CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
HOMILÍA JULIO 24 DE 2022 – XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C
Gn 18,20-32; Sal 137, Col 2,12-14; Lc 11,1-13
Queridos Hermanos y Hermanas:
Cuando se quiere sintetizar toda la doctrina que enseña la Iglesia, se alude a menudo al mandamiento del amor, que para unos no deja de ser algo incomprensible, romántico e incluso anacrónico.
No obstante lo anterior, hoy los textos de la liturgia hacen una clara alusión al tema del amor – aunque sin hablar de él -, lo actualiza y lo hace valedero para este tiempo y para los siglos venideros, porque el mismo Dios es AMOR.
En Gn 18,20-32 (primera lectura), en medio de la realidad de pecado de Sodoma y Gomorra, se evidencia la imagen de un Dios amor y misericordia, dispuesto siempre a perdonar; si no a una colectividad que ha cerrado su corazón a Dios, al menos si a algunas individualidades que en medio de sus caídas, en todo caso ha tenido siempre abierto su corazón a Dios.
Abrahán le pregunta a Dios, ¿si hay en un pueblo un número tal de justos lo destruirías?, Dios dice no; y la razón es el amor; pues, nosotros hermanos y hermanas, nosotros somos esos 50, 30 o 10, a quienes Dios ama; por eso nos ha dado el gozo de estar vivos, nos ha dado la dicha de ser inteligentes y nos ha dado la capacidad de construir nuestra propia felicidad.
Siguiendo con la actualización del tema del amor, en la carta a los Colosenses (2,12-14) nos encontramos con la imagen de Cristo perdonando nuestros pecados y faltas en el madero de la cruz, por amor.
Aunque la mayoría dice que Jesús murió por nosotros para salvarnos del pecado, hay que decir que fundamentalmente lo hizo para darnos vida en Él, vida nueva, vida en el amor; es decir, dignidad que es igual a libertad. Y por eso cuando dice San Pablo: «Él nos resucitó», está diciendo Él nos amó, Él nos devolvió la vida, Él nos garantizó la libertad, nos dio la mayoría de edad.
Finalmente el Santo Evangelio de San Lucas (11,1-13), además de sintetizar el tema del amor en una sola palabra: «PADRE», palabra que inaugura una relación de amor entre nosotros los hijos y Dios nuestro Padre; palabra que habla de amor, palabra que habla de perdón, de acogida, de esperanza y protección; también, nos lanza a afirmar que Dios no está tan lejos de nosotros y por eso tendríamos que sentir y afirmar: Padre nuestro que estás en la tierra, gracias porque tu Reino ya está aquí entre nosotros; danos sabiduría para saber cuál es tu voluntad; gracias porque el pan que nos das a diario es fruto de tu amor y de tu bendición, pero danos Señor hambre de ti, aunque nuestro estómago esté saciado.
Señor enséñanos a comprender que el perdón que tu nos das es inmediato, mientras que el nuestro es un proceso.
Señor si bien te pedimos que no nos dejes caer en la tentación, también te pedimos que cuando la tengamos, experimentemos que el bien es más fuerte que el mal.
Danos Señor la fuerza necesaria para enfrentar las diversas manifestaciones del mal en nuestra vida y bríndanos tu amor para amar a nuestros hermanos.
María Santísima, a ti como dulce Madre, te suplicamos que hoy y siempre nos hagas hablar con Dios, diciéndole «PADRE NUESTRO».
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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