CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA EL FIN DE SEMANA: DICIEMBRE 10 DE 2015.

¿Qué hacer?
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que viene a llenar el corazón de amor y de esperanza; que llega a transformar nuestras vidas dándonos el Espíritu Santo que renueva el ser desde lo más íntimo, desde su corazón y su capacidad de amar.

Ante la llegada de Jesús nosotros deberíamos preguntarnos qué hacer, qué cambiar, qué organizar para que Él se sienta a gusto en nuestra casa, en nuestra interioridad. Pregunta que hacemos desde lo que somos porque es desde nuestra realidad, desde lo que vivimos y hacemos que debemos cambiar muchas cosas. Falta poco para que llegue, pero es el tiempo necesario y suficiente para prepararnos. Vamos pues a sensibilizarnos ante este acontecimiento, vamos a disponerle el corazón al que debe primar sobre cualquier actuación o palabra. Vamos a revivir el fuego del amor que existe en cada uno para Dios, vamos desde Él a creer en nosotros mismos y a ponernos retos en la vivencia de bien. Dios jamás nos pide cosas que son imposibles y en este tiempo nos pide el propio pecado para redimirlo y así poder ser todos juntos un canto de amor en medio de este mundo que tanto necesita de una experiencia de Dios, de amor.

Adviento es tiempo de cambio, de preparación y por eso debemos examinarnos la conciencia y tomar decisiones radicales con respecto a muchas actuaciones o hasta pensamientos que sabemos no están bien, que no son coherentes con el estilo que marca el que llega y al que vamos a recibir en la propia casa. Jesús no se cansará de tocar a la puerta para que le abramos y nunca, en su proyecto de amor, dejará de soñar con nuestra conversión.
Los invito a que en este domingo de Adviento nos alegremos y dejemos las inquietudes y vayamos con toda la fe al encuentro del Señor. Él es el salvador; Dios ha tomado la decisión de perdonarnos, de reconciliarnos, de mostrarnos todo el amor que nos tiene y además nos invita, desde Él, al inicio de un mundo nuevo capaz de amarse y de ser justos. Nos vamos a alegrar en el Dios del amor que ha levantado la sentencia de la condenación y nos ha indultado en Jesús que pagó el precio del rescate.

Adviento nos llama a la alegría porque es en los actos de amor de Dios que nosotros encontramos o revivimos la esperanza.

El que llega es grande, es poderoso, nos trae el Espíritu y tiene la autoridad y el poder para hacer nuevas todas las cosas. Juan Bautista solo prepara, invita y además bautiza llamando a la conversión. (Cfr. Lc. 3, 10-18) Pero no nos quedemos en Juan vamos a prepararnos como nos lo pide el Bautista, con el arrepentimiento, para que Jesús al llegar, nos bautice con Espíritu y fuego, es decir, nos haga creaturas nuevas capaces de vivir en el Espíritu y capaces de amar desde su amor. Ya con su llegada muchas cosas nuestras deben cambiar, nos debe mover el Espíritu cuya fuerza se convierte en paz, alegría, gozo, paciencia, misericordia, ternura y bondad.

Vivamos este tiempo con la esperanza que llena el corazón de alegría porque sabemos que Dios es fiel y que en su amor no nos falla y los invito a que nosotros hagamos todo lo posible desde ese mismo amor que Él nos ha dado, para no fallarle.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd