EL REINO DE DIOS, UNA PROMESA PARA TODOS
La Sabiduría, se puede traducir como el gran amor que Dios ha manifestado desde el comienzo del mundo a todo hombre y mujer, que ha abierto su corazón a la acción misericordiosa de su gracia. La sabiduría así como el amor de Dios, es “luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman, y encontrar por los que la buscan”, búsqueda que supone por parte del creyente una vida humilde y sencilla, llena de fe y de esperanza.
La Sabiduría como sinónimo del amor, corresponde a la naturaleza del Reino de Dios
Realidad esperada con ansia por las diez doncellas, pero recibida únicamente por cinco de ellas, quienes esperaron a su esposo contra toda esperanza, como signo de confianza en Aquél que nunca falla: Jesús. La noche que pasaron en vela las doncellas, habla de la esperanza cristiana que nos hace comprender que el Reino de Dios es una realidad eterna que supera toda caducidad, pero que se empieza a revelar en nuestro mundo de vida, en la medida en que actuando como hombres y mujeres sabios, dejemos ser Dios a Dios en nuestros contextos.
El velar, el estar alerta, el esperar no despoja al creyente de sus responsabilidades familiares, religiosas y sociales, esperando del cielo recetas que solucionen sus conflictos; por el contrario son actitudes vitales que deben llevar al cristiano a encarar la vida con sabiduría, esperanza creativa y determinación. En síntesis la Palabra de Dios nos invita a cultivar en nuestra vida la sabiduría que procede de Él, tesoro que nos permite actuar con y desde el amor de Dios en toda circunstancia, con el fin de establecer su presencia en un mundo que ha confundido la sabiduría con la información. Y por otro lado nos exhorta a considerarnos personas llenas de esperanza, que equivale a decir hombres y mujeres llenos de Dios y además libres que siendo capaces de transformar las realidades particulares, generan al interior de las culturas hambre y sed de trascendencia.
«Dios es Dios en todas sus obras: ¡En todas ellas resplandece un rayo de su infinidad insondable!».
(P.Matovelle. Fundador de Oblatos)
Fuente: Oblatividad No 16. Noviembre 9 de 2008. Publicación de la Congregación de Misioneros Oblatos de los corazones santísimos de Jesús y María.
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