Patrona de Rapallo, Italia. El Papa la coronó con la diadema del Vaticano y la proclamó: «Madre amorosa, Protectora y Reina».
Santuario de Rapallo, Italia.
El 2 de julio de 1557, la Virgen visitó a Giovanni Chichizzola en Rapallo, cerca de Génova, Italia. Según la tradición, del lugar donde la Virgen puso sus pies brotó una fuente. La Virgen apareció rodeada de ángeles y brillando como el sol. Le dijo al humilde labrador: «Anuncia, oh Giovanni, a los rapallenses, tus compatriotas, mi aparición, diles que quiero ser honrada en este pequeño cuadro que os dejo como prenda segura de mi amor; ayunad los sábados».
Giovanni con diligencia se fue al pueblo para anunciar lo sucedido, llevando el cuadro que la Virgen le dio. Se decidió entonces llevarlo a la iglesia parroquial. Pero a la mañana siguiente el cuadro había desaparecido. Más tarde lo encontraron alto en el monte, en el lugar de la aparición. Por segunda vez lo llevaron a la parroquia y nuevamente regresó al lugar de la aparición. Por fin decidieron construir allí una capilla para colocar el cuadro milagroso. La Virgen quiso ser un faro de luz y de esperanza, un baluarte de defensa para sus hijos. En este santuario muchos peregrinos fueron testigos de innumerables prodigios.
El Cuadro Milagroso.
El cuadro que, según se cree, fue entregado por la Virgen a Juan Chichizzola, es un ícono griego-bizantino, pintado en una tabla de 18 cm. x13 cm. Representa la Dormición y Asunción de María al Cielo. La Virgen está recostada con los brazos cruzados sobre el pecho, el semblante sereno, vestida con un sayal oscuro. La rodean los apóstoles, incluido San Pedro, que en oración contemplan el misterio. Al fondo está la Santísima Trinidad, como tres personas distintas pero unidas, casi formando una misma figura. A la derecha del misterio Trinitario, una niña envuelta en un manto. En lo alto aparecen dos ángeles y un arco de estrellas.
La partida a Ragusa y el regreso milagroso.
En el mes de diciembre del año 1574, una nave de Ragusa que había escapado al naufragio, llegó a Rapallo. Los marineros acuden a dar las gracias a María por haberse salvado. Pero al mirar el cuadro se llenaron de asombro, al ver que era la misma que se veneraba en Ragusa y que hacía diecisiete años había desaparecido misteriosamente.
Acudieron al Senado de Génova para hacer el reclamo y los magistrados ordenaron que se devolviera la imagen a sus primeros dueños. Los rapallenses se entristecieron sobremanera, pero las naves partieron con el cuadro de la Virgen. Ante aquella despedida, la Virgen se conmovió por sus hijos y regresó milagrosamente a su santuario, instalándose definitivamente en Montallegro.
La coronación Vaticana.
El Papa la coronó con la diadema del Vaticano y la proclamó: «Madre amorosa, Protectora y Reina». Con solemnes votos le ofreció su corazón y, por último, la eligió Patrona principal. La Virgen realiza entonces un nuevo milagro: faltando agua para los millares de fieles que subían al monte, en el momento mismo que la coronaban, hizo brotar de la roca agua limpia y pura.
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