CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

NUESTRA SEÑORA DE LA CONFIANZA

NUESTRA SEÑORA DE LA CONFIANZA

La Santísima Virgen enseñó esta advocación a la Sierva de Dios Clara Isabella Fornari, con el fin de que, quienes pidieran su protección ante su imagen, consiguieran además de sus pedidos, la gracia de la Confianza, del arrepentimiento de sus pecados y del amor a Ella: virtudes importantísimas para nuestra salvación.

El 25 de junio de 1697, un hogar católico en la Ciudad Eterna celebraba el nacimiento de una hija. No imaginaban los felices padres que la Divina Providencia había destinado a esa pequeña niña para ser el noble instrumento de sus manos con el fin de introducir en la Iglesia una de las más hermosas advocaciones de la Santísima Virgen: “Madonna della Confianza” (Nuestra Señora de la Confianza)

Abadesa del convento de las Pobres Clarisas de San Francisco

Siendo aún joven, Clara Isabella Fornari se hizo religiosa y llegó a ser la venerable abadesa del convento de las Pobres Clarisas de San Francisco en la ciudad de Todi, Italia.

Ella adoptó desde el principio una severa vida de penitencia y soportó valientemente pruebas indecibles durante muchos años.

La hermana Clara también nutrió una muy especial devoción a la Virgen María, que dejó representada en cuadros sagrados que la talentosa sierva de Dios pintó con sus propias manos.

Muchos de los cuadros de la “Madonna” de la hermana Clara – ya sean las copias o los originales – circularon ampliamente debido a que su confesor los entregó a amigos y conocidos. Los que recibieron los cuadros encontraron siempre auxilio en sus necesidades.

Hasta su muerte en olor de santidad en 1744, la hermana Clara siempre mantuvo consigo un cuadro oval que retrataba la maternal figura de la Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos.

Muchas gracias extraordinarias se han atribuido a este cuadro, que permanece en la ciudad de Todi. Especialmente beneficiados fueron los enfermos que recurrieron a la intercesión de la Madre Santísima delante del cuadro.

Madre mía, Confianza mía

Una copia de este cuadro se venera actualmente en el Seminario Mayor de Roma, cerca de la Basílica de San Juan de Letrán. La imagen dio origen a una devoción de la Santísima Virgen, bajo el título de Madre de la Confianza. Esta conocidísima reproducción de Nuestra Señora de la Confianza llegó a la capital de la Cristiandad acompañada por la copia de un documento escrito por la Sierva de Dios con una promesa para todo aquel que venerara la imagen.

El seminario ha mantenido siempre a la imagen en gran estima. Los estudiantes que recurrieron a ella en sus necesidades más apremiantes, fueron siempre atendidos por Nuestra Señora.

Durante la Primera Guerra Mundial, la Santísima Virgen protegió a más de 100 seminaristas que habían recurrido a Ella con redoblada confianza. Muchos seminaristas fueron enviados a la guerra y hay numerosas cartas escritas desde el campo de batalla reconociendo las maravillas realizadas por la “Madonna” en aquellos que habían pedido su intercesión.

La Promesa.

Las más grandes gracias reservadas para todos aquellos que tienen esta devoción, están contenidas en la promesa de la Santísima Virgen a la venerable hermana Clara Isabella: “La divina Señora se dignó revelarme que cada alma que con confianza se presente delante del cuadro – teniendo verdadero dolor y arrepentimiento – experimentará la contrición por sus pecados y obtendrá de su Divino Hijo el perdón. Mi Divina Señora me aseguró, con el amor de una verdadera madre, que garantizaría una especial devoción hacia Ella, a todos los que contemplaran este cuadro.”

Así debemos repetir con confianza y de todo corazón: “Mater mea, Fiducia mea” (Madre mía, Confianza mía.)

Fuente: https://es.catholic.net/

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