PATRONA NACIONAL DE NICARAGUA
El pueblo Nicaragüense se caracteriza por su gran devoción a su patrona, «La Inmaculada Concepción» o, como se le llaman popularmente con gran cariño, «La Purísima». La celebran con enorme alegría el día de su fiesta, el 8 de diciembre, y la invocan con singular estima todo el año.
Aunque otras representaciones de La Inmaculada, por ejemplo la de Murillo, son quizás más conocidas en Nicaragua, la patrona oficial es la que se venera en el Santuario nacional de Nuestra Señora de la Concepción de El Viejo. El Viejo siendo el nombre del pueblo cercano a Chinandega y al famoso volcán San Cristóbal. La Virgen que allí se venera tiene una distinguida y providencial historia que manifiesta el amor de Dios y de la Virgen por el pueblo Nicaragüense.
Historia
Para el siglo XVI el pueblo contaba con once barrios con otras tantas ermitas y un convento de misioneros Franciscanos. Lo habitaban muchos indios «ladinos» es decir, que hablaban español y se vestían con ropas a modo castellano. También había en el pueblo varios mesones, o tambos, que servían de albergue a los españoles pobres y recién llegados mientras esperaban su pasaje para el Perú.
Embarcaban en el puerto del Realejo, que era el puerto de comercio con el Perú y Guatemala. Hay varios documentos históricos, guardados en el archivo parroquial de dicha ciudad, que dan testimonio cierto del origen y la antigüedad de la imagen de María Inmaculada.
Uno de estos documentos es el testimonio que el Obispo de Nicaragua Monseñor Simeón Pereira y Castellón mandó a sacar del archivo de la parroquia el 20 de noviembre, de 1903. Se trata de una declaración hecha por el Obispo de Nicaragua Monseñor Juan de Roxas y Ansa, del Sacro Real y Militar Orden de Nuestra Señora de las Mercedes quien a petición del Provincial y del Procurador General, Reverendo Padre Francisco de Llarduz dio una carta de su predecesor en el Obispado, Monseñor Alonso Bravo De Lagunas, quien había hecho una declaración relacionada a la Virgen de la Concepción del Viejo.
Extracto de la carta
Un extracto de la carta dice: «Y es verdad que nos consta por la cual a todas las personas que la presente vieren, hacemos saber que el año pasado de 1672, por el mes de diciembre, hallándonos en el convento de N. Señora de la Concepción del pueblo del Viejo, llenados de nuestra devoción, quisimos saber el origen de dicha Santísima imagen de Nuestra Señora del Viejo, y queriendo el Reverendo Padre Provincial dar gusto a nuestros buenos deseos puso en nuestras manos un libro antiguo en el cual estaba una información hecha y autorizada por el ilustrísimo y reverendísimo Señor Maestro Don Benito Rodríguez de Baltodano:
El 5 de enero, de 1626 donde consta que dicha imagen la había traído un hermano de la bienaventurada Santa Teresa de Jesús y este les hizo la gracia y donación a los religiosos de San Francisco de aquel convento, en el que murió, y se enterró y allí afirman los testigos bajo juramento, unos que le habían oído decir, y otros, que lo habían leído en el mismo instrumento (documento), en el cual dice haber declarado bienhechor a los Religiosos que aquella imagen era de su hermana».
Diario oficial de Nicaragua
Otro documento que se puede consultar para verificar el origen de la imagen y del nombre y devoción es la que apareció en el diario oficial de Nicaragua para el año 1875 «La Gaceta», en el número 32 correspondiente al 5 de junio, de 1875.
Este documento es la Visita Apostólica, Topográfica, Histórica y Estadística de todos los pueblos de Nicaragua y Costa Rica, hecha en 1751 por el Ilustrísimo señor Don Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, Obispo de la Diócesis, la cual fue elevada al conocimiento de Rey Fernando VI, el 8 de septiembre, de 1752.
Este documento dice así:
«El 24 de junio, de 1751, pasé al pueblo del Viejo, distante una legua de Chinandega: tiene su asiento en un llano alegre, lleno de árboles frutales y de algún monte bajo, compónense de españoles, ladinos e indios….
La iglesia
…La Iglesia consta de tres naves, capilla mayor y sacristía muy capaz, de cal y piedras, de teja, tiene su alto sano, con cuatro gradas de ladrillos que cogen el frente y costado izquierdo: tres campanas en sus palos, y techo de paja, porque la torre se cayó con un temblor; seis altares decentes:
En el mayor está colocada la Patrona que es la Concepción; el título que comúnmente le dan, es Nuestra Señora del Viejo, esta denominación se originó de que un venerable anciano hermano de Santa Teresa de Jesús, llegó a este pueblo trayendo en su compañía a la referida imagen: habiendo fallecido él la dejó a la misma Iglesia donde fue colocada, por haber sido pues, un viejo el donante, se le tributó este renombre a la Imagen, a la Iglesia y al pueblo: consta así por tradición de los mayores y también por una certificación que he visto, dada por el ministro don. Juan de Rojas, Obispo que fue de esta Diócesis.
Su estatura es de más o menos una vara, las manos y rostro trigueño, sin perfección particular que sobresalga, pero tan milagrosa que su nombre se ha tendido por todas estas Provincias y sus habitantes no cesan de venir a visitarla para su consuelo y alivio, en efecto nuestra Señora del Viejo, es el refugio de todas las necesidades y la devoción que le profesan tan particular que no hay alguno que deje de venir aun de partes muy remotas a verla y obsequiarla con limosnas.
Detalles de la iglesia
Asegúrase haber sido tan copiosas que el templo pudiera estar fabricado de plata, sea lo que fuere, lo que puedo testificar es que un trono primoroso y elevado de madera tallada y dorada sobre cuatro columnas abriga en su centro a otro pequeño con su vidriera, por delante y sus andas de plata en que está la Señora. Un círculo que la rodea por fuera y una media luna que tiene a los pies son del mismo metal, el vestido es de tela muy rica, sembrado todo de oro, perlas y diferentes piedras preciosas y gran número de estas sirven de realce a la corona, que es de oro delicadamente trabajado, hállase en fin de pies a cabeza tan llena de alhajas y primores que puede competir con otra cualquiera de las más adornadas del orbe…»
Vemos como ambos relatos se corresponden e incluso uno cita al otro, dando el testimonio de que la Virgen del Viejo fue un regalo de Santa Teresa de Jesús a su hermano quien partió hacia las Indias.
Otros dos relatos más, dan un sentido más amplio del origen de la imagen y devoción en el pueblo Nicaragüense, especialmente entre los indios y los marineros.
Dice la tradición
«En el puerto del Realejo, distante doce leguas de la Ciudad de León, es muy celebrada una imagen de nuestra Señora llamada del Viejo, por lo que ahora diré: Un cierto Viejo Ermitaño se había embarcado en dicho puerto para el Perú, llevando consigo una imagen de la Santísima Virgen. Llegó el día de hacerse a la vela, y levantadas las anclas, y soplando bien el viento, no pudo menearse la fragata y estando todavía inmóvil, como si la hubieran allí clavado. Los marineros extrañados de la detención no esperada, hicieron muchas diligencias.
Y viendo que todas eran en vano atribuyeron a especial disposición de Dios el inopinado suceso, que por alguna causa oculta así lo disponía. Comenzaron a sospechar si habría allí algún hombre excomulgado o que hubiese cometido tales delitos, que no quisiese el cielo, que el navío, en que había muchos inocentes lo llevase. Y como no pudiesen averiguar cosa alguna, dieron tras el pobre Viejo creyendo, o sospechando, que era el Jonás de aquel navío, y que debajo de aquel hábito y el traje de ermitaño encubría alguna o algunas maldades muy graves, que hubiese cometido.
La imagen no quería dejar el puerto
Como a Jonás los marineros de Jope, empezaron a conjurarle, que dijera quien era, y que pecados había cometido, por los cuales les enviaba Dios aquel contratiempo, que era más que tormenta en el mismo puerto. Y poco faltó para que como a Jonás lo arrojasen en el mar.
El Ermitaño, que era un buen hombre, y de loables costumbres les respondió que aunque había sido un gran pecador, al presente no reconocía en si delito alguno, por el cual Dios a él y a ellos los castigase. Pero que el Señor le daba a entender que la causa de la detención era, que aquella sagrada imagen, que llevaba consigo no quería dejar aquel puerto, y que por lo tanto lo echasen con su imagen a tierra, y que esperaba que la Gran Señora del Realejo les asistiría dándoles feliz navegación.
Los marineros se sosegaron y habiendo echado en tierra con su imagen, al momento el navío comenzó a moverse. Pero antes saltaron en tierra con el Viejo el Capitán, y otros, e hicieron votos a la Virgen, que si los llevaba con felicidad, a la vuelta le costearían un altar para que fuese venerada, y en adelante la tendrían en aquel mar del Sur por Estrella del Norte de todos sus viajes.
Volviéronse a embarcar dejando al Viejo con su imagen, y tuvieron felicísimo viaje. Y corriendo la fama del prodigio, así los dichos navegantes, como los que después ahora han trajinado aquel mar, le han tenido por su Patrona, y han experimentado singulares providencias y favores».
Un testimonio de la intercesión de la Virgen de la Concepción del Viejo es lo que le pasó a un barco con su tripulación, en el puerto del Realejo.
«Estaba el barco en el puerto, dando fondo con cuatro anclas; pero al despertarse el capitán un cuarto para el alba, se dio cuenta de que su navío había agarrado mucho trecho, y como si no hubiera ancla alguna iba para fuera con el ímpetu de la corriente, que allí suele ser muy impetuosa. Llamó a la gente, que dormía, pero viendo que ya estaban cerca de unas peñas en donde era cierto el peligro de hacerse pedazos el navío, y perecer toda la gente, todo era gritos y confusión, como suele suceder en semejantes ocasiones. Acordose el capitán de la Virgen del Viejo, y exhortó a todos que la invocasen y prometiesen visitarle en su Santuario y ofrecerle cada uno lo que pudiese, si los libraba, y confesar y comulgar que es la ofrenda más agradable a la Señora.
Así lo hicieron, y tomando un rezón, porque no tenían ya más amarras, en nombre de la Virgen lo arrojaron al mar. Y siendo así que ni a detener una lancha fuera bastante, al punto se detuvo el navío, hasta que empezó a crecer el agua y pudo entrar en el puerto y asegurarse. Reconocieron con esto la singular providencia de la Señora, saltaron en tierra y fueron a pie y descalzos a su Santuario a darle las gracias y a cumplir sus promesas, ofreciendo una buena limosna, que juntaron entre todos.»
Testimonio de los Carmelitas Descalzos
El último testimonio que tenemos es el que redactaron unos Misioneros Carmelitas Descalzos que el 3 de septiembre, de 1786 partieron hacia el Perú en la primera expedición hacia estas tierras.
Los padres desembarcaron en el puerto de Caballos de Honduras, en la costa atlántica, de donde el 1 de febrero, de 1788 pasaron, atravesando toda la República de Honduras, al puerto del Realejo, en la costa del Pacífico donde llegaron en el mes de abril. Viajaron un poco tierra adentro al pueblo del Viejo donde se hospedaron en dos ranchos. En Nicaragua se les juntaron cuatro religiosos más que venían de la provincia de Méjico.
Durante la permanencia de estos padres en el Viejo, recogieron de labios de los habitantes de la región la misma tradición de la Inmaculada, tomada del Archivo de la parroquia.
El cronista del viaje, Padre Miguel de la Madre de Dios lo narra de esta forma:
«Tendría este pueblo hasta quinientas casas o chozas de indios y algunos españoles. La doctrina era de Franciscanos, y en su Iglesia, a que acudíamos a decir misa todos los días y a confesar españoles e indios, se venera una milagrosísima imagen de Nuestra Señora en el altar mayor. Su título es de la Asunción y el de Nuestra Señora del Viejo, el que no sólo se da a conocer y venerar en todas aquellas provincias, y aún en las más remotas del Perú; porque a todas vuela la fama de sus maravillas.
… Pregunté por el origen de esta santa imagen, y me dijeron que era tradición muy antigua en este pueblo y los circunvecinos, que esta santa imagen era dádiva graciosa de Nuestra Santa Madre Teresa, que en la Encarnación de Ávila hizo a un caballero de los Cepedas, tío o hermano suyo, al tiempo de despedirse de la Santa para pasar a la Indias con el oficio de Gobernador de esta Provincia, encargándole mucho la estimase y venerase por prenda del cielo, y amparo el más seguro en sus navegaciones y trabajos.
Así lo hizo el buen Caballero, que siempre la trajo en sus peregrinaciones, mar y tierra, con singular devoción y veneración cordialísima, a que la santísima imagen correspondió agradecida mostrándose madre benignísima en grandes peligros de cuerpo y alma, hasta que llegó a este pueblo donde residía de ordinario ejerciendo su oficio, y que continuó sus misericordia la Soberana Reina con muchos españoles, y particularmente con los indios de esta tierras que acudían en todas sus tribulaciones al Oratorio de la casa de su Gobernador, donde él siempre tenía colocada en mucha decencia.
Voto de fabricación del templo
Acabado ya el tiempo de su gobierno y promovido a otro del Perú, trató de embarcarse en el puerto del Realejo con el Mariano tesoro que acompañaron los pueblos de esta comarca; y éste en especial hasta el puerto, instándole al caballero con devotas súplicas y tiernísimas lágrimas, no privase de tan celestial Patrona a aquella tierra; que ellos harían desde luego voto de fabricarle un decente templo donde fuese adorada de todos. Pero no condescendiendo con sus ruegos el Gobernador, por no desapropiarse de tan soberano patrocinio, embarcó la santa imagen y con ella se hizo luego a la vela en el navío que le esperaba; y habiendo navegado con viento en popa hasta medio día, hubo de arribar por la tarde con el contrario por la proa al mismo puerto.
Sucedióle otras tres veces en los días siguientes el mismo contratiempo; y no hallando los experimentados pilotos causas naturales de tan adversos efectos, convinieron con los pasajeros que lo que los detenía era la Santa Imagen, que era traída de nuevo a tierra por los clamores y lágrimas de aquella devota gente, que perseverando fervorosa en el Realejo, había negociado la posesión de la divina prenda del cielo, a que no podía sin temeridad y arriesgo de todos retirarse; con que el piadoso católico Caballero hubo de posponer su consuelo particular al común de tantos pueblos que llevaron en procesión con muchas danzas y solemnes regocijos la imagen santísima al pueblo, donde hoy está, que por ser el Caballero que la dio ya anciano, se llamó Nuestra Señora del Viejo.» (Tomado del libro «Vírgenes Conquistadoras que Santa Teresa envió a las Américas» de Fray Severino de Santa Teresa O.C.D.)
Nuestra Señora del Viejo es la imagen que Santa Teresa de Jesús regaló a su hermano cuando partía hacia las Indias
Hemos tratado de mantener el lenguaje usado en la época con el fin de que el lector pueda apreciar cómo, desde los primeros testimonios, todos coinciden y se apoyan uno al otro. Pudiésemos afirmar que Nuestra Señora del Viejo es la imagen que Santa Teresa de Jesús regaló a su hermano cuando partía hacia las Indias, y ver en ésto un signo providencial de Dios que utilizó esta imagen para derramar sobre los pueblos gracias abundantes por intercesión de la Santísima Virgen María.
Nuestros corazones, al leer los relatos de aquellos primeros testigos, se han de llenar de un profundo amor hacia la Santísima Virgen , que como Madre vela siempre por todos sus hijos, españoles o indios; ricos y pobres; todos somos hijos de la Santísima Virgen María.
Con el pueblo Nicaragüense cantemos a nuestra Madre del Cielo diciendo:
«Dulces himnos cantando a María, vencedora del fiero dragón, saludemos al plácido día de su hermosa y feliz Concepción».
Fuente: https://es.catholic.net/