CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 11 DE 2016

PARA ESTA SEMANA SEPTIEMBRE 11 DE 2016

Que no se pierda la esperanza.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Una feliz semana para todos y que Dios nos conceda la gracia, en fe, de saberlo reconocer en cada persona y de manera especial, en las que hemos sacado del corazón, hemos dejado de amar o a las que guardamos algún resentimiento. Que nos conceda un corazón misericordioso capaz de vivir aquello que Jesús nos pide: Amar a los enemigos, amarnos los unos a los otros, perdonar setenta veces siete y alegrarnos con quien estaba perdido y ha regresado porque se ha dejado tocar por el amor.

Pienso que eso de juzgar a los demás, de condenarlo y sobre todo de rechazarlos queda superado en la vida de un cristiano. Jesús ha sido claro. No juzgar, no condenar, perdonar. Las personas, independientemente que las queramos o no, son amadas por Dios, son presencia de Dios; quien no es amado por ti es amado por alguien diferente y quien ama a Dios ama a todas las personas y de manera especial a aquellas que de una manera u otra nos hacen daño. Casi que la reflexión va apuntando hacia el cuestionarnos si amamos realmente a Dios o no. El amor es de Dios y el que no ama no conoce a Dios nos lo enseña san Juan.

Hay odios y hay desprecios contagiosos, que sin razón de ser pasan de unos a otros y esa cadena tiene que romperse en quien verdaderamente ama a Dios. Tomar distancia de quien te hace o ha hecho daño será siempre una buena opción eso sí cuando se hayan agotado las instancias de la misericordia como son la paciencia, la tolerancia y el amor. Tomar distancia no es abandonar, es estar dispuesto a tender la mano en caso de necesidad; tomar distancia y callar, evitar a toda costa comentar.

No es bueno dañar el corazón a los demás ni dejar salir del propio corazón los odios y resentimientos o envidias. Alejarse para liberar el corazón, para mirar desde otro punto de vista, para dar un aire nuevo a la relación.

Jesús nos invita a ser misericordiosos como el Padre, a perdonar todas las veces.

Misericordia y perdón que en las parábolas que encontramos en el Lc. 15, 1-32 implica aceptar que en la falta hay una pérdida que deja un profundo vacío en el corazón y por eso también de nuestra parte urge una búsqueda.

Que nos haga falta lo que pretendemos encontrar para tratar con amor, para alegrarnos por el hallazgo. Que haya esperanza, encontrar toma su tiempo y su cuidado, no hay que resignarse a lo que perdido se puede encontrar.

Aunque las cosas duelan, dejar partir a quien no quiere estar, a quien es consciente de la falta pero que solo vive para eso, para fallar. Y dejar que el tiempo y la ausencia del amor hagan su trabajo. Lo nuestro como el Padre es atisbar, asomarse, esperar y tener el abrazo y el beso siempre para acoger a quien se fue y un día decidió regresar.

No hay que guardar odios, no hay que acumular rencores. Dios nos ama, Dios espera lo mejor de cada uno. Dios es amor y nosotros en todo debemos ser como Él amor, esperanza, misericordia y paciencia con los demás.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd