Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor que de nuevo nos invita a dejar los miedos que nos tienen encerrados y nos expresa la necesidad que tiene que nosotros vayamos y prediquemos la Buena Nueva.
Que el Evangelio no sea silenciado por nuestros temores
Sino que por el contrario la gente escuche que Dios está abierto a acogernos en su amor, a perdonarnos en su infinita misericordia y está dispuesto a hacer de cada uno personas nuevas que en su amor renacen para que juntos sigamos haciendo posible un mundo donde el respeto, la acogida, el perdón y el servicio sean característicos de aquellos que han regresado al corazón de Dios habiéndose arrepentido de los pecados.
Alguien tiene qué predicar, anunciar, contagiar y somos nosotros, los que hemos compartido con Jesús, los que le hemos aceptado como Salvador, los que hemos sido perdonamos y hemos renacido con Él de su pasión y muerte, los primeros invitados a dar testimonio de la fe con la palabra y con la vida. Que la historia de la salvación, del amor de Dios a la humanidad, se siga escribiendo en los libros de nuestras vidas.
Que Dios sea conocido y amado, como lo quiso santa Teresita
Para que la confianza sea la fuerza que mueve la entrega y el amor sea el ejercicio constante de quien tiene a Dios en su corazón y le ha dicho, como María, sí. Salir es lo que hoy a ti y a mí manda Jesús. Y salgamos en paz, llenos de su Espíritu, con la convicción profunda que el amor vence y que Dios siempre está con nosotros.
Jesús siempre saldrá a nuestro encuentro y de manera especial en los momentos más tristes y complicados. Cuando no haya esperanza, cuando todo parece que se acaba, cuando la sensación de fracaso llega porque los proyectos no se concretan. Jesús es vida, compañero de camino. Jesús tiene para regalarnos quien nos conforte e ilumine.
Tiene la fuerza y el poder de Dios que cambian nuestra realidad de tristeza en alegría. Jesús resucitado se deja tocar. Jesús nos acerca la gloria, el cielo. Nos muestra que la eternidad está más cerca de lo que podemos pensar. Por eso la clave siempre será salir. No dejar que el miedo nos encierre y nos quite la paz. Dios cumple sus promesas; Jesús, el que murió, ha resucitado y nos regala la paz. La misma paz que nosotros debemos llevar al mundo. Paz que enamora de Dios.
No tengamos miedo, el mundo necesita regresar a Dios, convertirse y abandonarse en el amor de Dios que conforta y da fuerza.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
Fuente: P. Jaime Palacio
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