AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO 24 DE AGOSTO DE 2016
Había preparado la catequesis de hoy, como para todos los miércoles de este Año de la Misericordia, sobre el tema de la cercanía de Jesús, pero ante la noticia del terremoto que ha golpeado el centro de Italia, devastando zonas enteras y dejando muertos y heridos, no puedo dejar de manifestar mi gran dolor y mi cercanía a todas las personas presentes en los lugares azotados por los temblores, a todas las personas que han perdido sus seres queridos y a aquellas que todavía están afectadas por el miedo y el terror. Oír lo que el Alcalde de Amatrice ha dicho: «el pueblo ya no existe», y saber que entre los muertos hay también niños, me conmueve mucho.
A todas estas personas en Accumoli, Amatrice y en otras partes, en la Diócesis de Rieti y de Ascoli Piceno y todo el Lazio, en Umbría y en Las Marcas, quiero asegurarles nuestra oración y decirles que confíen en la caricia y en el abrazo de toda la Iglesia, que en este momento desea estrecharse a ellos con su amor materno, también en el abrazo de los que estamos aquí en la plaza.
Agradecemos a todos los voluntarios y personal de protección civil que están socorriendo a estas poblaciones, y os pido que nos unamos en oración, para que, por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, el Señor Jesús, que siempre se ha conmovido ante el dolor humano, consuele a estos corazones afligidos y les dé la paz.
Dejémonos conmover con Jesús.
Por tanto, posponemos para la próxima semana la catequesis de este miércoles. Y los invito ahora a rezar conmigo una parte del Santo Rosario: “Los Misterios dolorosos”.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a salir al encuentro de las necesidades del prójimo, para que cada uno de nosotros pueda experimentar en su vida la mirada misericordiosa de Dios, y ser curado en el cuerpo y en el espíritu, recuperando la dignidad de ser hijos de un mismo Padre. Muchas gracias.