Segundo del Tiempo de Adviento
Juan Bautista (I):
La elocuente voz que predica en el silencio del desierto
Introducción
Después de varios siglos en que se habían silenciado los profetas, de repente en el desierto una voz resuena. Ya viene aquel que es verdaderamente el Evangelio de Dios, la buena noticia del Padre. Por medio del bautismo en el Espíritu Santo ofrece el don de su perdón y la comunión con Dios a todos los que saben esperarlo y recibirlo. En Jesús se realiza este encuentro salvífico, ¡el gran acontecimiento de la historia!
¡Hay que preparar la venida del Señor!
Cuando leemos el Evangelio de hoy nos percatamos que la venida del Hijo de Dios al mundo había sido preparada por la historia de la salvación y finalmente por san Juan Bautista. A nosotros nos corresponde ahora hacer la preparación mediante una buena disposición del corazón, tomándonos en serio los llamados que nos hacen el evangelista Marcos, las voces de los profetas y la predicación de Juan Bautista.
¿Por qué prepararnos?
En los domingos anteriores hemos recordado que el Señor viene a nuestro encuentro. Pero su venida no tocará al hombre a pesar del hombre, sino que exige en cada persona algo así como el movimiento de una danza, una conversión de la mentalidad y de la acción.
Entremos en el pasaje de este día para descubrir el itinerario que hay que recorrer para que la preparación sea auténtica, completa, y a fondo.
1. El texto
Leamos Marcos 1,1-8:
“1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
3 Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,
4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
6 Juan llevaba un vestido de piel de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo»”
Nos situamos en la introducción del evangelio según san Marcos. En este pasaje podemos distinguir:
(1) El título y enunciado del evangelio según san Marcos (1,1)
(2) La introducción del ministerio de Juan en el ámbito del desierto, como realización de las antiguas profecías (1,2-4)
(3) Un resumen de la respuesta de la gente ante la predicación de Juan (1,5)
(4) Una descripción de la persona de Juan: su atuendo y su alimento (1,6)
(5) El contenido de la proclamación del Mesías (1,7-8).
2. Profundización
El Evangelio de Marcos está todo él orientado hacia la confesión de fe, uno de sus hilos conductores más importantes es la cuestión: ¿Quién es Jesús? Ya desde de las primeras líneas se empieza a responder.
La entrada de la persona de Jesús en el escenario, el protagonista del Evangelio, se realiza de manera solemne. Tres voces lo anuncian:
(1) La voz del evangelista (1,1)
(2) Las antiguas voces de los profetas (1,2-3)
(3) La voz de Juan Bautista y su ministerio (1,4-8)
2.1. La voz del evangelista Marcos, quien presenta a Jesús como el Cristo e Hijo de Dios (1,1)
“Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”
Marcos anuncia el comienzo de una “Buena Noticia” (=Evangelio). La expresión “Buena Noticia”, es importante no sólo porque nos señala el carácter de mensaje, de anuncio que caracteriza la obra (ver el v.4: “Apareció Juan proclamando…”; v.7: “Y proclamaba…”; incluso el v.14: “Y (Jesús) proclamaba…”), sino también porque nos señala cuál es el ambiente dominante en el camino de Jesús. Lo que va a suceder es realmente “bueno”, “bello”, “encantador” e inspira una atmósfera de gozo.
Esto nos recuerda al mensajero alegre que anuncia la cercanía de Dios, como en Isaías 40,9: “Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión.
Clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo.
Di a las ciudades de Judá: ‘Ahí está vuestro Dios’”.
El contenido de la Buena Noticia es una persona, Jesús, quien es al mismo tiempo el proclamador de ella. El tema central es la acción de Dios que transforma las situaciones negativas del hombre y lo atrae hacia su proyecto salvífico.
Enseguida Marcos nos presenta dos títulos de Jesús, que retoman las dos confesiones de fe más importantes del Evangelio: “Cristo” e “Hijo de Dios”.
Estas dos confesiones de fe del Evangelio delimitan claramente las dos grandes partes de la obra: Jesús descubierto como Mesías (8,27-30) y luego como Hijo de Dios (15,39).
2.2. La voz de la Escritura: Jesús es el Señor de los caminos
La voz de la Escritura resuena a través de dos citas bíblicas que el evangelista ha cosido y actualizado en la persona de Juan Bautista. Estas han sido tomadas de Malaquías 3,1 (arreglada según Éxodo 20,23) e Isaías 40,3. Marcos parece referirse a una única cita bíblica isaiánica (ver 1,2ª), sin embargo hay tres citas contenidas en el anuncio.
Esta primera voz que resuena evoca la voz ya extinta de los profetas y se centra en la persona de Jesús, es Él quien realizará el camino del Dios en la historia, Él es el Señor.
2.3. La voz de Juan Bautista, el mensajero de los nuevos tiempos: Jesús vence el mal y nos introduce en su comunión con el Padre creador
Es Dios mismo quien le da la Palabra a Juan (ver 1,3).
La “voz que clama (que grita) en el desierto” aparece históricamente en la persona de Juan, de quien dos veces consecutivas se dice que “proclamaba” (1,4 y 7). El contenido de su anuncio es
• la efectiva preparación del “camino del Señor” mediante el bautismo de conversión (1,4-5);
• la presentación de la persona de Jesús, el que ya está a punto de comenzar a recorrer su camino. Lo hace profetizando (1,7-8).
Mc 1,6, justamente el versículo central de la sección que describe la misión del Bautista, nos presenta el ajuar y la dieta que caracterizaban al profeta como un nuevo Elías, es decir, el profeta de los nuevos tiempos. Se describe así la vida austera del profeta, un estilo que también caracterizará a los misioneros de Jesús (ver 6,8-9). Distingamos:
1.Su habitación: el desierto.
2.Sus hábitos: los del profeta Elías (2 Reyes 1,8), el cual el profeta (Malaquías 3,23) anunció que iba a volver.
3.Su alimento: la de un asceta.
4.Su actividad: predicar la conversión y bautizar en las aguas del Jordán.
Pero una vez que se nos ha presentado a Juan con su atuendo y hábitos de profeta, lo que más quiere subrayar Marcos es el contenido de su profecía acerca de Jesús (ver 1,7-8). El profeta de los nuevos tiempos habla aquí por única vez en todo el Evangelio y sus pocas palabras son precisas y claras. Todas ellas apuntan a una sola pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazareth?
Destaquemos brevemente los tres rasgos que caracterizan a Jesús según la voz del profeta:
(1) “Detrás de mi viene…” (v.7ª). Jesús es EL QUE VIENE.
La expresión es casi un título y su sentido es: Jesús es el que viene recorriendo un camino que parte de Dios y que conduce a Dios; Jesús es Dios que viene al encuentro de los hombres y solicita la apertura del corazón para acoger su llegada.
Probablemente la expresión tenga un sentido todavía más profundo si la releemos desde la profecía de Daniel 7,13: “He aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo del Hombre” (profecía que el mismo Jesús citará en la pasión para confesar su identidad: “veréis al Hijo del Hombre… venir…”, Mc 14,62).
Como hemos comentado antes, la profecía presenta a Jesús como Juez Escatológico, aquél con quien todo hombre tendrá que confrontarse porque él, el modelo, el paradigma del hombre. Pero también la idea es presentarnos a un Jesús siempre en movimiento (como de hecho sucede a lo largo del Evangelio: rara vez se sienta), expresando así la cercanía de Dios al hombre.
En la introducción del Evangelio se presenta solemnemente esta venida:
• La primera vez que Jesús entra en escena se usa el verbo “venir”: “Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazareth de Galilea” (1,9).
• Luego, después de las tentaciones, se insiste en que Jesús es el que “viene”: “Después que Juan fue entregado vino Jesús a Galilea” (1,14).
(2) “El que es más fuerte que yo” (v.7ª). Jesús es EL MÁS FUERTE.
Inicialmente la frase podría ser entendida como que Jesús es un profeta más poderoso que Juan. Sin embargo dentro del mismo Evangelio se nos da la pista: el fuerte es Satanás, el poder del mal que impide la realización del hombre, desdibujando su rostro y arrastrando en contravía el proyecto creador y salvífico de Dios para la humanidad.
Si bien Satanás es el fuerte, con un poder que todos de hecho experimentamos aunque no lo personalicemos de esa manera, Jesús es el más fuerte: su poder es capaz de someter al que somete al hombre.
Ante el pecado y todas las fuerzas del mal que experimentamos en la historia ha brotado una esperanza. Para esto ha venido Jesús:
• El primer milagro que Jesús realiza en el Evangelio es un exorcismo (ver 1,21-28). Su primera enseñanza es que ha venido a destruir el mal: “Un hombre poseído por un espíritu inmundo… se puso a gritar: ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazareth? ¿Has venido a destruirnos?” (1,23-24). Y Jesús puede más que el mal, tiene autoridad sobre él (ver 1,25-27).
• En la controversia en la cual Jesús es acusado de ser un endemoniado, su respuesta es tan lógica como contundente: “Nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte” (3,27). Y eso es precisamente lo que Jesús realiza a través de sus numerosos signos en el Evangelio.
Ante la extraordinaria grandeza de Jesús, a Juan no le queda más que declarar su pequeñez: “Y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias” (1,7b).
(3) “Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo” (v.8).
Jesús es el que BAUTIZA CON ESPIRITU SANTO.
La contraposición entre Juan y Jesús ahora es más clara, con todo ello se pretende que descubramos la grandeza de la misión de Jesús. Notemos los acentos del texto:
Juan Bautista Jesús de Nazareth
Yo Él
Os he bautizado
(Ya se da como un pasado) Os bautizará
(Se trata de un futuro próximo)
Con agua Con Espíritu Santo
El bautismo de Juan aparece como un bautismo pasado, cuya finalidad ha sido cumplida: sellar y validar ante Dios la actitud de conversión de los pecados de aquellos que abrieron su corazón ante el mensaje (ver 1,4-5).
Ahora, el bautismo de Jesús, que no es un rito sino la experiencia del camino, completa lo que le que le falta al de Juan: el perdón de los pecados. Ese es el sentido de la expresión “bautizar” (=sumergir) “con Espíritu Santo” (=en la realidad de Dios mismo), indica que en ella se ha eliminado la barrera que separaba al hombre con Dios y que ambos viven ahora una perfecta comunión. Es en esta unión que el hombre crece y madura para la vida nueva en Dios.
El mismo Espíritu que “impulsó a Jesús al desierto” (1,12), impulsa también a cada hombre que se hace discípulo por los caminos de Dios trazados por el ministerio terreno de Jesús de Nazareth.
En Mc 3,28-29, Jesús señala la relación estrecha que hay entre el bautismo en el Espíritu y el perdón de los pecados: Dios desea perdonar todos los pecados y ninguno supera su poder (El es “el más fuerte”), sin embargo el cerrarse libre y conscientemente a la acción del Espíritu Santo (blasfemia contra el Espíritu Santo), que es la acción creadora de Dios, no tiene posibilidad de perdón, porque él mismo es el perdón.
3. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia
El padre de la Iglesia, Orígenes, nos invita a descubrir y preparar un camino interior:
“El Señor quiere encontrar en Ustedes un camino para poder entrar en sus almas y realizar su viaje: preparen, pues, para Él el camino acerca del cual está escrito: ‘Enderezad sus sendas’. ‘Voz del que grita en el desierto’. Hay, pues, una voz que grita: ‘Preparen el camino’.
Lo que llega primero a los oídos es, efectivamente, la voz; pero después de la voz, o mejor, juntamente con ella, es la palabra que penetra el oído. Fue así que Juan anunció a Cristo.
Veamos, pues, qué es lo que la voz anuncia acerca de la Palabra. Ella dice: ‘Preparen el camino del Señor’. ¿Qué camino debemos preparar para el Señor? ¿Por ventura será un camino material? ¿Para qué sirve un camino de esos para que pase la Palabra de Dios? ¿No habrá que preparar antes para el Señor un camino interior y disponer nuestro corazón con caminos rectos y planos?
Es a través de este camino que el Verbo de Dios entra y ocupa su lugar en el corazón humano capaz de acoger.
[…] Preparen un camino para el Señor observando una conducta honesta; allanen sus sendas con obras dignas, de manera que el Verbo de Dios camine en Ustedes sin encontrar obstáculo y les de el conocimiento de sus misterios y de su adviento. Es a Él a quien pertenece la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.”
(Orígenes, Ev. Lc. 21.2)
4. Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida
4.1. ¿Quién es Jesús según la primera línea del Evangelio de Marcos? ¿Por qué se le dan esos títulos? ¿Qué implica para un discípulo confesar a Jesús de esa manera?
4.2. ¿Cuál es el mensaje del texto de Isaías que es citado?
4.3. ¿Por qué Juan aparece en el desierto? ¿Qué idea nos da de Juan?
4.4. ¿Cuál es la forma concreta como Juan prepara la venida del Mesías?
4.5. ¿Qué dice Juan Bautista acerca de Jesús? ¿Qué puedo esperar de él, en su venida a mi vida?
P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM