La Epifanía o manifestación del Señor
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que ahora de manera especial nos invita al encuentro con Jesús, su Hijo amado, a través del cual Él se ha hecho salvación. Jesús la luz del mundo nos permita caminar por los senderos de la verdad y justicia.
En este domingo, en el que en muchas partes del mundo se celebra la Epifanía, caemos en cuenta que muchas de las cosas que envuelven el misterio de la encarnación del hijo de Dios tienen que ver con la luz. Él mismo es la luz que viene de lo alto para alumbrar a las naciones.
Jesús mismo se define como la luz del mundo y quien le sigue no camina en tinieblas.
Los magos venidos de oriente se dejan conducir por una luz hasta llegar al lugar en el que encuentran a la sagrada familia.
La oración colecta de este domingo de Epifanía nos hace entender que Jesús brilla con luz propia. La luz que vino a los suyos pero muchos prefirieron caminar en tinieblas. Jesús emana, como luz, un resplandor que refleja su gloria, su grandeza y le pedimos que esa luz que Él lleva en sí ilumine nuestros corazones y pasemos de largo por las tinieblas del mundo. Jesús refleja su luz, porque la tiene del Padre; también tiene su estrella propia que está como un faro que ilumina el camino, como lo reconocen los magos de oriente y por eso pudieron llegar al lugar indicado.
Y en el texto del Evangelio (Mt. 2, 1-12) nos vamos encontrando con definiciones de Jesús:
Para los magos: el rey de los judíos. Herodes habla del Mesías y para los sumos sacerdotes y escribas: el jefe que pastoreará a Israel. Tres realidades que recogen muy bien lo que es Jesús y que invitan a un reconocimiento de la grandeza y dignidad que tiene el niño recién nacido.
El encuentro con Jesús ha generado muchos sentimientos: los pastores están alegres contando lo que sucedió, los magos le adoran y le ofrecen regalos significativos y además vemos cómo Dios comienza sus cuidados haciendo que ellos regresen por otro lado a sus reinos y no corran peligro alguno.
Necesitamos ponernos en camino, encontrarnos de nuevo con el Señor, maravillarnos de las obras que en Él el Padre realiza.
Debemos dejarnos guiar por Jesús, permitir que Él ilumine nuestros caminos. Necesitamos contemplar de nuevo, ofrecer a Jesús lo mejor de cada uno y regresar luego a contar toda la grandeza de Dios que sabe hacerse pequeño.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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