44.1 Historia:
En 1881 nació en Francia, promovida por un estudiante Jesuíta Teodoro Wilvaux meses antes de morir santamente; la práctica de la consagración de las familias. Tuvo tal acogida que en siete años se consagraron dos millones de familias. En la primera mitad del siglo XX se extendió extraordinariamente esta práctica, gracias, entre otros, al Padre Mateo Crawley, peruano, de la Congregación de los Sagrados Corazones, siempre alentado por los Papas en su apostolado por todo el mundo.
44.2 Compromiso de la Consagración:
«No debe consistir en una manifestación pasajera. La casa consagrada al Corazón de Jesús ha de convertirse en morada de fe, de caridad, oración, orden y paz doméstica» (Benedicto XV). «No es un rito vacío; exige a todos que su vida sea conforme con los preceptos cristianos, comulguen frecuentemente, con súplicas y penitencias se esfuercen en procurar no sólo su salvación, sino la de los demás». «Aparezca que Cristo reina de verdad en el hogar» (Pío XII). «EI amor de Cristo hacia nosotros ha de rebosar desde nosotros a los demás en las relaciones sociales, transformando la convivencia en familia fraternal, respetando la dignidad humana y cristiana de cada uno, sus legítimas aspiraciones y sus derechos inalienables. Esto es exigencia primordial de una consagración consciente y consecuente» (Pablo VI en su mensaje a España).
44.3 Introducción:
Hermanos, el hogar es donde se santifican los esposos por el amor mutuo. Se ayudan el uno al otro en la gracia, con la fidelidad a lo largo de toda la vida y educan en la fe cristiana a los hijos que el Señor les ha dado. Con razón se describe como la Iglesia doméstica. En estos tiempos, una de las cosas que más urge es la santificación del hombre. El gran daño de la comunidad está en que no se le ha dado a Dios el puesto debido en el hogar, siendo el Dueño y Señor de todo. Nosotros en busca de una mayor perfección en nuestra vida cristiana, vamos a consagrar a Dios este hogar para que en adelante sea morada suya y lugar de descanso para los que vivimos en él.
44.4 Canto:
Corazón Santo.
44.5 Lectura del Evangelio:
(Lc. 9, 1-10)
44.6 Monición:
La presencia de Cristo en un hogar atrae la alegría y la salvación.
¿Qué nos dice San Lucas?
«Convocando a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada por el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella y que de allí sea vuestra salida. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudíd el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrieron los pueblos anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes. Llegó a enterarse el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros que Elías había aparecido; y otros que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: A Juan le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quién oigo tales cosas? y buscaba verle. Cuando los apóstoles regresaron, le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte hacia una ciudad llamada Betsaida.»
Comentario a este texto.
44.7 Oración:
Señor Dios omnipotente y eterno, dígnate habitar en este hogar y en el Corazón de todos los que habitan en él. Haz que tu presencia permanente en esta casa sea para todos, aumento de fe esperanza y caridad.
Amén.
44.8 Oración de Fieles
Oremos, hermanos, a Cristo Rey de nuestra casa
– Bendícenos, Señor, para serte fieles en nuestra vida.
Todos: Escúchanos, Señor.
– Bendice nuestra comunidad, para que sea cada día mas apostólica.
Todos: Escúchanos, Señor.
– Bendice esta casa que Tú habitas, para que sea digna de tu presencia permanente.
Todos: Escúchanos, Señor.
-Reina en esta familia, para que sea pregonera de tu amor.
Todos: Escúchanos, Señor.
– Bendice a tus hijos para que sean útiles a tu Iglesia y a la Comunidad.
Todos: Escúchanos, Señor.
– Reina en nuestras vidas, para que seamos ejemplos vivos para nuestros hermanos
Todos: Escúchanos, Señor.
Oremos:
Sagrado Corazón de Jesús, con honda gratitud sabemos que has elegido esta casa para Ti, haz que tu presencia produzca en nosotros la paz, la alegría y el deseo de vivir siempre junto a Ti. Señor: Abrimos nuestra casa para Ti. Abrimos nuestros corazones para que Tú entres y compartas con nosotros… Quédate con nosotros para que vivamos aquí en la verdad, en la honradez, en la justicia, en la fe, la esperanza y el amor.
Amén.
Fuente: Manual de Piedad Misioneros Oblatos
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
CAPÍTULO 6
Capítulo 6, 9-11
Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;
Capítulo 6, 12-15
y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Capítulo 6, 16-18
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Capítulo 6, 19-21
No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
Capítulo 6, 22-24
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Capítulo 6, 25-27
Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Por lo demás, ¿Quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
Capítulo 6, 28-30
Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
Capítulo 6, 31-34
No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿Qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.