Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Para todos una semana colmada de buenos propósitos y sobre todo con el deseo inmenso de crecer en fidelidad y entrega al Señor que nos invita a un culto a Dios desde el corazón, lleno de buenas intenciones pero sobre todo con el corazón limpio de cualquier mala intención, de querer comprar milagros o favores y en actitud de abandono como el niño que sabe esperar todo de su Padre Dios que es amor.

El culto a Dios tiene un lugar privilegiado que es el corazón

Pero también tiene un referente que es lugar de encuentro, lugar que nos recuerda su presencia, lugar de oración y de celebración y que nosotros conocemos como el templo: la casa que Dios habita y que ha sido construida como lugar de su presencia y de encuentro amoroso con pueblo.

En este domingo tercero de Cuaresma nos encontramos con Jesús en el templo (Jn. 2, 13-25) expulsando a los vendedores y volcando las mesas de los cambistas. Esta actitud, que viene definida como “celo” por la casa del Padre responde al querer de Dios que pide un culto limpio, relaciones transparentes y amorosas. Por los ritualismos y las normas y prescripciones, el templo había dejado de ser el lugar de encuentro de todos con Dios, el lugar en el que el pobre y el pecador, el rico y el santo debían ir para que el encuentro con Dios marcara sus vidas de manera especial.

Dios, se había vuelto en todo esto cultual, alguien a quien se compraba o se le contentaba con ofrendas, con sacrificios, donaciones en dinero, las relaciones con Él eran de tipo mercantil y es esto lo que genera el enojo de Jesús. Dios quiere un culto desde el corazón. Jesús con su comportamiento nos pide un cambio en la manera de relacionarnos con su Padre.

El templo es lugar de relación, es la casa del Padre.

En el Templo se expresan los sentimientos del amado con el enamorado, del débil con el que le puede ayudar, del único desde el cual podemos entendernos. El amor no se compra, el don de Dios no se negocia. El Templo es la imagen de una relación de amor. El Templo es lugar de enamorados.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd