PARA ESTA SEMANA JUNIO 30 DE 2019
Descubrir la propia dignidad es el primer paso para la conquista en amor del mundo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que tanto nos ama. Entiendo yo del Evangelio de este domingo 13 del tiempo Ordinario (Lc. 9, 51-62) que todo tiene su tiempo, su momento; las cosas llegan y las decisiones hay que tomarlas. Es lo que hace Jesús.
Ha llegado la hora de ir a Jerusalén y lo hace con decisión.
Ha llegado la hora de confrontar, con los principales líderes religiosos, su verdad, Él es el Hijo de Dios, el Mesías. Nada, nadie, puede impedir que el proyecto de Dios siga adelante y triunfe. Seguramente los opositores lograrán que el proceso sea más lento; que la conversión al Reino se demore más.
Tiene también su tiempo el que nosotros nos decidamos por Jesús de manera definitiva; que le amemos y sigamos con todo el ser, con toda la radicalidad que el Evangelio nos pide. Que el momento de hacerlo (decidirnos por Jesús) sea pronto y que además esté acompañado de una gran capacidad de abandono (fe), de confianza (esperanza), de querer ser libres, de poner toda nuestra vida en la vida de Dios para que como Él nos demos por entero al bien de la humanidad (amor). Esas son las virtudes cristianas, lo que debe caracterizar a quien vive, se mueve y existe en el Señor.
Jesús nos envía también a nosotros como mensajeros
Nos envía para anunciar la llegada del Reino, la presencia del Mesías en el mundo. El Señor nos invita a que le prediquemos a la humanidad que Él sigue siendo la propuesta del Padre Dios que nos ama y que aceptándolo a Él el mundo necesariamente toma otro rumbo. Con Jesús el hombre descubre que la manera real de alcanzar la paz es aprendiendo a tolerar, a respetar y a amar a los demás. Tarea que no es imposible ya que Dios nos habita. Comenzar por descubrir la propia dignidad, es el primer paso hacia la conquista del propio yo y de ahí, solo desde ahí, lanzarnos a la conquista en amor de los demás.
Acoger el proyecto de Dios es cuestión personal; desde el corazón es que se acoge el mensaje porque solo desde ese lugar, en el que Dios habita, puede hacerse posible. Jesús no ha venido para ser impuesto, así como tampoco para ser recibido de cualquier manera. Jesús es una manera de ser, de vivir, de amar y por lo tanto de servir y de entregarse. Jesús se convierte en una decisión personal. Quien quiera apostarle realmente a un proyecto de paz y de amor, debe entender que hay que ser pobres ante Dios, que hay que ser humilde y tener siempre limpio el corazón.
Son bendecidos los que trabajan por la paz y por la justicia.
Muchas personas que siguen a Jesús quieren ser discípulos, estar con Él, ser enviados por Él. Pero Jesús mismo les habla del compromiso tan grande que se adquiere al ser “de los suyos”. Ser y seguir a Jesús es entender que no hay amor más grande, que no hay proyecto más importante y que no hay ser más amado y acogido que el prójimo.
Los que hemos creído, los que le hemos apostado al proyecto del Evangelio, los que deseamos vivir con verdad la vocación del ser cristiano, del discipulado, debemos entender que la paz, la alegría, la tolerancia son de gran importancia en el acontecer del cristiano, en el caminar por la vida. No es imponer una religión, es convencer con el testimonio y la palabra, es enamorar amando. Es hacer posible que Jesús sea conocido y amado más no impuesto y hasta repudiado.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/DJHz50uQ8qx