CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

LECTIO DICIEMBRE 3 DE 2023

Primero del Tiempo de Adviento
En la espera del Señor:
Como siervos en turno de vigilia durante la noche
Marcos 13,33-37

“¿Qué es lo propio del cristiano? Velar cada día y cada hora, para estar pronto en el cumplir perfectamente lo que es agradable a Dios, sabiendo que a la hora que menos pensemos viene el Señor”

(San Basilio)
“Velad… porque ignoráis cuando será el momento”
“Jesús, que vives en María, ven a vivir en tus siervos, con el espíritu de santidad, con la plenitud de tu poder, con la perfección de tus caminos, con la realidad de tus virtudes, con la participación de tu Misterio.
Triunfa de todo poder adverso, por la fuerza de tu Espíritu, para gloria del Padre. Amén.”
(J.J. Olier)

Introducción

Este domingo comenzamos la lectura del Evangelio de Marcos, que se prolonga durante todo el año litúrgico 2020-2021. El pasaje escogido para este primer domingo de Adviento es la conclusión del discurso final de Jesús, en el cual los discípulos son invitados a la perseverancia en la espera de su venida.

La “venida” del Señor (en griego “Parusía”), generalmente es interpretada como el “retorno” del Señor. Esto se comprende bien en el pasaje de hoy, donde se habla del retorno de un dueño de casa que se ha ido de viaje después de haberle confiado a sus servidores diversos encargos.

Pero hay una realidad más profunda detrás de este lenguaje simbólico. Se trata del hecho de vivir con confianza y perseverancia, apoyándose en la fidelidad de Dios, quien tiene el rostro de Jesús, el Hijo de Dios y Señor de la historia.

Para decirlo más claramente: los cristianos no esperamos el “regreso” del Señor resucitado, sino que vivimos en la espera de su venida.

Con este tema, damos el primer paso firme en nuestro itinerario del Adviento.

1. El texto en su contexto

Leamos Marcos 13,33-37:
“[Estando ya en Jerusalén, dijo Jesús en privado a unos discípulos suyos:]
33 Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.
34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele;
35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada.
36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.
37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!”

Nos ubicamos en la última gran lección de Jesús a sus discípulos. En el evangelio de Marcos, además de todas las enseñanzas que se encuentran dispersas por toda la obra, solamente hay dos grandes discursos de Jesús: el “discurso en parábolas” a la orilla del lago (4,3-32) y el llamado “discurso escatólógico” en el monte de los Olivos (13,5-37).

Nuestro pasaje es la conclusión del último y la palabra que queda resonando en los oídos de los discípulos es: “¡Velad!”. Estamos, entonces, ante una enseñanza fundamental del discipulado.

En su caminar en la historia, nos enseña este discurso, los discípulos deben estar atentos ante los peligros externos (los falsos profetas, la persecución) y los peligros internos (perder de vista al Señor).

Pero no todo es negativo, en medio de la oscuridad se asoma una esperanza.

Cuando llegamos a la última parte del discurso (13,28-37), Jesús cuenta dos parábolas: comienza con la parábola de la higuera (13,28-32) y termina con la parábola del patrón ausente (13,33-37).

El tema de estas parábolas es la venida del Hijo del hombre. Las imágenes nos ponen ante situaciones de ausencia, pero ausencia provisional, en la expectativa del regreso: cuando se asoman las ramas tiernas de la higuera el verano todavía no ha llegado, pero se sabe que vendrá irremediablemente (13,28-32); cuando los empleados están encargados de la casa, el patrón todavía no está presente, pero a su tiempo él llegará para pedirles cuentas (13,33-37).

Así se retoma la inquietud de los cuatro discípulos, Pedro, Santiago y Juan, quienes observando la belleza del Templo y ante la advertencia del Maestro de que éste llegaría a su fin, solicitaron: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál es la señal de que todas estas cosas están para cumplirse” (13,4).

No se pueden hacer previsiones matemáticas sobre el día en que llegará el fin ni tampoco nadie conoce el tiempo de su segunda venida: “De aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sólo el Padre” (13,32).

Con esta idea comienza el pasaje que vamos a considerar: no se sabe el tiempo de la “venida”. A los discípulos se les dice: “porque ignoráis cuándo será el momento… porque no sabéis cuándo viene el dueño de la casa” (13,33b.35b). A la luz de esta realidad se sacan las consecuencias para el discipulado: ¿cuál debe ser su actitud en el tiempo de la espera?

2. Profundización

Sigamos la estructura del pasaje:
(1) La exhortación (13,33)
(2) Una comparación ilustrativa (13,34)
(3) La aplicación de la comparación a la exhortación (13,35-36)
(4) Repetición de la exhortación (13,37)

2.1. La exhortación (13,33)

“Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento”
La exhortación comienza con un llamado a estar atentos. Todo el discurso está atravesado por este tipo de llamados de atención. Esta es la cuarta y última vez que Jesús lo dice:
– “Mirad que nadie os engañe” (13,5)
– “Mirad por vosotros mismos” (13,9)
– “Observad que os lo he predicho” (13,23)
– “Estad atentos…” (13,33).

Y la manera concreta de ejercitar la atención en medio de las convulsiones de la historia y de la expectativa de la venida del Hijo del hombre es la vigilancia: “¡Vigilad!”. Dentro del pasaje, este imperativo se repite tres veces y es el eje de toda la enseñanza:
– “Estad atentos y vigilad” (13,33)
– “Velad, por tanto…” (13,35)
– “A todos lo digo: ¡Velad!” (13,37).

El verbo “velar” se repetirá todavía una vez más al interior de la parábola (ver 13,34), con lo cual suma cuatro veces la repetición del término.

Según esto, los discípulos deben percibir con mirada lúcida y aguda la venida del Señor en este tiempo en que no saben “cuándo será el momento”.

¿Qué es lo que Jesús pide en el mandato “velad”?

El término griego “gregoreo” significa ante todo “estar despierto”. Pero esto no significa que los discípulos no puedan ir a dormir (físicamente sería imposible). En el contexto del Evangelio de Marcos tiene dos valores especiales.

Primero: en el contexto de todo el discurso, “estar despiertos” ejercitando una vigilancia atenta, era la actitud que la comunidad debía asumir mientras andaba por en medio del mundo realizando la tarea de la evangelización, una tarea dura en medio de las contradicciones y las amenazas que aparecían por el camino (13,9-12). Por eso, hasta que el Hijo del hombre no regrese triunfante al final de los tiempos para reunir a los elegidos, los discípulos no pueden bajar la guardia, debe estar siempre sobrios y vigilantes.

Segundo: en el contexto del pasaje, “velar” significa reconocer continuamente que uno es siervo y que tiene una responsabilidad con el patrón, que la vida de uno debe estar concentrada en función del encargo recibido y que hay que conducir un estilo de vida acorde con este comportamiento.

Esto es lo que ilustra la comparación siguiente.

2.2. Una comparación ilustrativa y su aplicación (13,34-36)

La comparación es simple: es como un dueño de casa que, cuando emprende un largo viaje, toma las precauciones respectivas: le da a cada empleado su tarea y al portero le manda que esté más atento. Así dice el v.34:

“Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele”.

En la aplicación que Jesús hace de esta comparación, de repente nos encontramos con dos novedades:

(1) Los empleados no saben a qué hora va venir el dueño de casa.
(2) La tarea encomendada al portero (el centinela) también es válida para todos los siervos.

Entonces la aplicación de la comparación toca el punto fuerte: “Velad… no sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos”.

Los centinelas saben que el tiempo más crítico es la noche, no sólo por la llegada de un ladrón sino también por la venida del dueño. Por eso no pueden dormirse, deben estar despiertos en su puesto de guardia.

La frase “no sabéis cuando viene el dueño de casa”, está acompañada de cuatro indicaciones temporales que corresponden a las del cambio de centinelas en las cuatro partes de la noche, según los cómputos romanos:

“Al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada”

Las cuatro vigilias de la noche nos dicen que los servidores deben tomar las mismas actitudes de los centinelas. Pero según Marcos también un referente específico: el que viene inmediatamente después de esta enseñanza. Se puede establecer una correlación con los momentos de la pasión de Jesús, en los cuales los discípulos son llamados a “velar” con Jesús, así como lo solicita en el Getsemaní: “Quedaos aquí, velad” (14,34).

Hay un llamado de atención hacia algo más profundo. El no estar durmiendo se puede expresar de esta otra manera: hay que estar atentos en la oscuridad de la historia, con la existencia entera concentrada en el seguimiento de la Cruz para asistir a la irrupción del Reino.

A lo largo de la historia, en el seguimiento de Jesús, los discípulos corren un riesgo: por el hecho de que el Señor no esté presente de manera visible, sus servidores corren el riesgo de olvidarse de él y de las tareas. Los siervos “vigilantes” son aquellos que están siempre listos para acoger y responder.

2.3. Repetición de la exhortación (13,37)

“Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!”

El énfasis de la repetición se nota de nuevo al final.

Esta vez hay un dado nuevo: lo que Jesús dice a los cuatro primeros discípulos que fueron llamados (ver 1,16-20), vale para toda la comunidad, es más, para toda la humanidad.

Esta frase tiene un valor misionero: los discípulos tienen la tarea de comunicarle a todo el mundo lo que aprendieron de Jesús. Una de ellas es la “vigilancia”: hay que enseñar al mundo entero a vivir la “vigilancia” dentro de la historia. Esta es una de las tareas concretas de su tarea de los pescadores de hombres (ver 1,17).

3. El Adviento: una gran vigilia aprendiendo a vivir “la noche”

Detengámonos en un aspecto de la lectura.

El pasaje le ha dado importancia a la espera nocturna. Esto puede estar asociado a lo que hacían los primeros cristianos al reunirse. Recordemos que la asamblea dominical de la primitiva Iglesia duraba la noche entera. Lo hacían en espera del alba del primer día de la semana, el día del Señor (el “dies dominica”).

Los cristianos al esperar la venida de Jesús, el Señor resucitado, vivían con mayor intensidad esta espera, siempre estaban en tiempo de Adviento.

Pero la vigilia tiene un gran valor espiritual.

La “vigilia” no es un paliativo para olvidarse de los miedos o las preocupaciones de cada día. Todo lo contrario, la noche representa el tiempo de la crisis que provoca la soledad, que reaviva los temores y las angustias.

La vigilia tiene aspectos y significados diversos

Hay quien vela porque no consigue encontrar el equilibrio y la serenidad del sueño; también hay quien vela porque tiene una tarea urgente para el día siguiente y no cuenta con más tiempo; hay quien vela porque está en una fiesta hasta el amanecer. Los padres de familia que velan esperando al cónyuge o al hijo fuera de casa; Personas que velan esperando la muerte de un agonizante; Algunos velan porque están enfermos; hay quien vela trabajando por los demás.

Según esto, la vigilancia se hace más intensa durante la noche, que es precisamente cuando se hacen más oscuros los significados y valores de la vida.

Esperar la venida del Señor, no aguardar pasivamente la solución de los problemas personales, familiares o sociales como un cambio espectacular que llega de repente. Una espera milagrerista sólo provoca nuevas desilusiones.

Un discípulo de Jesús sabe que cuenta con la fidelidad de Dios, quien se manifiesta en los signos de la historia y en cada encuentro cotidiano, donde es llamado a comprometer toda su responsabilidad.

Así se hacen válidas las palabras del Padre de la Iglesia, san Basilio, quien decía: “¿Qué es lo propio del cristiano? Velar cada día y cada hora, para estar pronto en el cumplir perfectamente lo que es agradable a Dios, sabiendo que a la hora que menos pensemos viene el Señor”

4. Releamos el Evangelio con los Padres de la Iglesia

Esta magnífica página de Guerric d’Igny nos recuerda que hay que estar preparados para el encuentro con el Señor. Notemos cómo la lectura se va volviendo meditación que cuestiona la vida y oración que anhela el encuentro con el Señor.

“Prepárate, oh verdadero Israel, para el encuentro con el Señor, no sólo para abrirle la puerta cuando venga a tocar, sino también para ir a su encuentro, alegremente y con el corazón en fiesta, cuando Él todavía está lejos. Y lleno de confianza para el día del juicio, ora con toda el alma para que venga su Reino. Si, pues, quieres que aquel momento te encuentre preparado, prepara la justicia antes del juicio, según el consejo del Sabio (ver Sirácida 18,19). Debes estar listo para realizar toda obra buena y estar no menos listo para soportar cualquier mal (…)

Tú, Señor, vienes a mi encuentro (Salmo 58,5-6) en cuanto yo voy al tuyo. Porque yo no puedo elevarme hasta tu altura si tú no me extiendes la diestra, inclinándote para la obra de tus manos (Job 14,15).

Ven a mi encuentro y mira si hay en mí camino de mentira (Salmo 58,6; 138,24); y si en mi encontraras un camino de mentira que yo desconozco, apártalo.

Y, teniendo misericordia de mi, guíame con tu ley por el camino eterno (Salmo 138,24) que es Cristo. Él es el camino por el cual se va y la eternidad a donde se llega; el camino inmaculado y la morada bienaventurada”.
(Guerric d’Igny, Sermón 3,2)

5. Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida

5.1. ¿Qué es el “Adviento”? ¿En qué se distingue de los otros tiempos del año?
5.2. ¿En qué contexto anterior y posterior se encuentra el evangelio de hoy?
5.3. ¿De qué forma concreta se ejercita la “vigilancia” cristiana?
5.4. ¿Según la frase final de Jesús, qué tarea misionera tenemos los cristianos en este tiempo del Adviento?
5.5. ¿Qué haré para que este tiempo de Adviento que hoy empezamos sea vivido cabalmente?

P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM

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