Que nos importen los demás.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Reciban mi saludo cordial que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús que nos recrea en constante bondad.
La fiesta de Jesús buen Pastor, es la fiesta de todas aquellas personas que se han tomado en serio el papel de pastores y que están dispuestos a dar la vida por sus ovejas, en este caso llámense familia, amigos, compañeros de trabajo. La fiesta de las personas comprometidas con sus seres queridos y de aquellas que no huyen ante los problemas sino que por contrario busca siempre dar consuelo y fortaleza. Es la fiesta de todos aquellos para quienes los demás son importantes y por lo tanto se preocupan de manera que nunca les falte lo básico para vivir.
Como Jesús buen pastor, a nosotros se nos recomienda el brindar paz y seguridad a las personas encomendadas por el mismo Dios a nuestro cuidado. No debemos tener miedo y como pastores nos debemos tomar el tiempo necesario para cuidar, para llamar a la fe a nuestros hermanos y para esperar con la certeza de la eternidad en la que Dios a cada uno dará su recompensa.
La misión la realizamos sabiendo que somos hijos de Dios, dignidad que nos viene por Jesús y no alguien más. No importa que la gente no reconozca nuestra dignidad, nuestra “casta”, todo está en vivir con y en amor cada momento y cada circunstancia de la vida.
Somos pastores y también ovejas. Estamos al cuidado de Dios y tenemos a nuestro cuidado personas que también son amadas por Él y que han sido encomendadas a nuestro cuidado. Es Dios dándose en cada uno, a través de cada uno. Es Dios amando en nuestro amor y Dios protegiendo en nuestro cuidado y atención. La idea de Jesús buen Pastor es que también nosotros siendo como él, seamos reconocidos por las personas con las que compartimos pero no por injustos o por irresponsables. No somos asalariados en los proyectos de Dios sino protagonistas, hijos en el Hijo y fuimos perdonados, llevados en hombros, encontrados por Jesús, para perdonar y llevar en hombros a tantas personas cansadas y agobiadas en la vida. De nosotros Dios y los demás esperan que demos la vida, que a perdamos para ganarla y que hagamos del mundo un rebaño que reconoce en Jesús a su Pastor que en fidelidad nos ama a todos y en su misericordia nos hace nuevos.
Que nos importen los demás, que no huyamos ante las adversidades, que no busquemos solo nuestra seguridad sino que seamos capaces de brindar a los demás refugio. Que las personas que comparten nuestras vidas nos conozcan y vean en cada uno el amor del Padre, que esa unidad que existe entre Jesús y nosotros sea también la unidad que exista entre todos los seres humanos.
Que salgamos al encuentro de quien se ha distanciado y que tengamos voces capaces de ser reconocidas por la transparencia de la misma; por la coherencia de la vida. Dar la vida para ganarla sigue siendo una propuesta de Jesús por su pueblo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd