Compasión. 1. f. Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias. Lástima (de lastimar) Ternura provocada por los males de alguien.
—Diccionario de la Real Academia Española.
Consolar a los demás
Todos los días vives situaciones que despiertan en ti una variedad de sentimientos. La práctica de un deporte te produce emoción, una discusión te provoca enojo, una situación desconocida te da miedo y los triunfos te dan alegría. Las personas que están cerca de ti viven experiencias semejantes y tienen sentimientos similares. De esta forma, los sentimientos son un lenguaje común de los seres humanos que nos permite comunicarnos, comprendernos e identificarnos. En toda esa variedad de experiencias hay algunas que nos provocan sufrimiento a nosotros y a los demás, por ejemplo, la enfermedad, la pobreza extrema, el fracaso en un proyecto, un desastre natural o la muerte de un ser querido.
La compasión es el valor que te hace sensible a los males de las otras personas y te impulsa a aliviar o reducir su sufrimiento. Es una forma de solidaridad, que te vincula con los demás y también una expresión de generosidad pues por un momento dejas de pensar en ti mismo para poner tu inteligencia, imaginación y sensibilidad al servicio de quienes los necesitan. En la compasión hay también un elemento de lástima que no es algo vergonzoso para ti o para los demás, simplemente significa que sientes ternura por quien la está pasando mal.
Reflexiona: Los zapatos de los otros
En el mundo actual cada quien está preocupado por sus propios problemas y a veces se vuelve indiferente al dolor y los padecimientos de los demás. Esa situación se explica porque todos tenemos cientos de asuntos por resolver y vivimos nuestras tristezas particulares. Sin embargo, si ignoramos lo que les pasa a los demás, podemos hacer del mundo un lugar cruel e inhumano. Al mismo tiempo cerramos la oportunidad de que los demás comprendan los males que pueden pasarnos a nosotros. Ejercer la compasión exige el esfuerzo de ir contra el egoísmo y la indiferencia pero es una forma de construir un mundo mejor.
El primer paso es, por un instante, “ponernos en los zapatos del otro”. Por ejemplo, si vemos a un anciano abandonado, sentir por un momento que somos él. Si vemos a un pequeño en situación de calle, vivir por un instante sus dificultades. Pero la compasión no debe limitarse sólo a sentir, debe impulsarnos a cooperar para que esas personas dejen de sufrir. Tal vez nuestro esfuerzo no sea suficiente, pero siempre tendrá algún beneficio. En el mundo abundan las oportunidades para vivir la compasión: desde comprender al amigo que nos cuenta algún problema, hasta participar en un programa de recolección de ayuda para las víctimas de un desastre. Aprovecha esas oportunidades para que tu corazón sea más grande.
Hechos de la vida real
La princesa compasiva
La actriz Audrey Hepburn (1929-1993) fue una mujer bella y exitosa. En su edad madura decidió trabajar para el bienestar de los niños. Como embajadora de la UNICEF impulsó la alimentación y la salud de los pequeños más necesitados del mundo. A inicios de los noventa le diagnosticaron cáncer, pero la enfermedad no detuvo su trabajo humanitario. Cuatro meses antes de morir, sin esperanzas de recuperarse, viajó a Somalia para apoyar a los niños afligidos por la hambruna y el sida.
Problemas para pensar
En el 520 a.C. el faraón Samético y su familia fueron capturados por los persas al mando de Cambises. Éste pidió que a la hija de Samético la vistieran con harapos y le exigió que fuera descalza a llenar un cántaro de agua. Los egipcios gritaron de tristeza pero el faraón sólo bajó los ojos. Cambises ordenó que al príncipe heredero lo dejaran semidesnudo, le ataran un cordón al cuello y lo llevaran al patíbulo. Mientras los egipcios lloraban sin parar, Samético no se quejó. Poco después pasó frente a él un antiguo amigo del palacio, convertido en pordiosero, que mendigaba un trozo de pan. Al verlo, el faraón lloró con intensidad. Cambises le preguntó: “¿Por qué no lloraste cuando pasaron tus hijos y sí lloraste ahora?” El faraón respondió que mientras sus propios males eran muy grandes para llorar por ellos, la desgracia de un amigo merecía sus lágrimas.
Varios autores han tratado de explicar su conducta: “Ya esperaba lo que pasó con sus hijos, pero lo sorprendió la situación de su amigo”. “El dolor por sus hijos superaba las lágrimas.” “El destino de su familia es su propio destino y el destino del mendigo es un destino ajeno.” Piensa en el caso del faraón y escribe tu propia explicación. Cuéntale esta historia a dos o tres personas y pídeles su punto de vista. Te sorprenderá ver que en el mundo de los valores una misma acción puede tener varias explicaciones.
Lo que dice la gente
“El otro día vi en la calle a un señor que le estaba saliendo sangre de la nariz y me acerqué a ofrecerle mi pañuelo.”
—Jonathan Reyes, alumno de tercero, 9 años.
“Hay que saber ser amiga en las buenas y en las malas.”
—Georgina Ruiz, maestra de corte, 30 años.
“Siempre me gusta oír lo que sienten las personas que están cerca de mí. Así entiendo mejor lo que yo siento.”
—Juana Méndez, empacadora voluntaria, 14 años.
“Compasión, generosidad, justicia… Has tomado las mejores cualidades de la humanidad para volverlas parte de ti. El resultado es un hombre que me enorgullece contar entre mis oficiales.”
—Viaje a las estrellas: la próxima generación, 1987.
“Aquellas personas que saben extraer de su corazón y unir los sentimientos de compasión, respeto, necesidad, paciencia, arrepentimiento, sorpresa y perdón, serán capaces de crear el átomo que llamamos amor”.
—Gibrán Khalil Gibrán, Obras reunidas.
La compasión en símbolo
En la tradición del budismo la flor de loto color rojo es símbolo del amor, la compasión y las mejores cualidades del corazón.
Actividades: Un laboratorio para la compasión
Ubica, junto con tus compañeros, algún asilo de ancianos de tu localidad. Programen visitas regulares a los adultos mayores y ofrézcanles algún tipo de ayuda.
Durante dos semanas lee diariamente el periódico y busca noticias sobre algún grupo mexicano en desventaja, por ejemplo, alguna comunidad indígena en extrema pobreza. Planea, con tus compañeros, diferentes formas de ayudar a sus miembros.
Fuente: www.valores.com.mx