En esta ocasión el protagonista del relato es Saulo, un rabino importante de su tiempo, quien no aceptando a Jesús como el Hijo de Dios, aprobaba su muerte y más tarde la de sus discípulos, hasta que un día se encontró cara a cara con el Señor, quien lo invitó a convertirse en un hombre nuevo, de tal forma que el gran perseguidor de la iglesia primitiva, se transformó en un pilar fundamental para el fortalecimiento de la misma.
Con el relato de la elección de Saulo ahora Pablo, Jesús nos quiere enseñar que, sólo necesita nuestra disposición total para convertirnos en hombre y mujeres nuevos, verdaderos discípulos y misioneros de su amor en el mundo; en realidad Saulo es la clara manifestación de lo expresado un día por sus propios labios: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. (Rm 5,20).
En el marco de este tiempo pascual, es importante evaluar de qué forma como Saulo seguimos crucificando a Jesús, de tal forma que conscientes de nuestros pecados, hagamos el firme propósito a semejanza de Pablo de vivir alegres, porque un día con los ojos de la fe, nos encontramos en el camino de nuestra vida con Jesucristo resucitado. Ob amorem Dei.
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