CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 6 DE 2020

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 6 DE 2020

Dar la mano, ayudar a crecer, a no desviarse del camino del amor.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Una feliz semana para todos, bendiciones y que, si en esta semana tenemos la oportunidad de ayudar, de corregir, de perdonar, no la dejemos pasar. Dios se muestra, como Padre de amor, en nuestra bondad, acogida y misericordia. Somos posibilidad de cielo y de amor para muchas personas.

Desde el Evangelio que nos encontramos en este domingo 23 del Tiempo Ordinario (Mt. 18, 15-20) puedo estar seguro de que un verdadero cristiano, alguien que tiene a Dios en el corazón, tiene toda la intención de no fallar; procura estar lejos de cualquier situación de pecado. Un enamorado trata, en la medida de sus posibilidades, de estar lejos, muy lejos de las situaciones que sabe afectan el amor, que lo pueden dañar. Un enamorado es casi incapaz de fallarle a quien ama porque teme dañar, entristecer, el corazón del ser amado.

Y ante la falla o el error, ante el pecado que la persona puede cometer, nos dice Jesús, lo primero es llamarle, hablar con él, hacerle ver su falta.

No es recriminarle, no es acusarle. Es dar la mano, ayudarle a crecer, a salir de esa situación que le ata y que le aleja de los demás. Que nadie se vaya a perder si en mis manos está el ayudarle, el aconsejarle, el hacerle ver su falta. Siempre habrá que buscar alternativas para “ganar” para salvar al hermano; que otras personas nos ayuden cuando el que ha fallado no quiere reconocer su culpa o no quiere cambiar, que la comunidad intervenga.

Pero todo esto no obliga a nadie. Y nuestra actitud frente a quien se obstina en mal, en caminar en su pecado, debe ser siempre la de la misericordia: Quien se pierde ser encontrado, deber ser perdonado; con esa persona obstinada toca comenzar de nuevo el proceso y nosotros entender que todo pecado, en la experiencia de la fe, es una muestra de desamor a Jesús; el no cumplir sus mandatos es mostrar que no se le ama con la fuerza o con la intensidad que debe amársele.

La fuerza para salir del pecado y del mal está en el amor que tengamos a Dios, a su Hijo Jesús. Y si alguno no quiere cambiar, no toma conciencia de la necesidad de volver al corazón de Jesús y de la comunidad, es bueno, entonces, “marginarlo” para que lo piense, reflexione y comprenda su error y luego ser de nuevo acogido en la comunidad.

La comunidad es un espacio salvador, en la comunidad se manifiesta el poder, la bondad, la misericordia de Dios.

La comunidad es el lugar de la oración, del encuentro con el Padre del amor, lugar de la manifestación del Reino. Un buen cristiano, una buena comunidad de fe debe estar siempre dispuesta a defender, a salvar, nunca a condenar. El buen cristiano sabe y entiende que no debe juzgar y que la medida del amor que él use será usada con él, por eso está invitado a amar sobre toda norma, cobre cualquier medida.

Todos los que hemos fallado necesitamos un tiempo para cambiar, al que falla debemos ofrecerle alternativas, llenarlo de posibilidades. Jesús nos invita a que nos apoyemos; todos, sintiéndonos amados, podremos salir adelante, salir del pecado. Nos necesitamos, seamos amigos y desde Jesús amémonos de corazón los unos a los otros. Dios nos ha puesto como guardianes de nuestros hermanos, nos hace responsables los unos de los otros y todo lo hacemos por amor y con amor.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/EJzH50BcQ3N

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