La invitación para esta semana es a la conversión

Todos algún día tendremos el encuentro definitivo con el Padre del amor y qué alegría que ese encuentro se dé desde un amor limpio, un corazón puro, una vida coherente. La conversión que nace del deseo profundo de estar con el Señor, de vivir en Él y de ayudarle en todo, es al que se nos invita en este domingo. El mundo no es de buenos o malos sino más bien de enamorados de Dios y su proyecto y por eso es importante insistir en la conversión como regreso al Padre y a su amor. Todo lo que viene del Padre es bueno por eso la importancia de estar o de permanecer en Él. Los frutos buenos vienen de un corazón lleno de amor de Dios, solo en Dios podremos dar lo mejor de cada uno.

El texto de Lucas (13, 1-9) nos muestra la paciencia de Dios, Él sabe esperar lo mejor de cada uno y por eso tiene su momento; Dios sabe dar tiempo a que nosotros nos tomemos en serio la vida, es verdad que somos frágiles, pero también es cierto que tenemos la fuerza que Dios nos da por medio del Espíritu. La llamada a la conversión es para todos; no perdamos la oportunidad que Dios nos ha dado. Nosotros existimos para dar frutos de santidad y de conversión, estamos en la viña para dar lo mejor. Demos frutos dignos, propios de conversión. Frutos que hablan del amor, de la paciencia y de la misericordia de Dios. No podemos seguir llevando una vida vacía, sin razón.

Si no damos frutos de conversión vivimos inútilmente.

Jesús intercede ante el Padre para que nos tenga paciencia; Jesús es el viñador que nos cuida.

La Cuaresma tiene que ser vivida como el tiempo extra que Jesús nos da. Él nos cuida para que demos frutos de redención. Aprovechemos el instante de la vida.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.