CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 25 DE 2020

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 25 DE 2020

“Amar al otro como si fuera yo mismo”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Una semana para que juntos volvamos al amor primero, al amor razón de ser de todos nuestros amores, amor que nos sostiene y nos motiva a darlo todo hasta llegar al final en cualquier circunstancia. Somos uno en Dios, en su amor, en su corazón.

Somos iguales en dignidad y en amor; el otro es la prolongación de la presencia amorosa de Dios que en cada uno asume la realidad humana. Tomemos conciencia de la dignidad que tenemos y del hecho mismo de ser imagen y semejanza de Dios.

El mandamiento más importante de la ley es el amor.

Y se ama a Dios y al prójimo y nos amamos nosotros mismos. Amar es una única realidad: se ama a Dios sobre todo y desde Él nos amamos y amamos a los demás. Es un mismo amor el que nos une, en un mismo amor somos amados, con ese amor nos amamos.

Quien ama diferente o con un amor que no es entrega, servicio, bondad, misericordia, paciencia, ternura, salvación es que no ama a Dios sobre todo y los espacios que dejó en el amor y que le pertenecen a Dios, los ha tomado otro u otra realidad que pueden ser los celos, la envidia, la soberbia; todo aquello que hace que el amor sea enfermizo, que el amor no sea divino y que el amor se haga una carga para quien ama y para quien es amado de alguien que no ama desde Dios ni ama desde sí mismo. El amor a Dios no debe revestirse de apariencias. El amor a Dios es entrega sin reservas a los demás.

En la experiencia de Dios lo que realmente cuenta es el amor, lo que hace efectiva y auténtica la vivencia de la experiencia de Dios es el grado de enamoramiento con el que yo viva, con el que yo me sienta en el corazón de Dios. Toda la ley de Dios es importante, pero debemos siempre elegir el amor como lo más grande e importante de la ley. Del amor dependen todas las normas y preceptos, el amor llena de sentido todo lo que hacemos. Ya lo escribía Pablo “sin amor no soy nada” y podría hacer todas las cosas, pero sin amor pierden su sentido, su sabor.

El amor de Dios me descentra y me hace comprender que no soy yo el fundamento de la propia vida.

De Dios es todo lo que tengo y por eso con lo que tengo y soy debo amarlo, con toda la mente, el corazón, con todo el ser. Y este amor a Dios se proyecta hacia lo creado, hacia los demás, hacia el prójimo. Amar a Dios sobre todo es también amar al otro como si fuera yo mismo, hacerle lo que a mí me gusta que me hagan, tratarlo como me encantaría ser tratado. En esta dimensión el otro debe ser tratado con todo el amor y el respeto que yo me merezco. Sin juzgar, sin condenar, con las mismas posibilidades y oportunidades que yo tengo desde los dones y talentos que ha recibido. “el otro” es un lugar de encuentro, un lugar de Dios de la misma manera que yo lo soy.

Quedamos pues todos invitados a regresar al amor y desde el amor amar todo lo demás.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/8xeB50C1FkB

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 25 DE 2020

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