Domingo de Pascua
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo cargado de bendiciones para la semana que comenzamos. Que Cristo resucitado se convierta en la fuerza por la cual nosotros nos empeñamos en darlo todo, en vivir con plenitud cada día de la vida con la esperanza de la resurrección que da sentido a una vida entregada en amor y en servicio a los demás.
Nos encontramos con el texto de Jn.20, 1-9 en donde se nos narra cómo algunos de los discípulos del Señor fueron entendiendo aquello de la resurrección de entre los muertos, primero el tema del sepulcro vacío, después el tema de las apariciones del resucitado. Las cosas se van dando, ellos recuerdan lo dicho y prometido por Jesús y Jesús le va aclarando las cosas a aquellos que no logran entender lo que pasa. Hay signos que hablan del resucitado y apariciones que confirman el hecho.
Dos discípulos enamorados del Señor son los que tienen la primicia de la resurrección: María Magdalena y Juan.
María que madruga, muy temprano se va al sepulcro y se sorprende por no encontrar el difunto, y Juan que corre y se le adelanta a Pedro para verificar la información. Un acto de fe los lleva a concluir que el sepulcro está vacío porque Jesús ha resucitado, se ha cumplido la promesa.
Ahora la historia es diferente, los que habían dudado encuentran certezas, los que amaron se llenaron de alegría, los indiferentes comienzan a creer.
Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador.
Ellos compartieron con Él, conocen su proyecto, fueron instruidos para que el mensaje continuara. Ahora con Jesús resucitado debían salir, el proyecto seguía, tenía que volverse a reunir y en presencia del resucitado salir a predicar, invitar a la conversión y enamorar del Padre amoroso que ama. Ellos ahora debían dar testimonio de que Dios ha constituido a Jesús como juez y en su nombre predicar la conversión y el perdón de los pecados.
Jesús ha resucitado; el sepulcro está vacío, hay paz en su interior. Jesús ha sido rescatado por su Padre y así le ha mostrado al mundo que el mal nunca tiene la última Palabra sobre el destino de la humanidad, que la última Palabra es la de Él que es amor. La muerte es vencida por el amor. El amor ha rescatado al Hijo y lo ha restaurado después de tanto dolor y sufrimiento.
Vivamos con la certeza del cumplimiento de las promesas de Dios, seamos discípulos que en fe se acercan al misterio de la resurrección y salgamos a dar testimonio y a predicar que Jesús el Señor ha vencido la muerte y ahora solo el amor.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz
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