PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 6 DE 2019
La relación con Dios debe ser de amor, de confianza, de abandono.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que nos recrea en constante bondad. Que en la semana que iniciamos tengamos muchas oportunidades para hacer el bien y sobre todo para hacerlo bien. Que nos mueva la fe a descubrir el acontecer de Dios en las cosas que hacemos y que no nos cansemos de poner al servicio lo que Dios nos ha dado para los demás.
El texto del Evangelio de Lucas (17, 5-10) que se nos propone para este domingo XXVII del tiempo ordinario, nos enseña que la fe, aunque sea poca o pequeña tiene en sí tanta fuerza que es capaz de transformar no solo el corazón de las personas sino también aquellas realidades que nos parece sería imposible cambiar. La fe abre caminos, pero, sobre todo, llena de esperanza la vida, nos conduce en los momentos difíciles y nos ilumina en las tinieblas, debe ser la compañera de camino, el bastón que sostiene a todo el que se dice creyente. La fe es un don de Dios; es ese dinamismo interior que nos hace fuertes cuando somos débiles. Es Cristo obrando por su Espíritu en cada uno, haciendo posible lo imposible. También es Cristo el centro de la fe y el inspirador de todo aquello que por fe esperamos.
La fe nos ha de ayudar en la vivencia o en la puesta en práctica de todo lo que el Señor espera de cada uno.
Él nos conoce y sabe todo lo que podemos dar y también poner al servicio de los demás; por todo lo que tenemos, por nuestras capacidades, fue que Él nos eligió y nos hizo discípulos. Que no sean los silencios de Dios los que apaguen nuestra fe ni nuestra espera.
Que no sea el que Jesús haya regresado al Padre y que viva en el “cielo”, lo que llene nuestro corazón de temor, lo que nos haga dudar, desanimarnos o lo que acabe silenciando en nosotros el proyecto salvador de Dios, porque cuando llegan los silencios, cuando se siente la soledad, cuando llega el cansancio y se acaban las ganas de luchar es justo en esos momentos y situaciones que debemos entender que la fe es la que nos acerca a Dios, la que hace que experimentemos a Jesús en la vida, en el corazón y la que nos da fuerza para vencer los miedos.
Nuestra relación con Dios debe ser de confianza, de amor gratuito.
Una relación que nos lleve al abandono en donde no esperamos sino llegar a amarlo con todo nuestro ser para poder servirlo siempre y en cualquier circunstancia en la persona que se nos presente.
La fe, nos brinda la serenidad que necesitamos en momentos de turbulencia y además nos ayuda a cumplir con alegría el deber de cada día. Entender que trabajamos para Dios, que estamos a su servicio, que en el amar y acoger está todo lo que el Señor nos pide. Eso nos debe llenar de satisfacciones, eso nos hace vivir sumergidos en el misterio del amor. Por simple hecho de creer no merecemos una recompensa; debemos aprender a manejar nuestras desilusiones y desencantos de fe.
Cuando las cosas no se nos dan, es cuando debemos ser más fuertes y más fieles; en las crisis de fe es cuando más estamos siendo invitados a sentir que somos amados y que Dios es más cercano. La fe es el recurso interior dado por el mismo Dios para tener las fuerzas, para perseverar.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/g1X950wDQb1