AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO 15 DE JUNIO DE 2016
El Evangelio que escuchamos nos muestra a Jesús que, acercándose a Jericó, restituye la vista a un ciego que mendigaba en el orilla del camino. La figura de este hombre representa tristemente a tantas personas que, aún hoy, sufren discriminación y rechazo por parte de los demás. Es llamativo que este marginado a las puertas de Jericó, ciudad bíblica que simboliza la entrada a la tierra prometida, en lugar de encontrar compasión y ayuda del prójimo, como pide la ley que Dios dio a su pueblo, encuentra en cambio insensibilidad y rechazo.
Como entonces, también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia del Señor. En contraste con esta actitud, Jesús que pasa, no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda. El Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vista. Gracias a su fe, el hombre ve, pero sobre todo, experimenta el amor de Dios que, en Jesús, se hace siervo de todos nosotros pecadores.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que Cristo, en el que brilla la fuerza de la misericordia de Dios, ilumine y sane también nuestros corazones, para que aprendamos a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos y celebremos las maravillas de su amor misericordioso. Muchas gracias.
Fuente: https://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2016/documents/papa-francesco_20160615_udienza-generale.html