CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CC.SS DE JESÚS Y MARÍA
VICEPROVINCIA DE OBLATOS EN COLOMBIA “JULIO MARÍA MATOVELLE”
Homilía para el XVIII domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Is 55,1-3; Sal 144; Rm 8,35.37-39; Mt 14,13-21
Hermanos y hermanas, con el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, Jesús nos enseña a vivir el valor de la SOLIDARIDAD; en el hoy de nuestra historia para derrotar el egoísmo del mundo, la solidaridad entre los hombres y mujeres es necesaria; para estrechar la brecha existente entre ricos y pobres, la solidaridad debe ser enaltecida hasta el punto de ser vivida, para calmar en nuestros contextos la sed hiriente y el hambre que mata, es un imperativo vivir la solidaridad.
Esta fue la mejor enseñanza que quiso Jesús sembrar en la mente y en el corazón de quienes lo escucharon durante todo el día junto al lago
Y debido a que su predicación hizo eco en el alma de la muchedumbre, cada persona ponía a disposición de sus hermanos aquello que tenía guardado para sí, de tal modo que los panes y los peces se multiplicaron; todos se saciaron y quedaron satisfechos, pero no solamente producto del pan material; sino también, del pan vivo bajado del cielo: Jesucristo, quien durante toda la jornada había colmado su alma con la fuerza de su Palabra.
Ya Isaías, VI siglos antes de Cristo, haciendo las veces de “Boca de Dios”, había manifestado a su pueblo: “Todos los que tengan sed vengan a mi, vengan los que no tengan dinero, lleven trigo de balde y coman; lleven vino y leche sin pagar nada. ¿Para qué gastar dinero en lo que no alimenta, el sueldo en lo que no deja satisfecho?; Isaías había entendido que ni el trigo, ni el vino, ni la leche podían saciar el hambre de infinito que padecía el pueblo
SOLO DIOS
Es Él, el verdadero y único alimento que fortalece nuestra vida, es Él quien nos alimenta con el pan de su Palabra para que nuestros pasos no vacilen; no es el trigo, el vino y el aceite los que nos sacian, es Dios quien lo llena todo, es Él quien satisface y alimenta nuestras vidas que deambulan por el desierto de la historia; sólo Él con el pan de su Palabra y con el vino de la esperanza, nos hace fuertes en la noche oscura de nuestros dolores.
Es Él, el pan partido para la vida del mundo, es Él, el que no se guarda para sí mismo; por el contrario, en un derroche de GENEROSIDAD Y SOLIDARIDAD, se parte para todos; sabios e ignorantes, humildes y sencillos, débiles y poderosos, blancos y negros , hombres, mujeres y niños, santos y pecadores, en una palabra Él es el pan de VIDA para todos los pueblos.
Hermanos y hermanas, la Palabra del Señor hoy nos debe llevar a valorar el tesoro de la Sagrada Eucaristía que tenemos los cristianos
La multiplicación de los panes y de los peces alude a la Eucaristía, signo de vida y de solidaridad entre los hombres y los pueblos; por este mismo sendero Isaías nos hace reconocer que sólo Dios sacia el hambre de trascendencia que vive nuestro pueblo, hambre de justicia, hambre de solidaridad, hambre de paz, hambre de reconciliación, hambre de nuevas esperanzas, hambre de concordia, hambre de perdón y hambre de Dios; por tal razón hoy con el salmo responsorial hemos de cantarle al Señor a manera de petición: “abre tu la mano y sacia de bienes a todo ser viviente”.
Que la presencia maternal del Corazón Inmaculado de María en nuestros corazones, nos anime a nunca apartarnos del amor de Cristo en la Divina Eucaristía, que cuando nos visite como dice San Pablo en su carta a los Romanos en el capítulo 8, 35-39, el hambre, la pobreza, la aflicción, la desnudez, las tribulaciones, las angustias, la persecución, los peligros, la espada, recordemos que siempre saldremos victoriosos gracias a aquél que nos amó primero: Jesucristo Eucaristía.
P. Ernesto León D. o.cc.ss
Superior Viceprovincial de Oblatos
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