PARA ESTA SEMANA ABRIL 25 DE 2021
Jesús es el buen Pastor (Jn.10, 11-18)
La convicción profunda que tiene Jesús de su misión la expresa con el “Yo soy” que vamos encontrando en la lectura pausada de los evangelios. Sabemos que Él es la luz, que es agua viva, que es camino, verdad y vida; “Yo soy” el Pan vivo bajado del cielo, el Pan que viene de Dios. “Yo soy el buen Pastor”, el que es capaz de llegar hasta donde sea necesario en el cuidado de las ovejas. Jesús ama las ovejas, a Jesús lo mueve el amor; lo suyo es alejar el peligro, proteger el rebaño y evitar que las ovejas se dispersen. En Jesús encontramos todo: Él es luz, agua de vida, resurrección, camino, verdad, vida; es el único que conoce al Padre, que ha estado junto a Él.
Es el Pastor, es la puerta. Es amor.
El pueblo de Israel, el pueblo de la Biblia sabe de pastores: Dios es el Buen Pastor, también algunos reyes y gobernantes fueron tenidos como pastores, unos que supieron guiar a su pueblo, de “la mano de Dios” y fueron protección, compañía; también tuvieron pastores que les hicieron extraviar, que los abandonaron, que los dejaron solos en los momentos complicados. “Se apacentaban a sí mismos”. Ahora Jesús se presenta como Pastor bueno. Dios es Pastor; Dios es bueno. Jesús es el Pastor que el pueblo necesita, el Pastor justo y comprometido que ama al rebaño de la misma forma que Dios le ama.
Existe una comunión entre Jesús y nosotros, nos conoce, nos llama por el nombre y nosotros escuchamos su voz. Fuimos hechos para Él, en Él existimos y la plenitud real de la vida está en el encuentro, en el asimilarnos a Él; Jesús es el reflejo de lo que nosotros debemos ser y es el punto de referencia el amor con el que debemos amar; es comunión con el Padre y así como ellos son Uno nosotros debemos hacernos uno con Jesús. Jesús crea comunidad, forma el rebaño, lo apacienta y lo protege.
En esencia somos de Jesús y por eso tenemos la capacidad de escuchar su voz, de obedecerle, entendemos que en Jesús está nuestra vida protegida. Y ovejas del rebaño somos todos; Él ha sido enviado para hacer de nosotros un solo rebaño con un único pastor al que las ovejas le obedezcan y encuentren paz y sosiego.
Jesús que nos ama también nos llena de vida, de eternidad.
Él se entrega sin medida y lo hace porque el amor que se dona, que brinda confianza, es el amor que se hace salvación. Somos “ovejas” y sabemos los peligros que corremos cuando nos alejamos del rebaño y de manera especial del pastor. Si en este momento estamos “perdidos”, lejos del rebaño, busquemos la manera de regresar. Jesús nos cuidará, sanará las heridas, nos alimentará. Jesús ha venido a salvarnos y está dispuesto a entregar la vida, a cargar la oveja en sus brazos, sobre su espalda.
Si regresamos, si no queremos perdernos, tenemos una clave fundamental: escuchar la voz del Pastor. La voz es signo de la presencia y de la cercanía; nosotros reconocemos al Pastor por su voz. La voz del Pastor es la voz de Dios que congrega el rebaño. Jesús es el Pastor bueno, comprometido; a Él le importamos y a Él podemos acudir siempre que lo necesitemos, cuando nos sintamos cansados o sin esperanzas. El Señor está dispuesto a orientar siempre nuestras vidas con sus enseñanzas; su Palabra sigue vigente y su Palabra nos orienta porque su Palabra es luz.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/85OA50Ex27L