Este tercer domingo del Adviento es conocido como el domingo de la alegría.
Ya llega el Señor y nosotros tenemos que alegrarnos porque el Señor en Jesús nos mostrará su misericordia, restaurará nuestro corazón y nos llevará a vivir desde Él la entrega en el amor a los demás.
La alegría viene cada vez que damos los frutos que Dios quiere. En este domingo se nos invita a una preparación inmediata que parte del deseo profundo de conversión. Volvamos a Dios y desde Dios al hermano. Es tiempo para compartir lo que tenemos con los demás, especialmente con los que no tienen. En el compartir lo que tenemos se entrega Cristo de manera real a los demás. Aprendamos en el darnos a ser justos dando a cada uno lo que merece. Nuestra vida debe estar marcada por la limpieza del corazón.
Hagamos cada uno lo que tenemos qué hacer, desde lo que somos, lo que tenemos
Desde nuestro trabajo, nuestra condición de querer vivir y cumplir la voluntad de Dios, debe manifestarse en las obras. Tener claro lo que tenemos que hacer nos hace vivir un constante deseo de conversión. Nunca perdamos la alegría, la conversión nos lleva vivir no solo para Dios y los demás sino también a que encontremos la plenitud de la vida en las obras buenas que realizamos. Alegres donde la vida nos ha puesto y haciendo lo que nos corresponde. Ninguno de nosotros está excluido del plan de la Salvación, del proyecto del Reino. Debemos tomar decisiones, pero sobre todo la de iniciar a caminar hacia en encuentro con Jesús. Caminemos y encontremos a los que nos necesitan y ayudemos a que salgan de sus dolores, del hecho de ser excluidos. Jesús nos invita a ser solidarios.
Esta semana debemos preguntarnos, con todo el corazón y con los mayores los deseos de conversión, para que Jesús llegue y reine en nuestra vida, qué es lo que tenemos qué hacer, cómo prepararnos para que al llegar se quede con nosotros y en nosotros. Qué hacer para no perder la alegría a causa del pecado y sobre todo cómo hacer para que Él en su amor nos lleve a la plenitud de la entrega.
Siempre alegres en el Señor.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: P. Jaime Palacio
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