Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Abrazos y bendiciones, que el Señor que se acerca y nos llama a la conversión y a la apertura al Reino que está cerca, nos llene de paz y alegrías; que nos conceda la fuerza que necesitamos para involucrarnos de manera directa a su proyecto y que con nuestro sí sincero que nace del corazón nosotros comencemos a anunciar el Evangelio, a contar al mundo lo que ha significado el encuentro con Jesús y como y solo a través del amor las cosas pueden ser diferentes.
Por eso la conversión, que es un volver a los caminos de Dios, se convierte en la tarea diaria de los que hemos creído en Él y hemos abandonado todo aquello que nos ataba para abrirnos a la aventura de caminar de la mano del Señor.
En la cotidianidad de la vida, ahí en donde nuestra existencia se desenvuelve o desarrolla es donde aparece Jesús y nos llama.
Él nos conoce y sabe hasta dónde llega el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones; amor que en muchos está por desarrollarse, por expresarse, por llenar de vida en los actos de cada día. Jesús, consciente de nuestras limitaciones personas también sabe de nuestro origen, de la divinidad que nos habita y de todas las posibilidades que tenemos; por eso cuando pronuncia nuestros nombres, cuando nos llama, nos está invitando al regreso, a que volvamos a nuestro origen divino y a que confiemos más en la acción de Dios en nuestra vida. Dejarlo todo por Él es ganarlo todo. Caminar con Él es llenarse de su sabiduría y gozar de sus enseñanzas. Jesús es un reto y aceptarlo es comenzar a vivir en y desde Dios.
La mirada de Jesús nos llena de posibilidades y su llamada nos invita a trascender.
Jesús llena de sentido lo que hacemos y nos hace caer en cuenta que podemos ir mucho más lejos en las cosas que hacemos. Él hace de los suyos pescadores de hombres; pero no es nuestro esfuerzo el que lo logra, será Él y la experiencia que de Él tengamos. Será su mirada, su amor; será su presencia y el tiempo que estemos con Él lo que hará que la pesca sea exitosa. Jesús nos necesita para que preparemos el camino, para que rescatemos hombres y mujeres que en el lago o en los mares de la vida buscan oxígeno, vida. Jesús nos necesita para que vayamos e invitemos a la humanidad a la conversión y que le abran el corazón al Reino, es decir, a Jesús mismo que es el que verdaderamente nos salva.
Que nuestro sí no se haga esperar, que el seguir a Jesús no sea de palabra sino también de obra; que seamos capaces de dejar para que con Él y sin ataduras Dios sea el que redima, el que acoja, el que salve.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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7. Oración para antes de leer la biblia
8. Oración para antes de un viaje
9. Oración por los padres difuntos
11. Nueve domingos al divino niño Jesús
16. Oración antes de la confesión
18. Oración para antes de tomar una decisión
19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
Fuente: P. Jaime Palacio
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