Misioneros Oblatos de los cc.ss de Jesús y María.
1 Samuel 26,2.7-9.12-13.22-23; Salmo 102; 1 Corintios 15, 45-49; San Lucas 6,27-38
Domingo 18 de Febrero de 2007
7º domingo de tiempo ordinario
COMIENZO DE LA CUARESMA 2007
A propósito del advenimiento del tiempo de Cuaresma que se empieza con el MIERCOLES DE CENIZA (21 de febrero- 2007), quisiéramos plantear una reflexión como marco de preparación para vivir este tiempo de gracia, claro está a partir de los textos arriba mencionados.
En la primera lectura nos encontramos con el drama humano de la competencia y del poder malsanos que corroen el corazón hasta lanzarlo al deseo de matar. Esta es la experiencia que vive David con Saúl; David desea matar a Saúl para posesionarse del trono y aún teniendo la oportunidad de hacerlo no lo hizo, se acercó a él y simplemente tomó la lanza y la jarra de agua que estaban cerca de Saúl y se fue.
Siguiendo el ejemplo de David en la segunda parte del suceso, es oportuno que todos los creyentes tomemos la lanza de nuestra propia existencia, para que después de evaluarla nos desprendamos de múltiples lanzas que atraviesan el corazón de una persona y el corazón de un pueblo; vale la pena desprendernos de la lanza de nuestro rencor, que siembra la guerra en el seno de nuestras familias; de la lanza de la indiferencia que raya con el desprecio por la humanidad, de la lanza de nuestros malos deseos que dejan a su paso secuestro, hambre, corrupción, violencia , muerte y barbarie.
La lanza
Alejemos de nuestras manos la lanza que empuñó el soldado, con la cual hirió el costado de Jesús, es la lanza de la envidia, es la lanza de la soberbia y la tristeza que no nos permite ver la creación con los ojos del Señor, unos ojos alegres y llenos de esperanza.
Igualmente, en consecuencia con la actuación de David (también en la segunda parte de la narración), tomemos en nuestras manos, la JARRA DE AGUA VIVA, que se llama Cristo ya no para alejarnos con ella a la montaña de la soledad: sino, para caminar erguidos rumbo al santuario DEL OTRO donde habita una vida capaz de utopías e ilusiones. AL OTRO O MEJOR A LOS OTROS, les hemos de llevar la JARRA llena de agua de la acogida, del perdón, compañía, sinceridad, diálogo y confianza; en una palabra, esta JARRA llena de CRISTO calmará la sed hiriente de los hombres y mujeres de la historia.
Este tiempo de cuaresma entonces no es más que el despojamiento de la lanza que mata, para empuñar la jarra del agua de la vida: Cristo.
Hablamos en este tiempo de conversión y cambio, hacemos nuevos compromisos; lastimosamente en ocasiones son buenas intensiones; HERMANOS Y HERMANAS no perdamos el tiempo poniéndonos grandes transformaciones y grandes cometidos como quien desea ser santo haciendo cosas extraordinarias e inmediatas, pongámonos más bien en camino de evaluar nuestra vida y empecemos nuestra conversión brindando una sonrisa, saludando con afecto y respeto a nuestros semejantes, cumpliendo con amor nuestros deberes, y cómo no, estableciendo una relación muy cercana -la oración- con el señor de la Vida; Jesús de Nazareth; así empezamos a configurarnos con el hombre celestial que plantea San Pablo en la Primera carta a los Corintios, propuesta en éste domingo como segunda lectura.
Finalmente Cuaresma con todos los elementos que la caracterizan como es el AYUNO, LA ABSTINENCIA, LA ORACIÓN, LA LIMOSNA Y LAS BUENAS OBRAS, no es más que la puesta en marcha de lo planteado por el Evangelio de domingo pasado: Amar y bendecir a los otros. Hacer el bien y ser misericordiosos con el drama humano y no ser jueces de nadie; esta es la generosidad de Dios, esto es CUARESMA, ESTO ES MIERCOLES DE CENIZA.
Que María Santísima Nuestra Sra. del Tránsito nos acompañe en este camino cuaresmal.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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