PARA ESTA SEMANA: AGOSTO 15 DE 2016
El amor todo lo puedeMis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Un saludo cargado de bendiciones y que la semana que comenzamos traiga paz y un deseo constante de ser mejores.
Cuando alguien llega a nuestras vidas y logra enamorarnos con pasión, las consecuencias de amar, lo que pueda pasar, lo que digan los demás, quedan a un lado. Se renuncia con pasión por amor; se vive día a día, hora a hora con pasión por amor; por amor se lucha por salir adelante, por vencer obstáculos. Por eso Dios quiere nuestro amor, pero ese amor apasionado que es fuego, que es renuncia, que es anuncio, que se hace palabra. Ese amor que día a día, minuto a minuto llena de ilusión la vida, de esperanza las dificultades, de riqueza la pobreza, de alegría la tristeza, de amor el odio, de fe la oscuridad. Ese amor que llena y que es plenitud.
Dios se hace amar; cuando nos encontramos realmente con el Dios de Jesús y nos damos cuenta que es un Padre apasionado por nosotros sus hijos; enamorado del ser humano y de su creación; cuando nos encontramos con Dios y su amor que acompaña y sobre todo que llena de dinamismo a quienes le descubren y le entregan el corazón, entonces daremos los primeros pasos, nos dejaremos amar con la frescura y fidelidad de ese amor. Dios quiere nuestro amor, nuestro fuego, nuestra pasión porque enamorados lucharemos por sus mismos ideales, amaremos sus mismos amores, haremos de este mundo el espacio en el que luchamos y amamos.
En el amor de Dios seremos hermanos, nos amaremos unos a otros y haremos todo lo que sea necesario para servir. ¿Será que el no amar a los demás, el sentir rencor, el andar en disgustos, expresan nuestro desamor al amor, a Dios?
El amor a cualquier persona pide radicalidad. Amar a Dios es también una opción radical en la vida. Desde el amor entonces entenderemos que muchas cosas no van con nuestro proyecto, cada amante tiene sus normas a las cuales el que ama se somete y todo por la paz, por la felicidad y en la renuncia nos vamos acostumbrando y descubrimos que eso que sacrificamos a la hora de la verdad no era tan importante ni necesario como sí lo es la felicidad y tranquilidad que le brindamos a quien amamos con cada renuncia.
El Evangelio visto así, como el manual del enamorado de Dios, deja de ser tan radical para convertirse en un camino de alegría y de paz. Y claro muchos no entenderán, no estarán de acuerdo, se opondrán, pero la fuerza del amor será la que nos ayude a mantenernos en fidelidad.
Siento que nos queda mucho por amar; siento que aún no nos dejamos encontrar, ni tocar por Jesús, por el amor de Dios. El amor con el que amamos es un amor aprendido y tal vez exigido, pero no falta experimentarlo; al amor con el que amamos a Dios le falta pasión, le falta renuncia, le falta muerte. Le falta fuego, trasformación, purificación. Pidámosle a Dios entonces que nos enamore pero facilitemos el lugar en el corazón para que Él haga su obra.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd