Tercero de Pascua
Encuentro con el Resucitado: Los testigos pascuales. “Vosotros sois testigos de estas cosas”
Lucas 24, 35-48
El anuncio de la Resurrección de Jesús no proviene de una teoría sino de la experiencia de los que fueron testigos de ella mediante los encuentros con el Resucitado y luego afirmaron: “Nosotros lo hemos visto. Él se ha aparecido. Él vive”.
En el relato de hoy vemos cómo los discípulos llegan a la fe en la resurrección por medio de una experiencia suscitada por el mismo Jesús. La iniciativa proviene de Él. Jesús se presenta y se muestra a los discípulos.
Lo primero que sucede en el encuentro con Jesús resucitado es el saludo de la paz: “La paz con vosotros” (24,36). La paz es su don pascual.
Por su parte, los discípulos deben vencer el miedo, las dudas y sus reflexiones poco claras, para convencerse de que no se trata de un fantasma sino de Jesús en persona.
Luego el texto nos muestra tres gestos de Jesús:
• Jesús muestra las manos y los pies: los signos de su muerte en la cruz (24,39ª). De esa manera les muestra que es el mismo que murió en la cruz.
• Jesús les da permiso para que lo toquen (24,39b).
• Jesús come pescado delante de ellos (24,41-43). Deja claro que no es un fantasma o un espectro, sino que está delante de ellos con realidad concreta.
Pero la resurrección de Jesús no significa que Él haya regresado de la muerte a la vida terrena, quedando exactamente igual a como lo conocieron antes de su muerte. Si así fuera, Jesús tendría que morir de nuevo. Y la resurrección de Jesús es mucho más que eso: significa que a Él, quien murió en una cruz y fue sepultado, Dios le ha dado una vida nueva y definitiva, que supera la muerte.
Los discípulos no se han dejado engañar por un espíritu, ni por una ilusión: se trata de Jesús mismo, en persona, el que conocieron antes de la cruz, el mismo pero al mismo tiempo gloriosamente diferente. Él viene al encuentro de sus discípulos con una existencia, con una realidad nueva y definitiva.
Jesús mismo, por iniciativa propia, los ha convencido de que ha superado la muerte y que realmente vive.
Con su muerte y resurrección, Jesús completó el contenido del mensaje que debe ser anunciado a todos los pueblos. En el nombre de Jesús, es el testimoniarlo a Él, a partir de todo lo que se ha manifestado a través de su obra y su camino hasta la cruz y la resurrección, deben ser anunciados a todos la conversión y el perdón de los pecados.
Todos los hombres, por lo tanto, están llamados a convertirse al Dios que, a través del camino de Jesús, ha compartido nuestro destino humano hasta la muerte en la cruz y la resurrección vencedora de la muerte.
Todos los hombres, están llamados a convertirse al Dios que les ha demostrado su amor y su poder.
La conversión se llevará a cabo en el apoyarse con confianza en las manos de este Dios, entonces perdonará todos los pecados y dará la plena comunión con Él.
El encuentro con el Resucitado hace de los discípulos verdaderos testigos. Todo anuncio debe partir de este testimonio y no de especulaciones, ideas u opiniones personales sin sobre el hecho mismo.
Toda transmisión del mensaje pascual depende del hecho de que los apóstoles son testigos oculares dignos de fe y han prestado un servicio fiel a su Palabra.
En síntesis, Jesús convence a sus discípulos de la realidad de su vida nueva, los lleva a la comprensión de la Escritura y de su camino, les muestra el contenido del anuncio y en qué consiste su tarea misionera y finalmente los confirma como sus testigos. Sobre esta base se hace la experiencia de Jesús resucitado.
Para cultivar la semilla de la Palabra en el corazón:
1. ¿Por qué Jesús se les muestra con tanto realismo a los apóstoles?
2. ¿Cuál es el contenido del anuncio que deben transmitir los apóstoles?
3. ¿En qué se basa este anuncio?
P. Fidel Oñoro C., cjm
Centro Bíblico del CELAM
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