CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

NUESTRA SEÑORA DE LA REVELACIÓN

NUESTRA SEÑORA DE LA REVELACIÓN

Aparición. Roma, Italia; Abadía de Tre Fontane. La Virgen visita a un enemigo de la Iglesia.

Roma, Italia; Abadía de Tre Fontane – 1947

La Virgen toca el corazón de Bruno y este se convierte y se transforma en un fiel servidor suyo, en un valioso instrumento de evangelización.

He aquí una de las promesas de la Virgen:

«Con esta tierra de pecado obraré grandes milagros para la conversión de los incrédulos.»

Como el agua de la piscina de Lourdes, la tierra de la Gruta de «Tre Fontane», santificada por la presencia de María, obrará prodigios.

Bruno Cornacchiola nace el 9 de mayo de 1913, en Porta Metronia, Roma. El ambiente en que vivía con sus padres y cuatro hermanos era de muy mal ejemplo y de una pobreza miserable. Su padre era alcohólico y pasaba temporadas en la cárcel. Su madre lavaba ropa para sostener su familia, pero algunas veces seguía la misma conducta que su esposo.

Bruno tuvo muy poca instrucción académica, únicamente la enseñanza elemental. A los catorce años hizo su primera comunión, pero luego de recibirla cayó por muy mal camino. Años más tarde, el 7 de mayo de 1936, contrajo matrimonio con Yolanda Lo Gatto, por la Iglesia Católica. Poco después de su boda, estando ya en el partido de acción izquierda, sus amigos le convencieron que fuese a luchar en la guerra civil de España (1936-1939) al lado de los rojos (comunistas).

Atrás quedó su esposa Yolanda que estaba próxima a dar a luz.

Bruno fue a parar a Zaragoza, España. Los rojos estaban encendidos de odio contra la Iglesia y la perseguían brutalmente. Allí conoció a un alemán protestante quien empezó a instruirle. Este lo puso en contra de la Virgen, de la Eucaristía, y creó en él un odio férreo a la Iglesia Católica y al Santo Padre. Le decía que el Papa era la bestia del Apocalipsis y también le inculcó odio hacia los sacerdotes, religiosos y religiosas. Llegó a tener un odio tan grande hacia todo lo que era la Iglesia Católica que cuando terminó la guerra de España se dirigió a Roma y, con la intención de matar al Santo Padre, compró un puñal y gravó sobre él: «Muerte al Papa.»

Al regresarse a su casa no tenía deseos de ver a su esposa ni a su niña a la que aún no conocía. Cegado por su odio contra la Iglesia lo único que deseaba era decirle a su esposa que debía repudiar a la Iglesia Católica. Su esposa no se dejaba convencer y eso provocaba que Bruno la maltratase. Llegó un tiempo de tantos abusos que finalmente Yolanda accedió al cambio de religión, pero antes le hizo prometer que comulgaría con ella los nueve primeros viernes de mes, a lo cual el accedió. Terminados los nueve primeros viernes se hicieron adventistas. Él mantenía el hogar como tranviario.

Apariciones.

En abril del año 1947, Bruno tenía 34 años. Los superiores de la asociación de la juventud misionera de Lacio, informaron que todos los líderes debían prepararse porque iban a tener una audiencia pública. Bruno, siendo uno de los líderes, le tocaba hacer su presentación el trece de abril. Así que el sábado, 12 de abril, decidió llevar a su familia a un campo donde le permitiría estudiar la Biblia y para que los niños pudieran jugar. Su esposa se había quedado en casa pues estaba esperando otro hijo. De camino decidió quedarse en un campo aledaño a la abadía de Tre Fontane, Iglesia sobre el lugar donde fue decapitado San Pablo y, donde según la tradición, al caer la cabeza al suelo rebotó tres veces en el suelo e hizo tres fuentes.

Al bajar del autobús buscó un lugar para que jugasen los niños mientras él se asentó a la sombra de un eucaliptus para preparar su discurso para el día siguiente.

Mientras sus tres hijos, Juan Franco, Carlo e Isla, de cuatro, siete y diez años respectivamente, juegan a la pelota, Bruno busca en la Biblia de los protestantes pruebas que confirmen la parte de su conferencia que piensa dedicar a rebatir los dogmas referidos a la Madre de Jesús.

Son las tres y media de la tarde.

Los niños, que han perdido el balón y no consiguen encontrarlo, recurren al padre. Bruno interrumpe sus anotaciones, deja el cuaderno de los apuntes en el suelo, bajo el eucalipto, y va ayudar a sus hijos. El cuaderno quedará en el suelo.

Encontrada la pelota se puso a jugar con ellos y en uno de los tiros que hizo, la pelota, extrañamente se elevó alto y se desapareció. Antes de salir a buscarla encargó a Carlos que recogiera todo, la niña fue a recoger flores para su mamá y a Juan Franco, el más pequeño, lo dejó sentado. Cada cierto tiempo gritaba para ver si Juan Franco todavía estaba adonde lo había dejado.

A la cuarta vez el niño no respondió entonces salió a buscarlo y lo encontró de rodillas con las manitas juntas al pie de la gruta, con sus ojos fijos en la gruta, sonreía y como que conversaba, entonces se acercó y oyó que decía: «Bella Señora, Bella Señora» Le habló pero el niño no reaccionó. Buscó a Isla, y al llegar ella junto a la gruta cayó también de rodillas con las manos juntas y exclamó. «Bella Señora, Bella Señora.» Él se enojó pensando que se trataba de una broma, llamó a Carlos y él, al llegar junto a la gruta cayó de rodillas también y exclamó lo mismo.

Aparición

Pensando que se trataba de un juego trató de levantarlos pero no podía porque estaban muy pesados. Aterrado levantó sus ojos al cielo y gritó: «Dios mío sálvanos.» Apenas pronunció ese grito todo en su alrededor se volvió oscuro y sintió un dolor agudo en sus ojos luego dos manos blancas se apoyaron sobre sus ojos quitando de ellos como un velo. Cayó de rodillas y una luz muy grande iluminó la gruta y luego se formó la figura de una mujer de apariencia humana, vestida con una túnica blanca y ceñida en la cintura con un cinto rosado.

Los cabellos eran negros y ligeramente recogidos por una cinta verde esmeralda que llegaba, al igual que la túnica, hasta los pies descalzos; en su mano derecha sostenía un libro de pasta color ceniza (El libro de la Revelación: la Biblia)

La Virgen extendió el brazo izquierdo y le mostró una sotana negra y un crucifijo roto, los mismos que él un día había roto. Y con una voz bien dulce le dijo: «Soy la que está en la Trinidad divina. Soy la virgen de la revelación. Tú me has perseguido, ¡ya basta! Entra en el redil, el juramento de Dios es santo, los nueve viernes que hiciste antes de entrar en el redil de la mentira son los que te han salvado. Obedece a la autoridad del Santo Padre.»

La Virgen habla bastante rato esa tarde de Abril.

Entre otras cosas, le habla de su Asunción al cielo (en aquel momento aún no había sido declarado el dogma). Le dice «Mi cuerpo no podía marchitarse y no se marchitó». Entonces le indica al vidente cómo podrá reconocer después a los dos sacerdotes que lo ayudarán a reconciliarse con Dios y con el Papa, a quien tenía intenciones serias de asesinar con un puñal.

En esta primera aparición la Virgen le reveló toda la doctrina Católica le pidió que se confesara y se reconciliara con la Iglesia, de una manera infusa recibió todos los conocimientos de nuestra fe Católica. Le pidió que rezara mucho por la conversión de los pecadores específicamente el rezo del Santo Rosario ya que cada Avemaría son flechas de oro que penetran en el Corazón de Jesús, prometió que obraría grandes milagros para la conversión de los incrédulos.

Le confió mensajes específicos para los sacerdotes invitándolos a una vida de mayor obediencia al Magisterio, fe intensa a las verdades reveladas, mayor oración, acoger una forma propia de vestir, y un estilo de vida puro y digno de lo que son.

Al regresar a su casa contó todo a su mujer, y los dos, después de buscar la ayuda indicada por la Virgen, volvieron a la Iglesia Católica. El 7 de mayo de 1947 abjuraron sus errores.

Hubo otras tres apariciones: el 6 de mayo, el 23 de mayo y el 30 de mayo.

En la aparición del 23 de mayo, Bruno fue con un sacerdote y un muchacho comunista a la gruta, éste sin saber nada de las apariciones al entrar en la gruta cae de rodillas, confiesa sus pecados, pide perdón y se convierte.

El día 30 de mayo la Virgen le pide a Bruno que vaya al convento de las hermanas Maestras Pías Filipenses y les diga que recen por los incrédulos y por la incredulidad del barrio.

Después de las Apariciones.

Las Apariciones no son todavía aprobadas formalmente por la Iglesia pero recibieron la bendición de la Papa Pío XII transmitida por la Secretaría del Estado. El mismo Papa Pío XII bendijo la estatua llevada hasta la gruta en procesión el 5 de octubre con la asistencia de más de 500,000 personas.

El día 9 de diciembre de 1949 Bruno visitó al Papa entregándole en sus propias manos la Biblia protestante con la que había dado muerte a muchas almas infundiéndoles su errónea interpretación y el puñal con el que había pretendido matarlo. Pidió perdón al Santo Padre y le contó todo. El Papa le respondió que el arrepentimiento es el mayor perdón y le dio la bendición aprobando que el fuera a predicar la misericordia de Dios transmitida por medio de la Santísima Virgen.

Hechos y curaciones sorprendentes se han dado desde que la gente comenzó a visitar la gruta. Además del sorprendente aroma a rosas y a lirios- al igual que la tierra del lugar donde se apareció la Virgen al ponerla en lugares donde las personas sufren alguna enfermedad son sanados milagrosamente. Muchas conversiones específicamente de dignatarios de la masonería, incrédulos, pecadores, incluso judíos que entran a la Iglesia Católica, cambios radicales en la vida y la fe de aquellos que por toda su vida vivieron réprobamente.

Fenómeno del sol.

El 12 de abril de 1980, (sábado de la semana de Pascua), a las seis de la tarde comenzó una Misa, concelebrada por ocho sacerdotes en la Gruta de la Aparición, junto a la famosa Abadía de Tre Fontane. La concurrencia era numerosa, más de 3.000 personas que conmemoraban la aparición allí de la Virgen el 12 de abril de 1947, también aquel año sábado de la semana de Pascua.

El vidente, Bruno Cornacchiola, ya había anunciado, según le había manifestado la Virgen el 7 de noviembre de 1979, que en esa Misa iba a suceder algo extraordinario. Efectivamente, al momento de la Consagración, de pronto se hizo posible mirar al sol de frente. Pietro Santiángelo, capellán de la Pía Asociación fundada por Bruno, relata los fenómenos prodigiosos que a continuación vio toda la multitud:

«El sol se levantó hasta el cenit, dando vueltas alrededor de su propio eje y despidiendo rayos de todos los colores hacia todas partes, todo el mundo quedó asustado; unos lloraban, otros gritaban, otros suplicaban en voz alta a la Virgen.

Otro aspecto maravilloso fue la imagen de la Virgen, que se puso, en el momento de la consagración, de color rojo intenso, despidiendo rayos que atravesaban el techo de la gruta para unirse con los rayos que procedían del sol. Fue un espectáculo grandioso, jamás visto, e inolvidable. Y no duró unos segundos, sino media hora, hasta el final de la Misa.

Todos vieron lo mismo.

En el disco del sol, cuya vista no hacía daño a los ojos, empezaron a formarse símbolos bien definidos: primero una M, que después fue transformándose en un corazón y a continuación en una hostia grande, en cuya superficie se formaron las siglas de la Eucaristía: JHS. Después de la Misa los fenómenos del sol fueron desapareciendo y aquél volvió a su lugar, ya en el horizonte. La luz de la Virgen duró toda la noche.»

Bruno explicaba algo las razones de este prodigio: «En los 33 años que han pasado desde la primera aparición y desde mi conversión, he recorrido todo el mundo para hablar de la Virgen. He dado más de 7.000 conferencias, ahora tengo sesenta y siete años y no sé cuánto tiempo me queda. Por tanto, en el mes de noviembre pasado, al pensar sobre mí vida, sentí el deseo de abandonar mi intensa actividad y dedicarme a la vida de contemplación y de oración.

Mi confesor aprobaba esta idea.

Así, el 7 de noviembre del año pasado me fui a la gruta para dar gracias a la Virgen.

Al rezar el Rosario se me apareció Ella en su figura acostumbrada, tal como la vi en 1947 y 22 veces en años posteriores. Sentía una gran alegría. La Virgen me habló de la conversión de los pecadores, de la situación espiritual de la humanidad y de otros temas de que ahora no puedo hablar. Al final me dijo: «El próximo 12 de abril, aniversario del primer encuentro, caerá en el mismo día que en 1947: un sábado antes del primer domingo después de Pascua. En ese día quiero manifestarme con gracias espirituales y materiales. Además haré algo maravilloso en el sol, para despertar a los dormidos que han perdido la fe, y aún no creen en lo que Yo he hecho aquí.»»

Pero la Virgen, no contenta con esta llamada de atención, que sin duda quiere que meditemos, volvió a intervenir dos años más tarde en la misma fecha:

El 12 de abril de 1982, lunes de Pascua lunes del Ángel, en el lenguaje romano-, tuvo lugar la acostumbrada celebración anual de la aparición de la Virgen en Tre Fontane.

Durante la Misa, a las 18 horas, comenzó la comunión de los fieles -más de los que se había previsto, hasta faltar formas., y a esta misma hora comenzaron los fenómenos en el sol, que duraron más de una hora: Todos vieron, mientras muchos aplaudían gozosos, el centro del sol verde esmeralda, rodeado de un halo rosa anaranjado en el que brillaban multitud de estrellas, como llamas. El sol giraba, cambiaba de colores, parecía aproximarse aumentando de volumen, lanzaba ráfagas de luz que iluminaban a la gente y el paisaje de diversos colores. Fue evidente e indiscutible la realidad del suceso milagroso (imposible atribuirlo a leyes naturales) percibido por toda la muchedumbre presente, entre ellos numerosos enfermos en sillas de ruedas.

Esta aparición nos muestra la gran misericordia de Dios hacia el hombre y el papel corredentor de la Santísima Virgen, como por su intervención logra convertir a uno de sus hijos quizás más alejados del Corazón de Jesús, y también el papel que cada uno de nosotros debemos tomar de darla a conocer para que muchos se conviertan.

Virgen de la Revelación, ruega por nosotros.

Fuente: https://es.catholic.net/

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