CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA EL FIN DE SEMANA: OCTUBRE 6 DE 2016

PARA EL FIN DE SEMANA: OCTUBRE 6 DE 2016.

La Palabra de Jesús es sanadora, restaura la vida.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que nos recrea en constante bondad.

El próximo domingo nos encontraremos con el pasaje de Lc. 17, 11- 19 en el que diez leprosos le salen al encuentro a Jesús y desde lejos le gritan “Ten compasión de nosotros”. Me impresiona la seguridad de estas personas, alguien les tuvo que haber contado de Jesús, alguien les tuvo que haber dicho que Él podría sanarlos. Alguien generó en ellos la fe y sobre todo la esperanza y por eso no podían dejar que Jesús pasara de largo. Alguien que no puede acercarse por encontrarse excluido, tiene que gritar, llamar la atención. Hay que salir del camino, de la marginalidad, hay que dejar de comer de lo que se tira, hay que hacerlo todo por recuperar la dignidad. Y Jesús puede ayudar, Jesús devuelve la dignidad marginada, Jesús recupera nuestro participar en la vida comunitaria, social y religiosa.

Y los leprosos saben que no hay que tocar a Jesús, no es necesario; desde lejos Él escucha nuestras súplicas. Y no hay nada extraordinario en la curación de estos hombres, ellos creen y van a hacer lo que Jesús les manda. Es un repetir constantemente que una Palabra suya bastará para sanar, para quedar curados, para poder estar en medio de todos, con todos y no condenados a un lugar de soledad y abandono. Jesús siempre aparece como la esperanza, como la razón de nuestra fe.

Jesús nos mira, Él nos escucha, nos ve, entiende nuestra necesidad. Su mirar está lleno de ternura. La compasión, la mirada compasiva de Jesús cambia nuestra realidad, sana nuestra enfermedad, cura nuestra lepra. Hay que gritar, hay que pedir y hay que confiar.
Hay que salir al encuentro de Jesús, hay que pedir con fe y hay que tener la certeza que lo que nos dice se cumple. Creer en Jesús y creerle son dos cosas necesarias y una única realidad que se llama fe.

La Palabra de Jesús es sanadora, restaura nuestra realidad. Los leprosos quedaron curados, uno de ellos volvió a Jesús antes de comenzar su nueva vida, uno reconoció que solo Dios había hecho posible lo que tanto había anhelado. Solo uno ¿Y los demás? La fe a este hombre lo salvó mucho más allá de haberlo curado, la fe lo acercó al misterio del amor de Dios. Hay que regresar, es lo lógico: hay que agradecer, hay que reconocer que fue el amor el que los transformó. Dios merece que cada uno eleve la acción de gracias por cada cosa que va realizando por nuestra liberación.

Estamos siendo invitados a que cuando vayamos de camino nos demos cuenta de las cosas grandes que Dios realiza por cada uno; que “veamos” el actuar de Dios en nuestras vidas y que volvamos, regresemos al Padre. Tenemos en Jesús nueva vida para vivir y para darle a la vida lo mejor. Glorifiquemos a Dios en lo que hacemos y en lo que estamos llamados a hacer después de haber nacido en su amor manifestado en Jesús. Todos hemos sido sanados, todos hemos sido rescatados del camino, todos hemos sido escuchados por Jesús, todos hemos sido perdonados.

Volvamos sin miedos y cargados de gratitud

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd