El Reino de los cielos es parecido a un tesoro…
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Dios Padre nos cuide y que su Espíritu nos ilumine para que demos lo mejor de cada uno y sobre todo para que tomemos las mejores decisiones en bien de todos, esas que nos hacen crecer y sentir que caminamos juntos.
El Evangelio de este domingo 17 del tiempo ordinario (Mt. 13, 44-52) nos habla de la riqueza que podemos encontrar en el Señor, de la grandeza y majestad de Dios.
Él es un tesoro, una perla, la red que se echa al mar. Él es el Reino de Dios, en Él encontramos todo lo que realmente llena de alegría el corazón, lo que colma nuestros anhelos y búsquedas profundas.
La fuerza del mensaje no está puesta en lo que se deja sino en lo que se alcanza, en los logros y alegrías. Lo de atrás, lo que tenemos no nos puede atar y mucho menos nos puede impedir colmar nuestras búsquedas. El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido y a un comerciante de perlas finas y una red que se echa al mar, nosotros estamos llamados a buscar y encontrar, a dejar y tener, a echar y pescar.
Siempre Dios tiene cosas grandes para nosotros y es por eso que debemos discernir en el camino y optar por lo más valioso, por lo que más nos da serenidad, por lo mejor. Y no estamos solos en nuestro camino a la felicidad, no estamos solos en la búsqueda, Dios nos ayuda, nos orienta y nos ayuda a discernir por medio de sus ángeles; escoger la parte mejor, la más valiosa ahí radica la grandeza de nuestro discernimiento.
Todos, en algún momento de la vida, debemos hacer opciones y elegir lo que pensamos que puede ser lo más importante y lo mejor.
Jesús pone fin a nuestras búsquedas y es desde Él que la vida se comienza a mirar desde la alegría y plenitud. Debemos entender que las dudas de que se encuentre otro tesoro son peligrosas, nos privan de la alegría plena y nos llenan de inseguridad.
Frente a la perla de mayor valor, frente al tesoro encontrado, nuestra actitud debe ser de cuidado, la opción debe ser definitiva porque Dios no juega a las escondidas, Él se da por entero. Se deja encontrar para que lo sigamos reconociendo en los acontecimientos de la vida. Dios es único y nuestro corazón libre debe entregarse por entero, ya nada nos preocupa. El mundo lleva su ritmo, convivimos con todo tipo de personas, pero no debemos preocuparnos, sea donde sea somos del Señor, al tenerlo Él nos tiene a nosotros. La búsqueda es un encuentro.
Sigamos adelante que el Señor es todo lo que necesitamos para darnos y ser felices.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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