CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

DÍA CUARTO NOVENA A LA SANTISIMA VIRGEN DE EL CISNE 9 DE AGOSTO

DÍA CUARTO NOVENA A LA SANTISIMA VIRGEN DE EL CISNE

L. Texto Bíblico. 

«Y entrando donde ella estaba dijo: alégrate el señor es contigo» (Lc. 1, 28).

L. Relato.

«El Cisne ha sido considerado también como símbolo de María. Desde remotos tiempos se ha presentado en alegóricos cuadros el poder de la protección de María, bajo el emblema de un hermoso Cisne que descansa tranquilo al amparo de frondoso follaje de laurel, mientras pavorosas nubes cubren el cielo amenazando tremenda tempestad. El candor de la Virgen también está representado por la admirable blancura del Cisne.»

L. Oración para todos los días.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Salve Reina misericordiosa de los cielos y la tierra, que bajo la advocación de El Cisne habéis querido protegernos tan especialmente, haciéndonos el objeto de señalados favores y gracias particulares. Bendecidnos como Madre amantísima, ya que os habéis dignado escoger nuestro territorio para uno de los santuarios de vuestro culto y asilo de los que os aman y vienen a buscar el consuelo de sus aflicciones y necesidades, acogiéndose a vuestro amparo.

Aceptad benigna, el humilde homenaje de esta Novena y los votos de nuestro amor reverente.

Bendecidnos y por vuestra intercesión logremos conseguir el remedio a nuestras necesidades… (expone en silencio sus peticiones) y ser exaltados a la Jerusalén celestial a donde os rogamos nos conduzcáis para ser dignos de vuestras alabanzas, por los siglos de los siglos.

Amén.

Puede rezar una Avemaría y entonar un canto a la Virgen.

Fuente: Manual de Piedad Misioneros Oblatos

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO

CAPÍTULO 6

Capítulo 6, 9-11

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;

Capítulo 6, 12-15

y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.

Capítulo 6, 16-18

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Capítulo 6, 19-21

No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Acumulad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Capítulo 6, 22-24

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

Capítulo 6, 25-27

Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

Capítulo 6, 28-30

Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

Capítulo 6, 31-34

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿Qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.

 

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DÍA CUARTO NOVENA A LA SANTISIMA VIRGEN DE EL CISNE