar por Dios, para que Él se nos manifieste en su inmensa paz y amor. Al monte vamos a orar y a permitir a Dios revelar esas cosas del corazón en las que nosotros deberíamos comprometernos un poco más y que tienen qué ver con el Reino. Y del monte hay que regresar para continuar con la vida, para dar testimonio de la presencia de Dios, para llenar el mundo de amor. La Montaña es el oasis de las alturas, el manantial de los cielos, otro lugar en el que Dios nos espera para saciarnos de Él mismo.
Al Bajar de la montaña, después de la transfiguración, nos damos cuenta que las cosas siguen igual pero que los discípulos no, que nosotros tampoco. Y aunque no podamos contar lo que vimos si debemos permitir que los demás se vayan enterando, por las palabras de Jesús, por sus enseñanzas, por sus milagros quién es Él; el gozo y la alegría de lo vivido en la montaña nadie nos lo quita. Y ahora lo tenemos claro: escuchar a Jesús es lo que nos pide el Padre Dios.
Jesús es su Hijo amado al que hay que escuchar.
Estamos en Cuaresma, ya sabemos que la resurrección nos espera y caminamos hacia el hecho de permitir que muchas cosas mueran en nosotros, sobre todo aquellas que nos impiden vivir con alegría y transparencia; cosas que nos impiden vivir de la mano de Dios y que nos alejan de los seres queridos. Vamos a resucitar con Cristo, llenos de “gracia”, de Espíritu Santo, de Palabra de Dios, de alegría y seguridad. Ya sabemos en quién hemos creído, vivamos conforme a nuestra fe, a lo que Dios nos pide. Vamos a obedecer al Padre, a escuchar a Jesús; tratemos de hacer lo que Él nos diga y que la alegría del corazón no se pierda en la tristeza del pecado y del caminar sin rumbo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/4XYD30moXKZ