PARA ESTA SEMANA FEBRERO 28 DE 2021
“Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor para la semana que comenzamos. Una semana para vivirla en la certeza de la fe y en la escucha de la Palabra que nos lleva a la salvación.
El Monte es el lugar del encuentro, de la manifestación de Dios. Jesús, con tres de sus discípulos, sube al monte.
Jesús entiende que para la comunidad apostólica es importante afirmar la fe y sentir, después de los anuncios de la pasión, que ellos realmente lo han dejado todo por Dios, que no siguen a un hombre poderoso, sino que están caminando con Dios que ha venido para salvarnos y para proponernos una nueva manera de vivir y de obrar con los demás. La Transfiguración de Jesús y la voz del Padre, en ese momento de la historia de la comunidad, se convierten en aliento de vida. Fueron tantas cosas y tan bellas y deslumbrantes las que sucedieron en la montaña, que no vale la pena dudar y que seguir adelante y también ellos estar dispuestos a cargar con la cruz, vale la pena.
El sentido de la Transfiguración es la que Hijo se revela en su ser y condición divina, pero también que el Padre confirma lo que los discípulos han creído y han visto: Jesús es el Hijo de Dios. Esto llena de confianza a la comunidad e impone un reto: escuchar al Hijo. Jesús habla las Palabras del Padre, en sus palabras enseña el querer, la voluntad de Dios sobre cada uno. Sus Palabras y enseñanzas deben ser también creídas porque en estas encontramos seguridad y luz para el camino. Después de la Transfiguración la vida sigue, pero ahora llena de certezas, de fe.
Jesús lo es todo, es el Hijo querido al que debemos escuchar y seguir con fidelidad.
En el dolor, en la tristeza, en la oscuridad, en el peligro de muerte nos tiene que sostener lo revelado por el Señor, es saber que Él es Dios. Que la oscuridad no impida ver el resplandecer de un Dios que ha venido a salvarnos y que nos tiene la eternidad como lugar de descanso. Mientras llega la eternidad, el encuentro con el Padre, nosotros caminamos en la cotidianidad de la existencia con todo lo que implica de bueno y de malo, de tristeza y de alegría, pero con la certeza de saber que todo el amor y que todo el bien que hacemos a los demás tiene sentido, vale la pena porque trabajamos para el Reino y para que por nosotros y nuestro testimonio Dios sea el Señor de la creación.
Y en el camino el recuerdo de su grandeza y su Palabra viva se convierten en la fuerza que necesitamos para perseverar hasta la entrega final.
Sigamos adelante con fidelidad, escuchando la voz del Hijo de Dios que nos revela y conduce al Padre.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/yNJb50D4tDR
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