CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
HOMILÍA PARA EL 17 DE MARZO DE 2019
Génesis 15, 5-12. 17-18; Salmo 26; Filipenses 3, 20-4, 1; Lucas 9, 28b-36
Queridos Hermanos y Hermanas:
La fiesta de la Transfiguración del Señor que nos ofrece la Iglesia en este segundo domingo del tiempo de cuaresma, la encontramos en las Sagradas Escrituras en el capitulo 9 del evangelio de San Lucas y por tanto ubicada entre el primero y el segundo relato de la PASION a saber: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día” (Lc 9,22) y “Estando todos maravillados por todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Los discípulos no entendían lo que les decía” (Lc 9, 44-45).
La ubicación antes mencionada deja entrever una paradoja muy significativa
Se trata de cómo al mismo tiempo que Jesús anuncia su pasión, anuncia su gloria; obviamente una gloria no definitiva al decir de León-Dufour, porque el preanuncio de la definitiva se daría en la resurrección, y su concreción en la segunda venida. Así las cosas, podemos decir con claridad que el relato de la transfiguración nos manifiesta el camino hacia la cruz (Jerusalén) y hacia la nueva vida, ya no comprendido Jesús simplemente como hombre sino también como Dios, confirmación que sale de la boca de su Padre cuando dice: “Este es mi Hijo, mi elegido, escuchadle” (Lc 9,35).
La anterior teofanía confirmó la identidad de Jesús, hecho que seguramente fortaleció la fe de quienes lo acompañaban Pedro, Santiago y Juan y acontecimiento que debe movernos a hacer nuestra profesión de fe en Jesucristo como el Hijo de Dios no desde las tradiciones, sino desde su presencia real y misteriosa en nuestros corazones.
Desentrañado el sentido de la transfiguración que no se puede reducir a la contemplación de unos vestidos blancos y de un rostro resplandeciente a imagen de Moisés en el Cap 34,29s.35 del libro del Éxodo, hemos de considerar que la experiencia de la transfiguración del Señor tiene como objeto, revelar a Jesucristo como el Hijo de Dios, delinear el camino hacia la Pascua no solamente de Jesús sino del creyente, fundamentar la fe de sus discípulos en Él y generar en nosotros el deseo de transfigurar nuestra vida de acuerdo con su voluntad.
Sin obviar múltiples temas de interés que contiene el relato de la transfiguración tales como
La presencia de Pedro, Santiago y Juan como testigos de su gloria y luego como testigos de su agonía, la ubicación de Moisés y de Elías en torno a Jesús, la pertinente reflexión acerca de la ley y los profetas, la presencia de la luz como signo divino, la oración como motivación principal para estar en el monte, el diálogo entre Moisés y Elías, el deseo de parte de Pedro de hacer tres tiendas en ese lugar y finalmente la presencia de la nube; remitiremos nuestra atención a hacer una meditación en torno a las palabras mencionadas por Dios: “Este es mi Hijo, mi elegido, escuchadle”, que constituyen lo nuclear del relato.
En primer lugar la expresión “ESTE ES MI HIJO”
Habla de la filiación divina, no considerada como tal únicamente por los hombres sino confirmada por el mismo Dios, quien llama a Jesús, “mi Hijo” y quien a la vez desea ser llamado “Padre”. Esta afirmación rompe con nuestras posibles dudas acerca de la fe en Jesucristo, es una expresión que confiere identidad al Señor como Hijo de Dios y desde estos presupuestos, todos los creyentes sin temor alguno y animados por nuestra condición de bautizados hemos de considerarnos hermanos de Jesús e hijos adoptivos de Dios nuestro Padre.
En segundo lugar, la expresión “MI ELEGIDO”
La encontramos en los momentos cruciales de la vida del Señor, el bautismo, la transfiguración y la crucifixión y habla de la absoluta predilección de Dios Padre por su Hijo, manifiesta que desde el seno materno la santificó y lo llamó a ser su Hijo y en un contexto más amplio desde Ef 1,4.10 podemos afirmar que Dios lo había elegido desde antes de la creación del mundo para que recapitulara todas las cosas en sí mismo. Con lo anterior se abandona por completo la concepción de un Jesús solamente humano, considerado un líder político, social y religioso, para pasar a la comprensión de un Jesús que avalado por Dios como su Hijo amado y tomando nuestra naturaleza humana menos en el pecado, se constituyó en el redentor de la humanidad.
Finalmente fijemos nuestra atención en la tercera expresión: “ESCUCHADLE”
Con la cual Dios quiere significar que ahora ya no resuena en el mundo la voz de la ley sino la voz de su Hijo, una voz que es vida, fortaleza y esperanza para los creyentes. Con esta expresión Dios nos invita a escuchar al Verbo hecho carne, en quien el que cristiano ve el misterio de la salvación.
Hermanos y hermanas, en medio de la pluralidad de voces que escuchamos en este tiempo, no olvidemos escuchar fundamentalmente la voz del Señor a través de su Palabra, de las personas o de los acontecimientos. Que en este tiempo de cuaresma, animados por la presencia amorosa del Corazón Inmaculado de María podamos caminar firmes hacia la pascua del Resucitado.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
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